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Chapter 46 - Memorias del asesino 6

POV Telmina

–¡Ahhhhhg!

Las húmedas y sucias paredes hacían que los gritos resuenen con mayor potencia. 

Aun no puedo creer que Lufa pueda aguantar tanto.

Esta es la tercera vez que lo suben y sigue vivo.

La primera vez que lo vi solo era huesos y estuvo a punto de morir.

Si llegué a darle comida en el primer momento fue por el simple hecho de no perder la poca humanidad que me quedaba y para demostrarle a mis hermanos la bondad que nunca deberíamos perder aun estando en esta situación.

Sus lamentos se hacían cada vez más fuertes.

Sé que todos lo oyen y también sé lo que piensan. Estoy segura de que todos quieren que siga aguantando, pues desde que llegó solo él fue llamado y nadie más sufrió.

Me sorprende que al regresar no tenga heridas, pero esos gritos no son fingidos, lo sé por experiencia. Así que debe haber padecido un tormento espantoso.

Cada grito gutural me recuerda las palabras que me dijo con tristeza –Tal vez este sea mi castigo por haber sido tan basura con Miena y la gente del pueblo.

¿Castigo? No creo que sea un castigo por eso, pero si Lufa así lo piensa, tal vez le sirva para aguantar todo el martirio que sufre en este momento.

No pasó mucho tiempo antes de que los gritos cesaran.

La tensión aquí abajo era palpable.

Las cadenas tintineantes se acercaron a este lugar.

Todos esperábamos que Lufa siguiera vivo.

Al igual que los demás, también me pegué a los barrotes para tener mejor visión de la entrada.

¡Es él! ¡Sigue vivo! ¡No puedo creerlo!

Me alejé de la entrada y Prion lo arrojó dentro. El pobre cayó como un cadáver.

Sentí la mirada fija de todos, expectantes.

Al revisar el cuerpo de Lufa me di con la sorpresa de que tenía muchas heridas en su cuerpo.

¡No puede ser! ¡Tiene la marca de esclavo!

Pero… es diferente de la de nosotros. No, no es distinta. La única diferencia es que a Lufa se la hicieron con un cuchillo, sino no debería estar sangrando tanto.

Sin pensarlo mucho lo limpié con mi vestido.

Su pecho esquelético sangraba profundamente y mis ojos se humedecieron por la muestra de brutalidad. Creí que ya no me quedaban más lágrimas.

No tienes que morir Lufa.

Por favor, no mueras.

Pasaron muchas horas.

Me quedé junto a él hasta que despertó. ¡Despertó!

Los demás también parecían sorprendidos y se movieron al unísono, acercándose lo más que podían.

El hombre mayor habló con Lufa. Sin guardarse nada, explicó que él fue un mago de séptimo orden capturado por Fullman y que nunca había visto un humano como Lufa. Sobre la marca de su pecho, teorizó que tal vez lo hizo con la daga puesto que el mago no pudo lograrlo de la manera convencional.

Lo más sorprendente fueron sus siguientes palabras, donde contó que su maestro era un mago poderoso de tercer orden que experimentaba con animales, así que afirmó que ese tipo de marcas no podrían mostrar su verdadero poder.

Al principio no entendí por qué el hombre hablaba con tanta emoción, incluso sonriendo, hasta que explicó que el control mental de Fullman no sería tan fuerte con Lufa.

¡Eso significaba que Lufa podía escapar del control total!

Como si todos vieran un rayo de esperanza, se emocionaron. No puedo negar que también sentí un poco de alivio.

Los días siguientes, las frías celdas ya no parecían tan heladas como de costumbre.

La gente habló con Lufa, contándole sus historias, sus vidas antes de llegar aquí y las cosas de las que se arrepentían.

Algunos tuvieron buenos años, otros no tanto, pero todos coincidíamos en querer salir de este maldito lugar, anhelando un futuro.

Los días pasaron.

Mientras todos dormían, a veces conversaba con él.

Le conté mi historia y la de mi familia, pero obviando muchas cosas, ya que me avergonzaba no haber sufrido tanto como los demás.

Claro que sí le mostré mi rostro desfigurado, reprimiendo mis lágrimas al recordar lo que hice para que no abusaran de mi ni de mis hermanos.

Sentí calor en mi corazón al ver su mirada aturdida. Él parecía sentir mi dolor e intentó consolarme de maneras tontas. Jeje, era muy torpe. Estoy segura de que nunca consoló a nadie antes y eso me alegró un poco. Me pareció bastante lindo.

Su cuerpo se recuperó a una velocidad impresionante. Además, no quiso "robarnos" la comida, así que siempre comía solo un bocado.

