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Chapter 6 - Capítulo 6: Bienvenido a Jasper Nevada

No estaba muerto, aunque bien podría estarlo. Sin embargo, el universo todavía tenía formas de meterse conmigo hasta dejarme podrido del hartazgo. 

Era como revivir aquel primer día, pero peor, mucho peor. Con ojos sin luz. Me levanté lentamente, tambaleándome de la tierra arenosa. 

Apoyándome en mis rodillas, observé todo por lo que trabaje, perdido y arruinado en menos de un parpadeo: "¡GGRRRAAAAARRRGGGGHHHHHH!".

*Clank*

Paté. Luego, grité hasta quedar ronco y sin aire. En algún momento, mis piernas cedieron, regresando a la arena, arrodillado y con los puños blanquecinos.

De fondo, el silbido del trozo de escoria que había hecho volar bien duró solo unos segundos hasta que la parábola perdió su fuerza impulsora, no obstante, en comparación, esos segundos se alargaron a minutos en mi cabeza como una banda elástica jalada de extremo a extremo. 

Esa era la relatividad atacando, lo sabía, y, al igual que las emociones, eran una perra de dos caras: 'Como la vida misma'. Fue un pensamiento oscuro y deshonesto, pero el cual dio en el blanco. Sin embargo, contemplando a la nada, pronto me levanté, otra vez. Más un reflejo que un acto plenamente consciente cabía admitir.

De izquierda a derecha, delante o detrás, estaba rodeado de escombros espolvoreados por la tierra al sol toscano. 

'Carajo', di un paso al frente y luego otro, mi muletilla verbal asomándose mientras caminaba alrededor del perímetro en círculos, muy consciente, más allá de lo que tenía derecho a ser de posible a cada impresión de mis pisadas dejadas en el suelo erosionado e inconsciente del yermo circundante.

De repente paré en seco, el portal a mis pies, y por un segundo me pregunté: '¿Podría volverlo a intentar? ¿Repararlo y no fallar?'

'Ingenuo', dijo esa voz pesimista en mi, pero igual me seguí aferrando a esa idea esperanzadora. Al fin y al cabo ¿No estaba tan mal? ¿Verdad? Digo, la cosa estaba estropeada, pero no tan estropeada. Ya lo había hecho una vez, y funcionó parcialmente, solo mira alrededor. Eso era mucho más de lo que muchos otros lograrían en su primer intento. 

Y con el esqueleto de la máquina aún disponible. 

Si… ya lo podía ver, podía hacerlo. No. Quería y debía hacerlo.

"Papá…".

Un susurro pasó por mi oreja, escalofrío pasando por mi médula. La voz era débil, pero suficiente para hacerme reaccionar, recordándome la existencia del auricular en mi oído. 

"Julio ¿Eres- eres tú…?", era una pregunta tonta, era obvio que era él, ¿sino quien más? El receptor fue exclusivamente construido como una línea directa para que ambos nos comunicáramos independientemente las circunstancias. No obstante, no era capaz de asociar aquella voz tan vulnerable con Julio. Lo único con lo que estaba seguro de poder relacionarlo, fue esa palabra. La que a su vez me subió el corazón a la garganta, dado que, bueno… nunca espere escucharla de nuevo con tal peso subyacente.

"Papá… ayuda". Una segunda súplica afloró.

'Oh joder', entonces reaccioné incluso antes de terminar esa línea de pensamiento, algo primordial en mi agitado desde la raíz por esa oración, impulsándome a lo más alto en cuestión de una fracción de segundo:"¡JULIO! ¡¿DÓNDE ESTÁS?!". Grité al aire en busca de una respuesta, acatando a la recién descubierta urgencia y fuerza latente en mi interior (no muy diferente a recibir una dosis directa de adrenalina, aunque no era consciente de, en realidad fue útil).

Ojeé los alrededores al borde de caer en la histeria completa. Sin embargo, entre escombros, tierra, polvo y metal, fue difícil hacer alguna distinción dado que no había mucha o ninguna diferencia importante, pero, para mi alivio y pesar, eventualmente lo encontré. Estaba relativamente cerca, a menos de 12 pasos de distancia. Cubriendo dicho tramo de trayecto, mi mueca se agrió y mis ojos se atenuaron en horror al verlo, completamente destrozado y semienterrado bajo la superficie de la tierra.

Mi pecho se comprimió al verlo. Julio no era más que un cascarón roto, su chasis estaba abollado y carbonizado en varias partes, cables colgaban como nervios expuestos, y su luz característica—esa chispa que siempre me recordaba que estaba vivo—parpadeaba de forma errática, como si estuviera al borde de extinguirse.

"¡Julio! ¡Aguanta, ya voy!". Mis palabras eran un grito desesperado, pero mis pasos se volvieron torpes al acercarme. La arena suelta bajo mis pies parecía conspirar para hacerme caer, y cada movimiento enviaba una punzada de dolor a mi mano herida. No obstante, eso era irrelevante. Lo único que importaba era alcanzarlo. Cuando finalmente me arrodillé junto a él, mis dedos temblorosos comenzaron a retirar los fragmentos de tierra y metal que lo cubrían. 

