🍓 Mei 🍓
Me levante nuevamente con el molesto sonido del despertador, adormilada levante mi torso sentándome en la orilla de la cama, mis ojos cada vez se cerraban más y la oscuridad que inundaba la sala era cada vez más intensa.
Ya no podía mantenerme firme, el sueño me invadía y me tambaleaba mientras que se me entrecerraban los ojos. Justo cuando mis ojos estaban a punto de cerrarse el rechinar de la puerta me despertó, con la cabeza caída mire hacia arriba y visualice como una silueta femenina se acercaba. Era mi madre quien se había asegurado de que no me quedase dormida de nuevo, pronto salió de la sala y la única palabra que salió de su boca fue: - Apúrate o se te volverá a hacer tarde-
Lo suponía, ella volvería a irse todo el día y ni siquiera se había percatado de que mi hermano había llegado tarde a la casa.
Inmediatamente me puse de pie, di un paso y en un abrir y cerrar de ojos estaba en el suelo, me tropecé con mi caja de recuerdos, una caja que no quería volver a ver. Pronto pensé ¿Por qué sigue aquí está caja? si hace dos días la tire al bote de la basura, pero no me importó en lo más mínimo, ya que tenía cosas más importantes que hacer antes de pensar en una caja de la que nunca hallé la llave.
Me puse de pie y camine hacia mi armario para ponerme el uniforme.
Salí de mi habitación, baje las escaleras y me preparé unos huevos revueltos, parecía que mi mamá estaba muy ocupada hablando por teléfono; así que decidí no molestarla. En cuanto acabe de desayunar subí, me lave los dientes y me peine.
Sebastián no estaba en la sala y tampoco en su recamara, quiero creer que fue a su trabajo, espero no tenga problemas con su jefe por la cruda que ha de estar experimentando en estos momentos.
Quizá él fue el responsable de haber encontrado la caja en mi cuarto al despertar, aún no entiendo qué es lo que pretende con todo esto, pero espero hallar las respuestas pronto.
Llegó el taxi.
Desvíe un poco mi atención salí y me subí al taxi.
Al llegar a la escuela deje mi mochila en mi lugar y enseguida me voltee hacia atrás para poder hablar con Kimberly.
Al sonar la chicharra nos dirigimos al salón de clases.
Recordé que ya estaba en tercer grado y que solo faltaba un mes para las vacaciones de verano. -Oye Kimberly ¿qué harás mañana por la tarde?- voltee a verla
-ummm... Na...nada- su actitud era muy extraña, parecía estarme evitando, o más bien parecía que quisiese hacerse invisible ante los ojos de todos.
-Quería saber si quisieras venir a mi casa--¡No!- Ella me contestó muy rápido e inclusive se levantó de su asiento, enseguida se sentó y cerró la conversación con una disculpa.
Saqué mi cuaderno de Español mientras que el profesor entraba al salón. Y así estuve los primeros 3 módulos, mirando tras la ventana el hermoso cielo azul pensando e imaginándome infinidad de situaciones en las que no estoy aburridamente sentada en un pupitre.
En el cuarto módulo me tocó Educación Física y tuvimos que hacer parejas. Busqué a Kimberly pero ella no estaba, le iba a llamar pero me percaté de que había olvidado mi celular en la casa, así que decidí ir a buscarla.
Realmente me mantenía intrigada y aún más porque en la clase de Historia se le cayeron unos libros y cuando se agachó para recogerlos pude observar una marca en su cuello.
Últimamente había estado actuando muy raro, desde su comportamiento de la mañana respecto a mi invitación hasta los moretones que ocultaba entre sus ropas...
Me centre en buscarla pero no logré encontrarla.
Sonó la chicharra y comí una torta de milanesa que compré en la tienda escolar.
Se acabó el recreo y subí al salón.
No había llegado nadie aún, pero al dar unos cuantos pasos, me detuve al escuchar unos pequeños sollozos que venían del fondo del salón, al acercarme me di cuenta que era Kimberly e intente consolarla, pero no sirvió de nada, ella seguía llorando. Me volvió a ignorar y en cuanto empezaron a entrar los demás, ella se secó las lágrimas con ambas manos y se sentó en su lugar como si nada.
Yo también me senté y gire mi cabeza hacia atrás para ver si ya se había calmado. Ya no estaba llorando pero tenía sus ojos muy rojos. Algo le estaba afectando y yo me sentía muy mal por no poder hacer nada al respecto.
Los siguientes módulos fueron muy aburridos tuve ciencias, matemáticas y dos módulos de Formación Cívica y Ética.
Al acabar las clases, ya estaba decidida, seguiría a Kimberly para ver qué era lo que le sucedía.
Baje las escaleras silenciosamente, voltee a ambos lados y la vi a lo lejos, cerca de la puerta trasera; así que me acerqué. Pero cuando mire a través del portón, ya no estaba, se había perdido entre la multitud.
Crucé la calle con cuidado, me subí en la banqueta y me pare de puntitas mirando por doquier, así podría encontrarla más rápido.
El tiempo pasó, los estudiantes se fueron retirando y las calles se inundaron en silencio, no podía creer que Kimberly se esfumara de esa manera. Me iba a dar por vencida, pero inútilmente tropecé en un intento por volver a casa. Al parecer era un pedazo de cemento que se había sobresalido del piso.