Al inicio lo negué rotundamente, pues él claramente la necesitaba para recuperarse, pero fue muy terco y terminé cediendo.

Para mi sorpresa y la de los demás, el cuerpo de Lufa fue ganando músculo solo con el bocado diario que comía. ¡Era un monstruo!

Luego de algún tiempo, Prion volvió a llevárselo y sentí dolor en el corazón.

Ese día escuché los gritos desgarradores de Lufa rasgando mi alma.

Mi cuerpo no dejó de temblar durante esas largas horas. Antes de darme cuenta, mis uñas se habían clavado en mi piel por la angustia.

Mucho después los gritos cesaron y recé por que Lufa se encontrara bien.

El sonido de las cadenas hizo que me acerque a las barras oxidadas de metal en un instante.

Mi ser colapsó cuando vi a Prion arrastrando el cuerpo maltrecho de Lufa.

Cuando lo arrojó a la celda, me interpuse para recibirlo y cayó a mis brazos.

Al revisar cada parte, me di cuenta de que no hubo heridas visibles y solté un suspiro de alivio.

Tiempo después Lufa abrió los ojos.

El hombre mayor llamado Vitor conversó con Lufa, tratando de sacar la mayor información posible de lo que hacía Fullman.

Todos escuchamos atentamente el relato de Lufa.

Luego de analizar las palabras de Lufa, Vitor dijo que lo más probable es que Fullman estuviera experimentando cómo recargar mana de manera más rápida, pero aún necesitaba más información.

Más días pasaron y se llevaron a Lufa nuevamente.

Todos estaban seguros de que Lufa sobreviviría otra vez. Yo también esperaba lo mismo.

Lufa gritó, gimió y se desmayó. Así que Prion lo trajo.

No sé cuánto tiempo había pasado, pero desde que llegó Lufa, el mago no volvió a llamar a nadie más que a él.

Él siempre tuvo una sonrisa en su rostro. Aún con toda la tortura que estaba sufriendo nunca se quejó.

Todos aquí estábamos muy agradecidos con él.

Lufa trató muy bien a todos. Mis hermanos, siempre tímidos, ahora eran bastante cercanos a él. Incluso la pequeña Fiemi lo trataba mejor que su propia hermana de sangre: yo; lo cual no me molestó para nada, al contrario, me hizo muy feliz.

Los días pasaron.

Después de la doceava visita al mago, Lufa comenzó a llegar con el cuerpo totalmente magullado y lleno de aberturas en su piel, claramente hechas por una daga.

Cada vez que lo devolvían con más cortes sangrientos sentía que algo se rompía dentro de mi.

Con el tiempo, las manchas rojas de mi vestido incrementaron hasta convertirse en una prenda totalmente carmesí solo por la sangre de Lufa.

Por sus conversaciones con Vitor, todos nos enteramos de que Fullman experimentó con el cuerpo de Lufa incrustándole sangre de bestia mágica que su cuerpo rechazaba como si de agua y aceite se tratara.

Él nunca lo dijo, pero sé que su cuerpo soportaba todo eso a cambio de una cantidad inimaginable de dolor.

Todos alentaban a Lufa a resistir, al menos hasta que su cuerpo pueda volverse inmune y pueda tratar con el mago.

Él solo asintió con una sonrisa que me apretó el pecho.

El tiempo que pasé con él me llenó de felicidad, en ocasiones, incluso llegué a olvidar en la precaria situación en la que nos encontrábamos.

Uno de esos días, cuando conversaba con Lufa rodeada de mis hermanos, la voz enojada del mago llamó a Prion.

Un presentimiento negativo recorrió mi espalda.

Cuando Prion llegó golpeado se me heló la sangre y tomé la mano de Lufa, suplicándole ilógicamente que no fuera.

–Está bien –me dijo con una sonrisa.

No pude detenerlo, solo vi cómo se fue caminando erguido a espaldas de Prion.

Ese día los sonidos provenientes de la parte superior resonaron por todo el lugar, haciendo temblar a todos.

Los gritos de Lufa se fusionaron con los gruñidos lastimeros de lo que parecía ser una bestia.

Cuando todo acabó, Prion trajo a Lufa lentamente. El esclavo parecía herido por su forma de caminar tan lenta.

Recibí a Lufa entre mis brazos, solo para darme cuenta de que todo su cuerpo estaba lleno de heridas, además, tenía un círculo mágico tallado en su espalda con una daga, donde la sangre no paraba de fluir.

Mis lagrimas no dejaron de caer y las usé junto con mis mejillas para limpiar su rostro ensangrentado mientras lo abrazaba con fuerza.

Luego de aquel día nunca más volví a ver la sonrisa de Lufa.