Lufa despertó con un dolor insoportable dentro de su cuerpo.
Trató de aguantar y mostrar una sonrisa a Telmina que seguía llorando, pero no pudo. Su propia sangre se encargó de enviar el dolor por todos los extremos de su ser.
Fullman había experimentado con él de una manera más brutal que las anteriores.
Horas atrás, el mago tomó una daga plateada y dibujó un círculo mágico que encontró en sus grimorios sobre la piel de Lufa, en toda su espalda.
Como si estuviera hablando con su alumno, Fullman le expuso paso a paso lo que estaba haciéndole y lo que le haría a su cuerpo.
El círculo que le grababa lentamente tenía por nombre Obstrucción de Mana y era usado por los magos oscuros para suprimir la absorción de mana del cuerpo de los magos esclavos.
Con una sonrisa retorcida, el mago le explicó que, si bien su cuerpo no absorbía mana, el círculo podía usarse también como un tapón, evitando que el mana escape de Lufa.
La laceración del cuchillo no le provocó mucho dolor a Lufa, pues ya estaba acostumbrado a los cortes.
Su pesadilla comenzó cuando el mago trajo una celda cuadrada de otra habitación y despertó a la bestia que dormía dentro de ella.
El gigantesco lobo gris de ojos rojos comenzó a gruñir con odio, intentando salir de su aprisionamiento.
Fullman lo sacó de su jaula y lo sostuvo con la oscuridad que salía de sus manos, luego, comenzó a quebrarle los huesos y rociar toda la sangre del animal sobre la herida abierta de Lufa.
Lufa gritó por el ardor que sentía en su espalda, mientras que la bestia aullaba por el dislocamiento de sus huesos.
–Siéntete feliz –mencionó Fullman –. La sangre tiene mana y si la absorbes por este círculo quedará dentro de tu cuerpo.
El dolor que sintió en ese momento no se comparó con nada conocido. Su cuerpo se estremeció y trató de zafarse, pero la cuerda con la que estaba amarrado en la mesa no le dejó librarse de su sufrimiento.
Sus manos y piernas quedaron con marcas sangrientas por las cuerdas que le impedían escapar.
Después de una cantidad incalculable de tiempo, Lufa se desmayó por el daño.
Así llegó hasta su celda.
Ahora que despertó, el dolor aún perduraba y no pudo hacer nada para controlarlo, en consecuencia, su rostro se deformó.
Lufa sentía que tenía agujas dentro de sí rasgándole las venas por dentro, explorando cada parte de su interior con la finalidad de torturarlo.
–Lufa, ¿qué pasó? –preguntó Vitor.
Mordiéndose los dientes y apretando los puños, Lufa le contó todo lo que pasó de inicio a fin.
–Escuché teorías de que la sangre tiene mana, pero hasta el momento no se pudo confirmar –mencionó Vitor –. ¿Será que es verdad?
El hombre barbudo parecía bastante intrigado.
–No puedo soportar el dolor. ¿Tienes algún método para ayudarme? –gimió Lufa.
–Lufa… –Vitor puso una cara de lástima –Yo también poseo el círculo de Obstrucción de Mana, pero no debería causarte dolor. Lo más probable es que sea cosa de la sangre de bestia que se fundió con tu sangre.
–¡Mi cuerpo ya tiene sangre de bestia desde las veces anteriores! –gritó.
–Pero no tenías el círculo de obstrucción –respondió –. Tal vez el mana se escapaba de tu cuerpo y por eso no sentías dolor, ahora, en cambio, no puede salir y podría estar provocándote daño. Al menos creo eso, pues el mana de las bestias es difícil de controlar.
–¿No hay solución? Tienes que ayudarlo por favor –rogó Telmina entre lágrimas.
Bajando la cabeza, Vitor murmuró –Lo único que puede hacer es soportarlo hasta que su cuerpo se acostumbre.
Los días siguientes, Lufa sufrió espasmos severos, siendo incapaz incluso de dormir debido al tormento que sentía.
Telmina lloró hasta quedarse sin lágrimas.
El cuerpo de Lufa se fue acostumbrando al dolor, pero antes de que pudiera calmarse, Prion volvió a llevárselo.
Fullman experimentó con Lufa de todas las maneras posibles. Lo mismo pasó con las bestias que trajo, la única diferencia es que las bestias morían rápidamente y podían escapar del sufrimiento.
El mago hizo que Lufa bebiera sangre de bestias, pero al revisar el cuerpo de Lufa y notar que su mana seguía siendo el mismo, cambió su método, así que provocó heridas en la cavidad bucal de Lufa con clavos, para que sus heridas puedan absorber el mana de la sangre.
Aunque este método parecía ineficiente y brutal, Fullman lo anotó en su diario con una sonrisa.
Otro día, el mago abrió una herida bastante grande en el brazo de Lufa, casi cortándolo por la mitad, también proveyéndole litros y litros de sangre de bestias.
