Capitulo 5
Sara se sentó en la mesa improvisada del refugio, rodeada de cables y componentes electrónicos. Sabía que conseguir un computador y una red WiFi segura era crucial para el grupo, pero Leo no tenía idea de cómo construir uno. La situación era complicada; necesitaban dinero para financiar su alimento y equipamiento, y el tiempo apremiaba.
Mientras pensaban en cómo resolverlo, Clara sugirió: "Podríamos vender algunas de las armas que hemos encontrado en nuestras misiones. Pero necesitamos un comprador confiable y un lugar seguro para hacerlo".
Luna, siempre astuta en sus contactos, propuso: "Conozco a alguien en la capital que podría estar interesado. Pero necesitamos un vehículo que funcione bien para llegar hasta allí".
Sara frunció el ceño. "Eso es un problema. Leo no puede construir un computador a partir de cero, y las armas no nos darán suficiente dinero para lo que necesitamos".
De repente, una idea iluminó la mente de Sara. "¿Y si en lugar de vender armas, ofrecemos nuestros servicios como equipo? Podemos ayudar a otros grupos a resolver problemas tecnológicos o de seguridad a cambio de recursos o dinero. Así ganaríamos lo suficiente para conseguir el computador".
Clara asintió con entusiasmo. "Esa es una excelente idea. Podemos combinar nuestras habilidades: Luna puede hacer las conexiones necesarias, yo puedo liderar las negociaciones, y Javier puede encargarse de la seguridad en el terreno".
Marco añadió: "Y yo puedo planear las misiones para asegurarnos de que todo salga bien".
Leo se sintió aliviado al escuchar el plan. "Mientras tanto, puedo trabajar en los vehículos y asegurarme de que estén listos para cualquier situación".
El grupo se organizó rápidamente. Luna contactó a sus fuentes en la capital y logró establecer una reunión con un grupo que necesitaba asistencia tecnológica urgente. Mientras tanto, Clara se preparó para negociar los términos del intercambio.
El día de la reunión llegó, y el grupo se dirigió al lugar acordado. Con Marco cuidando las espaldas y Javier supervisando cada movimiento, Sara tomó la delantera en la conversación. Explicó cómo podían ayudarles con sus problemas tecnológicos a cambio de recursos.
Al final de la reunión, lograron un trato favorable: recibirían materiales y algo de dinero por su ayuda. La emoción era palpable entre ellos cuando regresaron al refugio.
Con los nuevos recursos en mano, Leo se puso a trabajar en los vehículos mientras Sara comenzaba a buscar opciones para comprar un computador y establecer una red WiFi segura e inrastratable.
Sin embargo, mientras investigaba opciones en su antiguo dispositivo, Sara notó algo inquietante: había señales de que alguien estaba monitorizando sus movimientos digitales. Ella sabía que tenían que actuar rápido.
"Necesitamos reforzar nuestra seguridad cibernética antes de continuar", advirtió Sara al grupo. "No podemos permitirnos ser rastreados mientras buscamos el computador".
Decidieron entonces construir una red privada virtual (VPN) utilizando algunos equipos antiguos que tenían y reforzar sus dispositivos con software de cifrado. Sara se encargó del proceso, aplicando todo su conocimiento sobre ciberseguridad.
Finalmente, con el equipo listo y la seguridad reforzada, estaban preparados para avanzar hacia su objetivo: obtener el computador y asegurar su futuro como grupo.
**Capítulo 2: La Alianza de Conocimientos**
Las semanas pasaron rápidamente en la base. Sara se convirtió en la maestra paciente de Leo, dedicando horas cada día a enseñarle los fundamentos de la informática. Aunque Leo era brillante en otros aspectos, la tecnología no era su fuerte. Sin embargo, con cada día que pasaba, comenzaba a entender un poco más.
"Recuerda, Leo, el primer paso es siempre entender cómo funcionan las cosas", le decía Sara mientras dibujaba diagramas en una pizarra improvisada. "Si quieres construir cámaras de seguridad, necesitas saber cómo funcionan los sensores y el procesamiento de imágenes".
Leo fruncía el ceño, tratando de seguir el ritmo. "Es como armar un rompecabezas, ¿verdad? Pero a veces las piezas no encajan", respondió con una sonrisa nerviosa.
"Exactamente", rió Sara. "Y lo mejor es que si no encajan, puedes hacer tus propias piezas".
Con el tiempo, Leo comenzó a hacer progresos. Aprendió a programar pequeños scripts que le permitían controlar dispositivos básicos. Juntos diseñaron un sistema de cámaras que se instalarían en las entradas del viejo almacén. Sara le mostró cómo utilizar placas base y sensores, mientras Leo empezó a construir prototipos.