Aún en el piso, revisé mis rodillas, me había hecho unos leves raspones, no le di mucha importancia, y aunque dolía me puse de pie para continuar, sin embargo de alguna forma mis ojos querían observar mi costado derecho, como si algo me estuviera llamando. ¡Era increíble! el cielo era tan azul que contrastaba con aquella solitaria cabaña inmersa entre los maizales, el viento soplaba suavemente y ahora sólo estábamos yo y aquel lugar.
Cegada por el paisaje me metí en el pasadizo.
Pero un tirón me detuvo; era mi mochila que parecía haberse atorado con un clavo.
Inmediatamente me intente desatorar, pero de repente alguien tapo la luz del sol, era un chico de unos 18 años aproximadamente, parecía enojado y con prisa, así que sólo le abrí el camino.
Desconcertada pase entre el callejón y fije mi vista en la pequeña casa que estaba al centro del maizal, a la cual se dirigía el muchacho.
Mis piernas se movieron solas una vez que el chico había desaparecido entre los maíces.
Debo admitir que el miedo se apoderaba de mi con cada segundo que pasaba, mi respiración se tornaba agitada y comenzaba a sudar, aunque podía haberme detenido, no puedo, simplemente sigo avanzando apartando los maíces a mí paso.
Finalmente llegué a la choza, construida con distintos materiales, desde el fresco adobe hasta trozos de lámina que cubrían el techo.
-¡¿Qué son éstas horas de llegar?!¡Mírame a la cara y contesta!- grito una voz masculina dentro de la choza que parecía estar regañando al chico.
Inmediatamente después de tal gritoneo me escondí tras una pila de pasto que estaba recargada sobre una de las paredes de la choza y me dispuse a escuchar la conversación:
-¡Amárrala a la silla de aquella esquina! Llamaré a la Sra. Laurens- El joven asintió y enseguida se escuchó un crujido como si hubieran abierto un contenedor de madera abriendo paso a un sonido nuevo y que definitivamente me impacto, eran los gritos de forcejeo de una chica quien parecía tener la boca cubierta.
No podía creer lo que estaba sucediendo, mi corazón latía fuertemente, la adrenalina invadía mis venas y no podía respirar, estaba ante lo que podría ser un secuestro.
Acerque mi vista a un agujero entre los terrosos bloques de adobe dejándome observar cómo el chico sacaba a la chica de un pequeño troje. La chava tenía la boca tapada con una cinta y estaba amarrada de manos y pies. No podía ver muy bien su cara pero por su coleta y su rubio cabello estaba casi segura de que ella era Kimberly.
~Kimberly~ Una hora y media atrás.
Siento un nudo en la garganta... no puedo simplemente omitir todo lo que está sucediendo.
-Recuerden realizar su investigación acerca de los valores- dijo el profesor, sonó la chicharra y como siempre fui la primera en salir.
Camine con prisa no quería ver el rostro de nadie en este momento y aún menos el de Mei.
Creo que... es suficiente.
Sonó mi celular, era un número desconocido, pensaba no contestar pero era como sí esperara la llamada de alguien...cuando presione el botón verde entre mis pensamientos surgió el más profundo de todos ¨por favor...alguien que me salve".
-Te encontré- sonó al teléfono, ésta voz yo la conozco... -Perdón ¿Con quién hablo?- hubo unos segundos de silencio hasta que contesto groseramente – Eso no importa - ¿Cómo que no importa? Pensé furiosa – Necesitas estar alerta alguien podría estar buscándote- sonaron los bips, él había colgado.
Inmediatamente me escondí en un callejón y mire hacia ambos lados me puse en cuclillas e intente llamar de nuevo a ese número, pero no contestó, volví a marcar pero sucedió lo mismo. Me puse de nuevo de pie intentando convencerme de que era una broma de mal gusto pero antes de poder salir de aquel callejón sentí un trapo en mi rostro y un aroma agradable....un dulce sabor...
Mi garganta y mi nariz ardían y me sentía mareada, estaba a oscuras y tenía la boca cubierta con cinta, cuando intente quitarla me percaté de que mis brazos y piernas estaban atados.
Comencé a gritar y aun con el ardor en la garganta comencé a toser tanto que mi cabeza comenzaba a doler... ¿Qué había pasado? – ¡Sáquenme de aquí!- grite e inentendible por la cinta, comencé a golpear mi cabeza contra lo que parecía un contenedor de madera, me sentía débil y me lastimaban lo que parecían elotes debajo de mío, deje de golpear y gritar ante la ausencia de una respuesta.
Aun con el dolor de cabeza me recosté sobre los elotes, sentía frio... no sé si realmente hacia frio, estaba soleado ¿no?... no lo sé sólo quiero dejar de pensar en todo por un momento y seguir creyendo que tengo aún una persona que me quiere y que nunca me abandonara como lo hicieron mis difuntos padres.
Por favor quien sea que este escuchando mis plegarias...sácame de ésta pesadilla y dime que lo que me han dicho es mentira y que Laurens siempre me quiso como una hija...sólo eso te pido, por favor...Una lagrima se escapó cayendo cobre las palmas de mi manos, cerré mis puños y con ira intente tallarme los ojos obligándome a dejar de llorar.
En ese momento escuche el sonido de unas cadenas y la luz entro, quise creer que mis plegarias habían sido escuchadas pero no fue así.