Fullman notó que este método también fue ineficiente, además de llevar al borde de la muerte a Lufa. Así que le dio unos días más de descanso.
Cada que el mago lo subía, hacía un experimento diferente que más podría considerarse tortura.
Cuando Prion bajaba a Lufa, no podía evitar poner un semblante triste, que se asemejaba al pesar de los demás encarcelados.
Las personas ya no pidieron que el chico aguantara.
Como si hablara por todos, solo Telmina, quien lucía cada vez más demacrada, abrazaba al cuerpo ensangrentado de Lufa, rogándole que se diera por vencido.
Lufa despertaba solo para aguantar el dolor infernal que quemaba su cuerpo, pero, contrarias a las expectativas de todos, nunca se dio por vencido. Apretando los dientes siempre le prometía a Telmina que lucharía hasta el momento indicado para sacaría de aquel lugar.
Los días de tormento se convirtieron en meses, tal vez años.
Lufa fue la rata de laboratorio de Fullman durante muchas temporadas.
Si el mago tenía alguna idea la probaba en el cuerpo de Lufa. Gracias a ello llegó a olvidarse que tenía otros esclavos.
Por su parte, Prion nunca abrió la boca para comentarlo pues sabía lo que les esperaba si Fullman se enteraba que perdía muchas monedas de plata al mes solo alimentándolos.
Cuando al mago se le acabaron las ideas y sus estudios no mostraron avances, comenzó a experimentar directamente con las bestias.
Durante esos días, Lufa se concentró en adecuarse al dolor que sentía.
Apretando los dientes y tendido en la mesa de experimentación, Lufa observaba los movimientos de Fullman al tratar con las bestias.
En uno de sus experimentos, las garras del mago con un filo impresionante cortaron a un jabalí bestial por la mitad como si tratara con mantequilla.
Fullman separó el cuerpo del animal, fijándose en todos sus órganos que levitaban sobre él. Su vista se posó en su cerebro, específicamente en una circunferencia acuosa y plateada donde debería estar el núcleo mágico de la bestia.
Sus ojos se abrieron al máximo con asombro cuando ese líquido se volvió sólido y cambió al color rojizo característico de un núcleo mágico.
Como su un rayo le cayera en la cabeza, tocó con sus dedos aquel sólido carmesí, estallando en una risa incontrolable.
Luego, tiró las mitades del animal a un costado y atrajo otra jaula.
Con el mismo proceso, partió con delicadeza el cerebro del animal que murió al instante y verificó aquel líquido nuevamente. Pasado algunos segundos, la solución acuosa se convirtió en una piedra rojiza nuevamente.
La risa de Fullman se hizo mayor y comenzó a saltar de alegría.
Tendido sobre la mesa de operaciones, Lufa fue testigo de la locura del mago.
De repente, el mago volteó y se quedó observando fijamente a Lufa, pero por sus pupilas se podía saber que estaba perdido en sus pensamientos.
Agarrando otra bestia, repitió su acción anterior y con la oscuridad de sus manos tomó el líquido cerebral con mucho cuidado.
En ese instante, levantó la otra mano y abrió la boca de Lufa, antes de arrojar el líquido dentro.
Lufa no pudo hacer nada, solo sintió como un líquido viscoso recorría su garganta antes de caer a su estómago y expandirse por todos los rincones de su cuerpo. Esta vez no fue algo desagradable, al contrario, sentía una fuerza fluir por todas sus células.
Fullman puso un semblante de alegría al presionar el pecho de Lufa y sentir que el mana aumentó en gran medida.
–¡Lo logré! –gritó con euforia.
El mago rio por mucho tiempo como un desquiciado, soltando muchos nombres y afirmando que era mucho mejor que ellos.
Fullman atrajo más animales y los cortó, para luego seguir alimentando a Lufa con el líquido antes de que endureciera.
Cada que lo hacía, ponía su palma sobre el pecho de Lufa, midiendo la cantidad de mana depositado dentro de su cuerpo y anotarlo en su diario.
Cuando el mago se quedó sin bestias para experimentar se enojó.
–¡Maldita sea! Ahora tengo que salir a conseguir más de estas estúpidas bestias –escupió con creciente molestia.
Mientras caminaba, dejó a Lufa tendido sobre la meza.
Tomando el pomo de la puerta, estuvo a punto de girarlo, pero se detuvo en seco.
–Espera –pareció recordar algo –. Tal vez…
Fullman giró la cabeza lentamente. Su rostro tenía dibujado una sonrisa macabra.
–¿No tengo muchas bestias encerradas en el sótano?
En ese momento la sangre de Lufa se heló y el dolor que carcomía su alma se evaporó, dando paso a un sentimiento de miedo extremo.
Prion, a un costado, comenzó a temblar del mismo modo, suplicando que su amo diera vuelta y no soltara más palabras.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y odio cuando Fullman dio una simple orden.
–Prion, comienza a traerme a las bestias.