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Chapter 7 - Capítulo 7: Oasis XXI

-Si algo puede salir mal, saldrá mal- Ley de Murphy.

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Como parecía costumbre desde hacía tiempo de mi llegada a esta versión de la Tierra, la calidez del sol caía sin piedad o fin sobre mi piel o el asfalto de la carretera empolvada, un horno infernal, seco e infinito literal hasta que la noche se comprometiera, muy desigual al calor ampuloso de Brasil. Mientras tanto, yo avanzaba en una marcha tambaleante y con el sudor cayendo en ríos por... si, bueno, todos lados.

Mi cuerpo maltrecho más allá de la norma o recuerdo, cubierto de rasguños y polvo. Pugnaba por mantenerme en pie.

Por su parte el paisaje desolador de una llanura seca y vacía que se extendía hasta donde alcanzaba la vista era monótono al menos más allá de algún cactus o vegetación seca desperdigada propia del paraje.

Esperaba arrástrame unos cuantos kilómetros más hasta ver rastro de civilización. Sin embargo, tuve suerte, y a lo lejos, descubrí un destello de certidumbre: una pequeña estación de gasolina, el contemporáneo del siglo XXI a un oasis.

A fuerzas menguantes, por poco tropiezo con una intrépida lagartija que cercenó su cola en huida, más no podía detenerme a bizarro encuentro o a la provocadora idea de colapsar ahí mismo al filo de la carretera.

'Tan... cerca...', incluso mis pensamientos sonaban áridos: 'Agua…'. La sola idea de la bebida era ladino y traicionero, no subestimes lo rápido que alguien puede perder líquido en un desierto.

'Concéntrate, concentrarte', no era idiota, podía con esto. El roto MP3 que llevaba en la mano es prioridad, un tesoro y el último vestigio realmente importante de Julio.

"Solo espera un poco más Julio *jadeo*, se fuerte. Prometo *jadeo* que encontraré algo *jadeo* para que te recuperes de verdad", este era el momento.

Aunque Julio estaba en estasis, incapaz de escucharme desorbitar, hablaba con él en voz baja, como si el acto de comunicarme pudiera dar ese último empujón.

Llámalo poder de la amistad, espíritu humano, dramatismo, teatralidad, eufórica o simplemente terquedad, lo que realmente importa es que finalmente alcance la entrada de la tienda contigua a la estación de gas en un sprint final (o cuál sea el equivalente a empujar tus piernas con la mínima coordinación mermada por el cansancio).

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Apoyado en el mostrador, Adam estaba distraído con su teléfono mientras el día transcurría lento y monótono. Quería dormir, recuperar algo de sueño, acostado en el colchón de su departamento alquilado, completamente noqueado y ajeno de las complejidades que lo agobian 24/7.

-Compra un auto seminuevo-

-Consigue la vida que quieres en un solo click-

-Casas en venta, Los Ángeles-

-Boletos de avión-

-Gana un millón de dólares-

-Boletos de lotería-

En cambio, navegaba aburrido por la barra de búsqueda en el navegador de su celular de segunda mano, imaginando cómo sería si sus sueños se cumplieran en el acto por más pequeña que fuera la posibilidad.

"I got a feeling~

That tonight's gonna be a good night~

That tonight's gonna be a good night~

That tonight's gonna be a good, good night~".

Estaba harto del zumbido de las luces fluorescentes y el olor constante a café rancio y plástico quemado que ya formaban parte del paisaje de su turno diurno. Así que tarareó su letra favorita como una alternativa para hacer todo más llevadero. Una canción perteneciente a un disco musical que de vez en cuando reproducía su compañero de arrendamiento en la bosnia de la sala del departamento.

"I got a feeling~

That tonight's gonna be a good night~

That tonight's gonna be a good night~

That tonight's gonna be a good, good night~".

Como estudiante de derecho de 23 años, acostumbrado a largas jornadas de estudio y trabajo, había aprendido a lidiar con el aburrimiento y el cansancio (aunque a duras penas), pero todo tenía un límite y él estaba cerca del suyo. Así que, cuando la puerta automática de la tienda se abrió con un chirrido mecánico, interrumpiendo su momento, su vista inherentemente apática se desvió automáticamente hacia el nuevo cliente, esforzándose por ocultarlo debajo de una fachada menos apagada.

