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Chapter 3 - Capítulo 3 La Infiltración

Capitulo 3

Tras la decisión de tomar acciones más drásticas, Leo y el grupo se preparan para un ataque a una base militar cercana. Saben que necesitan planos y armas para llevar a cabo su plan, pero no tienen experiencia en el combate ni en la obtención de información crítica. Sin embargo, la determinación de recuperar su libertad es más fuerte que cualquier miedo.

El capítulo comienza con el grupo reunido en un lugar seguro, donde discuten su estrategia. Clara, con su conocimiento sobre tácticas de guerrilla, propone dividirse en dos equipos: uno se encargará de distraer a los guardias mientras el otro se infiltra en la base. Leo escucha atentamente, consciente de que todo depende de la precisión del plan.

Antes de salir, Leo revisa sus materiales. Tiene una idea de cómo crear explosivos rudimentarios, pero necesita saber cómo ensamblar las armas que planean sustraer. "No puedo hacer algo que no conozco a fondo", les explica. Así que se enfocan en conseguir planos detallados de las armas que puedan encontrar.

La noche cae y el grupo se mueve sigilosamente hacia la base militar. La tensión es palpable; cada ruido parece amplificarse en el silencio de la oscuridad. Una vez frente a la cerca perimetral, Clara y su equipo inician la distracción: lanzan fuegos artificiales y gritos lejanos para atraer la atención de los guardias.

Con los guardias distraídos, Leo y los Chichos logran escalar la cerca y entrar en la base. Se mueven rápidamente entre las sombras, buscando el edificio principal donde se almacenan las armas y los planos. El corazón de Leo late con fuerza mientras recuerda que cada segundo cuenta.

Dentro del edificio, encuentran estanterías llenas de armas y documentos clasificados. "¡Aquí están!", exclama uno de los Chichos al descubrir un archivo con planos detallados. Mientras lo revisan, Leo siente una mezcla de emoción y ansiedad; sabe que esto podría cambiarlo todo.

De repente, escuchan pasos acercándose. Sin tiempo que perder, deciden llevarse lo que pueden. Leo toma algunos planos clave sobre armamento ligero y explosivos, mientras otros cargan rifles automáticos y municiones.

Mientras se preparan para salir, un grupo de soldados aparece al final del pasillo. La adrenalina inunda a todos cuando deben decidir rápidamente entre luchar o escapar. Optan por retirarse; saben que no están listos para un enfrentamiento directo.

Logran salir con sus botines y los planos en mano justo antes de que los soldados lleguen al área. Con el corazón desbocado, corren hacia la cerca y saltan nuevamente al otro lado justo cuando se oyen disparos detrás de ellos.

Al llegar a su refugio seguro, el grupo celebra su éxito pero también reflexiona sobre lo arriesgado que fue todo. Leo extiende los planos sobre una mesa improvisada; ahora tienen lo necesario para comenzar a construir su arsenal. Sabe que aún queda mucho por hacer y que cada decisión será crucial en su lucha.

Con la adrenalina del asalto a la base militar aún latiendo en sus venas, Leo y el grupo deciden que lo mejor es esperar hasta que Luna cumpla 18 años para llevar a cabo su plan. Aunque tienen los planos y armas, saben que no están listos para un enfrentamiento real. Durante los próximos meses, se enfocan en practicar el ensamblaje de armas y mejorar sus habilidades de defensa personal.

Marco, recordando viejas conexiones, menciona que tal vez conoce a un experto en artes marciales que podría ayudarlos. Es un viejo amigo de la infancia que ha vivido en el extranjero y ha regresado recientemente. Sin pensarlo dos veces, deciden que Marco se contactará con él para ver si está dispuesto a entrenarlos en secreto.

Mientras tanto, Leo se dedica a estudiar los planos de las armas. Se convierte en un experto autodidacta, buscando formas de optimizar lo que han encontrado. El grupo establece un horario estricto de entrenamiento en su refugio: cada tarde se reúnen para practicar técnicas de combate y ensamblaje, siempre con la puerta cerrada y las ventanas cubiertas.

Finalmente, Marco logra contactar a su viejo amigo, quien acepta conocerlos. Se llama Javier y es un experto en diversas disciplinas de lucha. La primera reunión se lleva a cabo en un parque alejado, donde pueden hablar sin ser vistos. Javier es una persona carismática y directa; nota inmediatamente la determinación del grupo.

"¿Por qué quieren aprender a pelear?", les pregunta con curiosidad. Leo responde con sinceridad sobre su situación y sus planes futuros. Javier escucha atentamente y, tras una breve reflexión, acepta entrenarlos bajo una condición: deben comprometerse al 100% y mantener todo en secreto.

Los entrenamientos comienzan al día siguiente. Javier les enseña no solo técnicas de combate físico, sino también estrategias mentales para mantener la calma bajo presión. Cada sesión es intensa; sudan y luchan mientras aprenden a defenderse unos a otros.

El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte cuando Javier llegó al refugio, listo para impartir otra intensa sesión de entrenamiento. La atmósfera estaba cargada de energía; el grupo sabía que cada minuto contaba y que cada lección podría ser crucial para su futuro.