Con el dinero ganado del servicio ofrecido, lograron comprar materiales esenciales para blindar las entradas de la base. Las primeras cámaras fueron un gran éxito; instalarlas les dio una sensación de seguridad renovada.
Una noche, mientras revisaban los planos para el sistema de reconocimiento de voz y facial, Clara entró en la sala con una expresión emocionada. "¡Chicos! He estado hablando con algunos contactos y creo que hay una oportunidad para conseguir más dinero".
Sara levantó la vista, intrigada. "¿De qué se trata?"
"Un grupo en el sur está buscando mejorar su seguridad también. Ofrecen pagar bien si podemos ayudarles a implementar un sistema similar al nuestro", explicó Clara.
Sara sonrió al escuchar esto. "Eso significaría más fondos para nosotros. No solo podríamos mejorar nuestra base, sino también expandirla".
Con el nuevo impulso económico en mente, decidieron aceptar el proyecto y trabajar juntos para diseñar un sistema personalizado para el grupo del sur. Durante días, se sumergieron en los detalles técnicos y adaptaron su conocimiento a las necesidades del nuevo cliente.
Mientras tanto, Leo continuó perfeccionando sus habilidades bajo la atenta mirada de Sara. A medida que avanzaban con el proyecto externo, también trabajaron en la remodelación del almacén; cada rincón debía transformarse para convertirse en un espacio funcional y seguro.
Con los nuevos fondos asegurados tras completar el proyecto para el grupo del sur, se pusieron manos a la obra para remodelar su base. El viejo almacén necesitaba mucho más que solo cámaras; era hora de crear un espacio donde pudieran entrenar y experimentar.
Sara hizo una lista de lo que necesitaban: un área de entrenamiento mejorada, un laboratorio para las creaciones de Leo y un espacio seguro para almacenar sus suministros y vehículos.
"Podemos dividir el espacio en tres secciones", propuso Sara mientras dibujaba nuevos planos en la pizarra. "Una zona para entrenamientos físicos y tácticos, otra como laboratorio donde Leo pueda trabajar sin interrupciones y una última área para almacenamiento seguro".
Clara se encargó de coordinar la compra de materiales necesarios para las reformas. "Necesitamos reforzar las paredes y asegurarnos de que todo esté bien protegido", dijo mientras revisaba los presupuestos.
Leo estaba emocionado por la idea del laboratorio. "Podría empezar a trabajar en vehículos automatizados", comentó con entusiasmo.
Mientras tanto, Javier y Marco comenzaron a limpiar y despejar áreas del almacén que estaban llenas de escombros y objetos viejos. El ambiente se llenó de energía positiva mientras todos se enfocaban en su objetivo común.
Una semana después, después de arduo trabajo y dedicación colectiva, lograron completar las reformas iniciales. La zona de entrenamiento contaba ahora con equipos básicos pero efectivos: pesas improvisadas hechas con barriles llenos de tierra y espacios abiertos donde podían practicar maniobras tácticas.
El laboratorio estaba equipado con mesas largas donde Leo podía experimentar sin distracciones; incluso lograron hacer funcionar algunas luces LED recicladas que encontraron entre los escombros.
Mientras disfrutaban del éxito inicial de su remodelación, Sara sabía que aún había mucho por hacer. La seguridad seguía siendo una prioridad; querían implementar completamente el sistema de reconocimiento facial y voz antes de abrir oficialmente su nueva base.
Luna sugirió: "Podríamos organizar una pequeña demostración para mostrar lo que hemos logrado hasta ahora a otros grupos interesados en nuestros servicios".
La idea emocionó al grupo; no solo les permitiría ganar más dinero sino también establecer alianzas valiosas.
Mientras planificaban la demostración, Leo trabajó incansablemente en perfeccionar su sistema tecnológico. Con cada día que pasaba, sus habilidades crecían exponencialmente gracias al apoyo constante de Sara.
Finalmente llegó el día esperado; varios grupos cercanos llegaron a ver lo que habían construido. La presentación fue un éxito rotundo; todos quedaron impresionados por su trabajo colectivo y sus innovaciones tecnológicas.
Al finalizar la jornada, Clara sonrió al ver cómo habían dejado huella en otros grupos: "Esto es solo el comienzo", dijo con determinación.
Sara miró alrededor y sintió orgullo por lo que habían logrado juntos: no solo habían transformado un viejo almacén en un refugio seguro sino también creado un lugar donde podían innovar y crecer como equipo.
Con nuevas alianzas formadas y recursos adicionales asegurados, estaban listos para enfrentar cualquier desafío futuro; su base ya no era solo un refugio; era un bastión para nuevas oportunidades e ideas brillantes por venir.