'Hora de trabajar. Yuuppi~ maldita sea'.

Su línea de pensamiento pronto demostró cambios, al igual que su rostro. Cautela y fastidio, principalmente, a lo que sólo podía catalogar como otro de esos momentos indeseables.

'Un vagabundo, oh Jesús Cristo ¿Por qué?', fue su primera respuesta al escanear la silueta del hombre.

Aunque joven, casi de su edad (mayor o menor no importaba), eso solo resaltaba aún más su ropa cubierta de polvo y manchada de mugre, maltratada, como si hubiera atravesado un desierto a pie: 'Tacha eso, él en definitiva lo hizo. Todo un trotamundos. Quizás un inmigrante desafortunado, más razones para desconfiar. ¿Debería llamar a la policía?'. Esa parecía la respuesta más lógica, le dijo la parte de él que se regía por la ecuanimidad. No quería tratar con más mierda engorrosa e inútil de la que ya lidiaba, sin embargo, estaba cansado, y tampoco estaba entusiasmado por la idea de ser interrogado por oficiales de la ley, por lo que, haciendo una balanza mental, se decantó únicamente por ver con una mirada de reojo al muchacho deshidratado que vagaba por la tienda.

Tomando nota por primera vez del aspecto del tipo. Había algo en su postura, en la forma en que apretaba los puños y mantenía los hombros tensos, que le dio a Adam una sensación de alerta inmediata. Ese tipo no era común, y la premura de llamar a las autoridades tomó más fuerza dentro de él.

Cabello oscuro y revuelto caía en mechones sobre su frente sudorosa, y sus ojos... hundidos y rodeados de ojeras. Adam enseguida detuvo su enlistado, mirando directamente al muchacho, parte de él confraternizó al encontrar un semejante igual de agotado por las estupideces del mundo.

Notando algo, el vagabundo giró su cabeza y miró a Adam. Descubierto, Adam fingió seguir revisando su teléfono, aunque no pudo evitar observar de reojo cómo el extraño se dirigía directamente a las neveras al fondo de la tienda. La manera en que abrió la puerta de cristal, casi arrancándola de sus bisagras, y tomó una botella de agua con manos temblorosas, hizo que Adam se enderezara en su asiento. El extraño destapó la botella y comenzó a beber con una avidez rozando lo vehemente.

"¡¡Hey!! ¡Detente ahí!", él llamo saltando del mostrador e interceptando al idiota en cuestión de unas pocas zancadas alrededor de los estantes. No amaba su trabajo, tampoco estaba en buenos términos con su jefe a cargo, pero era lo que pagaba sus facturas, perderlo era equivalente a más problemas del que le gustaría admitir.

"¡Idiota cabeza de-! ¡Esto no es un albergue! ¡Tienes que pagar antes de consumir algo!". Literalmente explotando como una bomba de relojería cronometrada, Adam dejó salir sus frustraciones y malestar a lo que era la última gota que desbordó el vaso simbólico de su paciencia.

Extendiendo la mano en un arranque irracional de irritación, sus dedos alcanzaron el brazo del hombre, notando de inmediato algo extraño. Su muñeca, estaba envuelta en un dispositivo inusual, parecía la fusión de un reloj y un brazalete ornamental de varios tonos grises, nada proveniente de un catálogo moderno, no sabe con exactitud (por algo estudiaba derecho). Más bien sacado de una película o serie de ciencia ficción.

Aparte de eso, más arriba, había claras cicatrices delgadas y rosadas que serpenteaban por su piel que promovía un aspecto para nada gentil o airoso: 'Joder'. En su otra mano igual de áspera, el hombre sostenía el modelo de un MP3 recién sacado al mercado en el último año que había visto presumir a alguno de sus compañeros mejor parados de la facultad (inútiles pretenciosos).

Aunque a duras penas pudo ver el parecido, siendo que la cosa estaba casi en su totalidad modificada de principio a fin, cables descarapelados sobresaliendo de su esqueleto y piezas electrónicas, todas expuestas al aire libre.

