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Chapter 3 - T1 Capítulo 3: El ensombrerado

🍓 Mei 🍓

Estoy sentada sin poder hacer nada...este es el sentimiento de cobardía disfrazado de impotencia, un sentimiento que me envuelve y juega conmigo como si fuera su marioneta.

No sabía qué hacer, todo era muy confuso para mí y comencé a llenarme de remordimientos. Después de que el chico amarrara a una silla a la que estoy segura es Kimberly... pude observar las malas intenciones de aquel joven, realmente estaba enfermo, comenzó cortándole pequeños mechones de pelo que olía con disfrute...ella intentaba moverse con la esperanza de poder desatarse pero el resistirse le jugó en contra y las tijeras metálicas – parecidas a las usadas para cortar reses- rozaron con su oreja y aquella sangre escurriéndose por su cuello fue lo último que mis ojos cobardes soportaron ver. 

El grito de la chica fue tan espantoso que no pude aguantar las ganas de llorar, deje de mirar por el agujero de la pared y cuando salió la primera lágrima rápidamente cubrí mi boca con ambas manos cuidando en no hacer ningún ruido. Mi cuerpo se movía rápidamente como si tuviera un hipo veloz, resultado de intentar reprimir mi llanto.

***

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que empezaron los gritos, pero siento que no aguantare aquí mucho tiempo más.

Si me muevo o grito me escucharan, no tengo mi celular y de ninguna manera podría interferir, la fuerza de aquellos dos hombres contra la fuerza de una chica adolescente que no sabe ni siquiera dar un buen puñetazo, tendría resultados desastrosos.

De repente los gritos bajaron de tono y aún sentada enrosqué mis brazos en mis piernas cuando de repente el regordete volvió a hablar.

-Espera Kevin, ya contesto la señora, deja de lastimarla un momento por favor que no me dejas escuchar- le dijo el bien vestido pero malicioso controlador a la persona inhumana de nombre Kevin.

En ese momento supe que esa persona de ojos azules, tez morena y pelo negro que parecía una buena persona no era lo que aparentaba ser, el joven quien reía a carcajadas cual disfrute del dolor ajeno, realmente me llenaba de rabia.

-¿Señora Laurens?... creo que ya debe saber el motivo de mi llamada, tenemos a su hija- dijo al teléfono.

-...-

-¿De cualquier manera es alguien importante para usted no? Páguenos y la dejaremos ir

-...-

No se escuchó ninguna voz por algunos segundos hasta que el menor habló:

-¿Qué te dijo?-

-No nos sirve, tírala por ahí- mencionó -Pero quiero seguir con esto- contestó

-¡Te di una orden!- Se escuchó el rechinar de la puerta y en seguida unos paso, sólo me quede inmóvil.

El gordito pelón se alejó del lugar mientras contestaba otra llamada donde estaba intentando dar explicaciones a sus jefes por lo que alcance a escuchar.

Cuando ambos se alejaron lo suficiente me asomé a lado del montón de pasto mío, por suerte ambos tomaron caminos diferentes facilitándome las cosas. Kevin el oji azul, despiadado se llevó a la chica en sus brazos, ella estaba inconsciente, por fin puede ver su rostro con claridad, definitivamente es ella, es Kimberly. Su largo y sedoso cabello rubio había quedado en el pasado, incluso intentando rescatar los mechones más largos su cabello no llegaría más abajo que su mentón.

.

Así pues me escondí entre el maizal y lo seguí hasta llegar a un pequeño caudal en donde la aventó. Me esperé hasta que saliera por el callejón para acercarme a Kimberly , pero aunque casi no pesaba sabía que no tenía la suficiente fuerza para salir del sembradío con ella en brazos. Realmente estaba preocupada el sol comenzaba a ocultarse... pero no había de otra, no podía abandonar a Kimberly y tampoco la iba a poder llevar a mi casa por los conflictos que tengo con mi madre respecto a ella.

Baje mi mochila y la coloque en el piso, saque un trapo que siempre traía conmigo y trate de cubrir la herida en su oreja para detener el sangrado, ella estaba ardiendo, su pants escolar estaba roto, ya no traía su sudadera, sólo la playera deportiva. Observé sus brazos...estaban repletos de raspones y moretones al igual que su cara la cual incluso había comenzado a hincharse.

-Perdóname- susurré mientras descubría su frente del flequillo mal cortado que le quedo.

De inmediato me colgué la mochila y la cargue entre mis brazos. Caminé hacia el callejón cruzando por las orillas del maizal y cuando finalmente iba saliendo del callejón el ojiazul volvió a aparecerse.

-¿Crees que soy tonto? Siempre supe que estabas ahí pequeña imbécil- mencionó arrogantemente.

Tragué saliva.

- Odio a las personas como tú, metiendo las narices donde no les llaman- agrego acercándose con rapidez.