"¿Puedes escucharme? Dime algo", susurré, aunque mi voz se quebró al final.

"Papá…" Su respuesta fue apenas un murmullo, un eco mecánico que casi no reconocí. "No quiero… no quiero apagarme."

Esas palabras me atravesaron como un cuchillo. Julio, quien siempre había sido una presencia inquebrantable, ahora sonaba como un niño asustado. Una mezcla de culpa y desesperación me invadió. "No vas a apagarte, ¿me oyes? No voy a dejar que eso pase."

Mis ojos vagaron hacia el portal destruido. La máquina, aunque dañada, todavía tenía piezas funcionales. Podría intentar repararla, reconstruirla desde cero si era necesario. Pero al mirar a Julio, con su estado crítico y esa súplica muda en sus circuitos, supe que no había elección.

"Maldita sea…" Mascullé entre dientes, mi mente atrapada en una encrucijada decorosa. Si dejaba a Julio para salvar el portal, perdería a mi único compañero, mi única conexión con algo parecido a la humanidad. Pero si abandonaba el portal, mi única oportunidad de regresar a casa desaparecería para siempre.

Mis dedos se cerraron en un puño, el dolor de mi mano quemada avivando mi determinación.

"Está bien", dije, aunque no estaba seguro de si hablaba con Julio o conmigo mismo: "El portal puede esperar. Tú no". Con cuidado, deslicé mis brazos bajo su estructura dañada. Un quejido metálico escapó de su cuerpo al levantarlo, y mi propia mano protestó con un dolor agudo. Pero no me detuve. "Vamos, amigo. Vamos a salir de aquí".

El Omnitrix, inactivo de su función principal, brillaba tenuemente con un amarillo opaco. Notándolo, quise gemir, pero deje de lado las implicaciones de tal color en el dispositivo para otro momento y lo miré con frustración.

Llevando mi mano vendada al dial. Era hora de ver que tanto había avanzado mi comprensión a una pieza de tecnología nivel 20.

'Por favor no la cagues', rece y enseguida gire el dial en una cadena de comandos específica duramente codificada. 

Cabe recalcar, que nunca había manipulado a la ligera el Omnitrix a distinción de Ben Tennyson. No sin al menos tener el intelecto de Materia Gris respaldando el más mínimo avance en el, e incluso entonces, nunca me había aventurado más allá de los sistemas superficiales e inocuas. Por Jesús, María y José, la cosa no era solo el Arca de Noé, sino potencialmente también una bomba a la envergadura del Juicio Final, mi precaución estaba justificada, mucho más si no había Azmuth para desactivarla. Entonces si, no sabía mucho, y lo poco que sabía era intransigente en comparación a todas las complejidades del reloj alienígena.

Pero no todo era inútil. Eso se demostró cuando finalmente había accedido con éxito a las funciones secundarias de la interfaz.

"Bueno, victoria" Murmuré, acomodando a Julio en mis brazos mientras ingresaba otro comando que liberó el mapa de la cosa, hubiera sido mucho más fácil utilizar la capacidad de orden por voz, pero eso era algo que apenas estaba raspando con ayuda de mi alter ego dado que dicha función estaba vinculada a la propia inteligencia artificial del Omnitrix. Pero pasando a lo realmente apremiante. Examine el mapa en pantalla, en el había un punto destacado, posiblemente una señal de civilización. No sabía qué esperar, pero cualquier lugar era mejor que este páramo.

Comenzando a caminar, cada paso más pesado que el anterior. El calor del sol me golpeaba sin piedad. Sudaba a mares, la deshidratación y el peso de Julio, combinado con el dolor de mi mano, hacía que cada metro recorrido se sintiera como una maratón. Aun así, no me detuve mientras sentía mi boca secarse lentamente.

"Papá…" Julio murmuró de nuevo, su voz apenas era audible.

"Tranquilo, estás a salvo conmigo", respondí, respirando el aire caliente y seco, ignorando el título por la paz mental que proporcionaba a la máquina, aunque no estaba seguro de a quién intentaba convencer más. 

Con cada paso, el portal destruido se desvanecía en la distancia, dejado atrás. Pero al mirar a Julio en mis brazos, otra responsabilidad cayó sobre mis hombros.

'Al Diablo', la civilización podía estar a kilómetros de distancia, y las probabilidades estaban en mi contra por ahora. Pero mientras tuviera a Julio conmigo, seguiría avanzando. Porque yo soy su padre ante sus ojos.

—-

[En la carretera]

Levantando polvo y tierra a su paso, un semi-remolque Peterbilt 362 azul y rojo condujo en solitario sin ningún tipo de carga o remolque detrás suyo a una velocidad constante, solo un poco por debajo del límite establecido en 50 mph según el Sistema de Costumbre de EE. UU. (80 kph en el Sistema Métrico Decimal).