Como era obvio, el contacto fue suficiente para que el extraño reaccionara. Fue entonces que, con un movimiento rápido, se zafó del agarre de Adam y lo miró con una intensidad que lo dejó helado. Los ojos del hombre, aunque cansados, tenían una seriedad y dureza a diferencia de los suyos propios que hicieron que Adam retrocediera un paso y medio, por poco dos, levantando las manos en señal de rendición.

"Lo siento, no quería...", balbuceó Adam, ahora lúcido de sí mismo, sintiendo un nudo en el estómago al pensar que había provocado a alguien peligroso en su imprudencia.

El hombre por su parte no respondió de inmediato. Solo lo miró, evaluándolo: '¡Mierda! ¡Estoy jodidamente acabado! ¡¿Por qué soy tan imbécil y no me quede quieto?!'. Entonces hubo un momento tenso, una lucha silenciosa de miradas que él perdió casi de inmediato en su búsqueda de apoyo en una fuerza mayor antes de que el extraño rompiera el silencio. Con movimientos lentos, Adam se conmovió cuando el extraño sacó varios billetes de su bolsillo trasero en vez de un arma como había creído que sería el caso.

Dejando caer la bola de dinero arrugado en la mano de Adam. Contó billetes de cinco, diez y veinte dólares a primera vista, sumando un total de doscientos cincuenta para cuando terminó de enumerar.

"¿Es suficiente para que me dejes en paz y pueda seguir comprando?", preguntó él ahora dudoso vagabundo, su voz ronca y cargada de cansancio hablando en un perfecto inglés.

Adam tragó saliva e ignoró selectivamente el hecho de que la otra parte hablara su mismo idioma. Mirando el dinero. Era mucho más de lo que cualquier cliente solía gastar en esa tienda. A regañadientes, asintió, aunque no pudo evitar seguir al hombre con la mirada mientras este continuaba recogiendo artículos de los estantes. Manteniendo una distancia prudente, él lo siguió por los pasillos. Observó cómo aquel tipo seleccionaba baterías, cables y juguetes mecánicos baratos con una precisión casi metódica. Cada movimiento parecía calculado, como si supiera exactamente lo que necesitaba.

Cuando finalmente llegó al mostrador, Adam volvió a su lugar detrás de la caja registradora. Escaneó los artículos en silencio, notando cómo el hombre mantenía su brazo izquierdo cerca del cuerpo, ocultando el extraño dispositivo. La tensión en el aire era palpable.

"Son treinta y cinco dólares con cincuenta centavos", dijo Adam, tratando de mantener la compostura.

Levantando una ceja, Adam se abofeteó en su mente, él ya tenía el dinero, brillante.

"Está bien, aquí. Y gracias por no echarme". Por suerte el hombre no se molestó, en cambio sacó otro fajo (esta vez significativamente más reducido) sobre el mostrador y recogió sus compras, incluso agradeciéndole de paso mientras se giraba para salir.

Al final, fuera de lugar, aunque significativamente aliviado, Adam no pudo evitar notar cómo el dispositivo en la muñeca del sujeto emitía un tenue destello verde casi imperceptible, pero suficiente para despertar su curiosidad en medio de su andar. Cuando la puerta automática se cerró detrás del hombre, Adam se quedó inmóvil, mirando fijamente hacia la luz del día que se filtraba desde el exterior.

Había algo en ese extraño tipo que lo inquietaba profundamente.

*Suspiro*

Adam volvió a sentarse detrás del mostrador, pensando que hacer con su nueva propina/soborno después de lo que bien pudo estar en el Top 20 de sus peores experiencias. Tal vez destinar el dinero a su fondo universitario sin fin, pero no importa que, no pudo sacarse de la cabeza la sensación de que acababa de presenciar algo importante.

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Afuera, Alex se sentó en el borde de la acera junto a la estación. Colocó el MP3 sobre sus rodillas y comenzó a trabajar con los materiales que había comprado con más de la mitad de sus ahorros de emergencia. Mientras tanto, él lo que sus manos se movían con destreza, su mente siempre volvía al momento en que había tomado la decisión de desguazar el armazón de Julio por el bienestar de IA.

La escena estaba grabada en su memoria.

Para entonces ambos ya habían estado avanzando casi una hora juntos por un terreno escarpado, y Julio comenzaba a mostrar signos evidentes de desgaste.