De nuevo me quedaba sin opciones, tenía los brazos ocupados cargando a Kimberly, el callejón estaba bloqueado por él y aunque buscara otra salida por los sembradíos me alcanzaría al instante.

Me tomó por sorpresa.

Apretó con su mano mis mejillas y bruscamente me jaló hacia él. – ¿Por qué no contestas? ¡¿Eh?!- Gritó.

Su mirada era tan aterradora que no podía verlo a la cara y de nuevo comencé a llorar...era inevitable.

Cuando se calmó un poco di dos pasos hacia atrás, él se acercó enseguida de nuevo y yo volví a retroceder.

Negaba todo haciéndome creer que todo era un mal sueño y seguía retrocediendo hasta que me tropecé y caí.

Mi mochila y el pasto amortiguaron la caída pero a pesar de ello mi cuerpo dolía.

Kimberly estaba sobre mi aún inconsciente y el chico se acercaba lentamente, tenía una sonrisa en el rostro y sus ojos no tenían buenas intenciones en absoluto.

Estaba entrando en pánico.

Aparté a Kimberly lo más rápido posible de mí y mi ínsito me hizo moverme aun con el mareo y el dolor de la caída.

Kevin sacó sus tijeras de un bolsillo en su gabardina azul y en ese momento me levanté dejé mi mochila caer y comencé a correr, creí por un momento que el chico sólo quería a Kimberly y que podría escapar para pedir ayuda pero podía escuchar sus pisadas yendo tras de mí...cada vez más y más cerca.

Me tomó del brazo.

Estoy perdida.

Intenté zafarme pero cuando las posibilidades de salir viva de ésta se redujeron al 1% dejé de forcejear y me deje caer sobre el pasto.

- Hueles a fresas – olfateó acercando las tijeras con su mano izquierda y cortando el primer mechón.

Mis lágrimas y mis ganas de luchar se habían agotado ya; sólo quedaba mi mirada vacía.

- Es muy gracioso- dijo a carcajadas – En toda mi vida nunca había visto una persona que se rindiera tan rápido, cómo sea creo que guardare este mechón- mencionó soltándome un momento para agarrar el segundo mechón. Pude haber corrido en ese momento pero no lo hice. – Nunca había visto algo como esto... un mechón pelinegro con cabellos pelirrojos repartidos arbitrariamente, es sorprendente- parecía divertirse bastante, su extraño fetiche había canalizado su ira.

Me enferma.

***

Justo cuando envolvió mi mechón en una cinta adhesiva para después guardarlo en su gabardina vi una sombra en el piso...creí que era el regordete pero su silueta no coincidía.

Levanté la mirada.

Un chico de mirada fría cabello y ojos de obsidiana se apareció frente a mí. Kevin se quedó inmóvil, no sabía porqué hasta que vi el arma que apuntaba a su cabeza.

-Ya has hecho suficiente- mencionó el chico ensombrerado, y sin ningún gesto en su rostro jaló el gatillo.

Se desplomó y su sangre expandiéndose en el pasto dictaminó su sentencia.

Aunque debería sentir alivio no podía, una persona había muerto frente a mis ojos.

-¿Esto es tuyo?- mencionó guardando su arma en su cinturón y enseñándome mi mochila verde con su mano izquierda. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué ese cambio tan repentino de ambiente? ... es como si él ya hubiera asesinado antes.

- ¿Por qué te inmutas? no es tu primera vez manchándote las manos ¿cierto?- dije un poco enojada – Nunca me he manchado las manos, uso guantes- mencionó burlón y enseguida que me levante del piso lanzó mi mochila hacia mí. 

-Al menos deberías agradecer- dijo caminando en dirección al callejón -...gracias- contesté siguiéndolo un poco consternada por lo sucedido.

-No basta con eso- dijo con seriedad –Podría aceptar tu agradecimiento si contestas algunas preguntas- Que arrogante sujeto – Está bien, pero las contestaré si me ayudas a despertar a mi amiga-.

-No hacía falta decirlo- mencionó agachándose hacia ella.

-Ve por el maletín plateado que está en mi camioneta- dijo dándome las llaves –Mi carro está saliendo del callejón a la derecha, es negro y el maletín esta sobre el asiento del copiloto-

Hice lo que me pidió y enseguida trato las heridas de Kimberly con el botiquín de primeros auxilios que llevaba en el maletín.

-Creo que tardara un poco en despertar pero por ahora ¿por qué no comenzamos con las preguntas?- preguntó a lo que asentí.

-Primero, ¿Cómo te metiste en todo este lío? - Se lo explique todo, y él me tomó por tonta – podrías dejar de reírte soy yo quien debería hacer las preguntas tú eres el que no pinta nada aquí...¿Quién eres?-

***