Sin que nadie lo supiera, no había un "conductor" al volante, no uno completamente convencional. Por eso los cristales y ventanas eran altamente polarizadas, manteniendo al mundo exterior ajeno a las anormalidades del vehículo autónomo según la ilusión del hombre y su forma de ver el mundo. Una mentira piadosa se podría decir, después de todo, ver para creer.

"Ratchet a Optimus ¿Cómo va el viaje?".

Entonces la radio cobró vida dentro de la cabina del camión, llamando al líder oculto a plena luz: "Estoy a mitad de camino Ratchet, viejo amigo ¿Que tal van las reparaciones de tu lado?". 

"Para ser honestos, no muy bien. Me tomara de unas 5 a 9 horas reconfigurar y programar todo el daño en la base de datos e incluso entonces-, nada, no te preocupes", Optimus no dijo nada, pero él sabia que Ratchet estaba pasando por una mala racha en los últimos tiempos. 

De alguna manera, desde que la computadora había captado rastros de una deformación espacio temporal hacía más de un decaciclo terrestre, las cosas habían sido… cuestionables. Al principio, Optimus, como todos el resto de su equipo, creyeron en ese entonces que se trataba de actividad cybertroniana, ya fuera la llegada de flotas aliados, o, más posiblemente enemigos que encontraron sus rastros hasta este sistema estelar como bien había sucedido varias veces en el pasado en su tiempo a bordo del Arca después de que Cybertron se apagó

El fallo, a su gente y a su planeta hogar, y aunque la Matrix de Liderazgo eliminó toda duda de su valía, parte de él también sintió pena por el camino que eligió su hermano en todo menos en sangre, Megatron, D-16.

De minero sin nombre propio a gladiador invicto y ovacionado bajo el nombre de uno de Los Trece, Megatronus Prime. En ese entonces él sólo era Orión Pax, un archivista del Salón de Registros bajo el ala de Alpha Trion que intentaba encontrar un significado más allá de su simple designación como era norma en aquel tiempo.

Luego vino el desastre, los problemas acumulados por eras se materializaron y salieron al descubierto, al principio fueron actos terroristas, pero pronto escaló al punto sin retorno en el mismo momento que el Alto Consejo lo nombró a él Optimus Prime en vez de a Megatron. Desde entonces ambas facciones entraron en pleno conflicto. Basta decir que, él constantemente se cuestionaba a sí mismo y sus acciones, no por inseguridad o debilidad, sino para que, con su sabiduría, pudiera asegurarse de siempre tomar la mejor opción sin renunciar a sus principios como Autobot. Y así seguiría.

Fue cuando las minas de energon dejaron de producir nuevas vetas que la guerra se extendió por las estrellas, una de esos tantos planetas afectados era el mismo que recorrían sus llantas en la actualidad. Él no estuvo entre los presentes, sin embargo sabía de las posteriores masacres que hubo tiempo después.

En los registros posteriores, la humanidad que observaron a la distancia apenas daba sus primeros signos de sapiencia en su camino evolutivo, su más grande descubrimiento era el fuego. Puede que a Ratchet no le gustara, pero eones más tarde y la humanidad ya estaban raspando la superficie de lo que alguna vez fue su propio mundo.

Tal vez más de lo que dejaban entrever.

Desviándose del caminó pavimentado, finalmente, llegó al lugar donde el portal terrestre había colapsado. La escena era un caos. Fragmentos de metal, concreto y vidrio estaban esparcidos por todas partes, mezclados con tierra y arena. El suelo estaba marcado por un cráter irregular, evidencia del poder que había desatado el colapso. Optimus se transformó, su imponente figura emergiendo entre el polvo y los escombros.

Caminó con cuidado, evaluando los restos. Eventualmente encontrando algo que llamó su atención, agachándose hasta la mitad de su tamaño, extendió su mano a la par que sonaba un tono de llamada: "¿Qué quieres ahora Prime?". Una voz, irritada, casi molesta de hecho, exigió con autoridad sin importarle a quien se estaba dirigiendo desde el comunicador.

"Agente Fowler, le pediría reunirse conmigo en el búnker, si es posible, para esclarecer alguna de mis dudas", bien pudo decírselo ahí mismo, pero la confidencialidad era apremiante, aparte que un contacto directo podría facilitar algunas cosas. 

Por su parte, Fowler no colgó la llamada, en realidad pareciendo contemplar la petición: "Estaré allí en 2 horas Prime".

Optimus le agradeció y colgó, su mano arrancando algo enterrado del suelo con un tirón, una nube de polvo estalló desdibujando las diminutas huellas que no escaparon a la visión del perspicaz cybertroniano.

"Ratchet, estoy regresando a base".

"Entendido Optimus".

—-

[A unos kilómetros, contraria a la posición de Optimus]

Alex camino al raz de la carretera con Julio en su brazo izquierdo mientras que con su mano derecha levantaba el pulgar a cualquier vehículo que pasaba en búsqueda de un aventón.

A la distancia había signos de una ciudad que daba la bienvenida con un señalamiento con la leyenda en negrita.

JASPER