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"Yo... no estoy seguro...".

Me detuve y mire al armatoste que era mi amigo con preocupación,

"No digas eso. Es solo temporal. Necesitas descansar un poco". Intento volver a razonar mientras siento mis brazos cada vez más insoportables al pasar de los segundos.

"No es tan simple... si hiberno y no vuelvo a encenderme, todo será en vano".

'Carajo Julio, no hagas esto más difícil para mi de lo que ya es'. Apretando mi mandíbula, sintiéndome impotente. Sabía que Julio tenía un punto al ser reticente, pero no estaba dispuesto a rendirme.

"¿Tienes miedo?". Busco una respuesta.

"...". Nada, pero el silencio mismo es una contestación.

Suspirando para mis adentros, reúno mi los fragmentos mente dispersa para intentar encontrar solución a este problema.

"Escucha Julio", digo con firmeza: "Honestamente. Todo es una mierda para mí en este punto. Sonará cliché porque lo es, pero hay una forma de mantenerte a salvo hasta que encuentre una solución, remedio, arreglo o lo que sea ¡Pero maldita sea! Necesito que confíes en mí ¡No se que mas decirte para convencerte! ¡Soy tu-! *Trago* Padre ¡Carajo!".

Julio guardó silencio por un momento antes de responder, esperaba que funcionara. Esto ya estaba sobrepasado mis límites y tocando fibras muy sensitivas de mi persona.

"Está bien. Confío en ti".

'Gracias a Dios...'.

Con cuidado, desmonte lo mejor que pude el armazón de Julio con las manos a falta de mejores herramientas a la par que la inteligencia artificial iniciaba en autonomía su estado de ahorro de energía. Extrayendo su núcleo de memoria. Fue un proceso lento y meticuloso, cada paso cargado de una mezcla de tristeza y determinación. Cuando terminó, sostuve el pequeño dispositivo entre mis dedos y miré el reproductor Mp3 con la pantalla fracturada.

"Gracias... Prometo que esto es solo algo temporal". ¿Acaso se acababa de poner una bandera sobre sí mismo? Ojalá y no.

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De vuelta en el presente, Alex terminó de ensamblar un pequeño aparato improvisado con las baterías y los juguetes mecánicos que había comprado. Era una monstruosidad de cargador portátil glorificado, bien, sin embargo, apto para mantener el MP3 funcionando por más tiempo. Utilizando el extremo con los adaptadores, Alex escudriñó lo que alguna vez fue un reproductor de música hasta que halló el puerto de entrada correspondiente al cable en sus manos. Observando cómo una pequeña luz indicadora se encendía ipso facto, señalando que el dispositivo estaba recibiendo energía.

"Menos mal, ahí lo tienes. Un poco más de tiempo para ambos". Guardó el MP3 en el bolsillo de sus jeans y se levantó apoyando en una pierna para tomar impulso, un gesto muy especial. Y bueno, mirando hacia la ciudad que se extendía en el horizonte. Jasper ya no estaba lejos de todos modos.

¡El punto era que estaba cerca de terminar! Sea lo que sea, Alex comenzó a caminar hacia el corazón de la ciudad, no consciente de que el verdadero desafío apenas estaba comenzando. Su desafío al mundo pronto correspondida por un trío de autos deportivos negros y violetas que patrullaban en la periferia. Uno de ellos. En un giro de la ironía, pasando a gran velocidad sin darle una segunda mirada despectiva al insignificante humano que caminaba por la acera de la urbe urbana.

"¡Imbécil! ¡Es una calle! ¡No una pista de carreras! ¡Fíjate!".

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[Nota de autor][Si quieres puedes saltarla]

[Bueno ¡Hola a todos! ¡Espero les esté gustando la historia! Voy a ser breve, acabo de tener una epifania y pensé 'Oye… ¿Y si hago más largos los capítulos? Digamos, el doble de largos (4,000-6,000 palabras aprox)', ¿Que opinan? ¿Los alargó o los dejó así? Tengan en cuenta que si se alargan es muy posible (casi seguro) que me tarde más tiempo en publicar, pero con ello, puedo desarrollar más la historia como mejor me parece. No se, piénsenlo y luego lo comentan, ahí veremos que sucede al final. Chao]