Chereads / History Academy arco 3: El genocida / Chapter 13 - Episodio 13: Antes de los acontecimientos de dark Victor

Chapter 13 - Episodio 13: Antes de los acontecimientos de dark Victor

En una sala subterránea iluminada solo por unas pocas lámparas de emergencia, Trapecio, Amsel, y Palitogood discutían los detalles de su próxima misión. El ambiente era tenso, pero la determinación en sus rostros era clara. Frente a ellos, un mapa de la instalación enemiga estaba desplegado sobre una mesa.

-Tenemos que movernos rápido -dijo Trapecio, con sus ojos ardientes como brasas, su cabello teñido de un rojo intenso-. No podemos permitir que sigan experimentando con esa niña.

Amsel, aún recuperándose de su última batalla, asintió con seriedad. -La prioridad es sacarla de ahí con vida. No podemos fallar.

Palitogood, el más pragmático del grupo, agregó: -Rigor nos dijo que esta misión es clave para evitar que Víctor se convierta en genocida. Tenemos que ser precisos y efectivos.

En ese momento, la puerta de la sala se abrió, revelando a tres figuras desconocidas. Sungonkun, Asagi, y Chomosukez entraron, sus miradas reflejando la misma determinación que el resto del equipo.

-¿Quiénes son ustedes? -preguntó Trapecio, con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

-Somos refuerzos enviados por Rigor -respondió Sungonkun, dando un paso adelante-. Nos dijeron que necesitaban ayuda para infiltrarse en la instalación.

Asagi, con su cabello plateado y ojos agudos, añadió: -Hemos estado luchando por el bien desde hace tiempo. Sabemos lo que está en juego.

Chomosukez, el más joven del grupo, asintió con entusiasmo. -Juntos, podemos lograrlo.

Trapecio observó a los recién llegados por un momento antes de asentir. -Bien. Si Rigor confía en ustedes, nosotros también lo haremos. Pero no hay margen para errores. Esta misión es demasiado importante.

Juntos, revisaron el plan una vez más. La instalación estaba fuertemente custodiada, pero con su combinación de habilidades, tenían una oportunidad. El objetivo: salvar a la niña antes de que los experimentos la destruyeran.

Con la misión clara y un nuevo sentido de unidad, el equipo se preparó para partir. Cada uno sabía que el destino de muchos dependía de su éxito esa noche. La misión no solo era una cuestión de salvar una vida, sino de preservar la esperanza para el futuro.

La misión se llevó a cabo bajo la cobertura de la noche, en un lugar que parecía sacado de una pesadilla. La instalación era enorme, con torres de vigilancia en cada esquina y patrullas armadas recorriendo el perímetro. El grupo sabía que no podían permitirse ningún error.

Trapecio, Amsel, Palitogood, Sungonkun, Asagi, y Chomosukez se dividieron en dos equipos para abordar la misión de manera agresiva y estratégica. El plan era sencillo pero peligroso: un equipo causaría una distracción en la entrada principal, mientras el otro se infiltraría por un acceso lateral menos vigilado.

Trapecio, Sungonkun, y Chomosukez se encargaron de la distracción. Con un ataque coordinado, derribaron la puerta principal y se enfrentaron a los guardias con una furia incontrolable. Trapecio, con sus ojos ardientes y su cabello rojo como llamas, lideraba el ataque, golpeando con una fuerza devastadora.

Sungonkun y Chomosukez, con sus habilidades únicas, respaldaban cada movimiento, creando una escena de caos y destrucción.

Mientras tanto, Amsel, Palitogood, y Asagi avanzaron sigilosamente por el acceso lateral. Usando sus habilidades combinadas, desactivaron las cámaras de seguridad y eliminaron a los guardias con precisión quirúrgica. La tensión era palpable, pero su entrenamiento y determinación los mantuvieron enfocados.

-Estamos dentro -susurró Asagi por el comunicador, sus ojos escaneando el oscuro pasillo frente a ellos.

-Recibido -respondió Trapecio entre el estruendo de la batalla-. Mantenednos informados.

El equipo de infiltración avanzó rápidamente, siguiendo el mapa que habían memorizado. Cada esquina, cada puerta, era una potencial trampa, pero su entrenamiento y coordinación eran impecables. Finalmente, llegaron a la cámara central donde la niña estaba siendo retenida.

La escena era espeluznante. La niña, de no más de diez años, estaba atrapada en una cápsula de cristal, rodeada de maquinaria y tubos que bombeaban líquidos de colores inquietantes. Sus ojos, llenos de miedo y sufrimiento, se abrieron con esperanza al ver a los rescatadores.

-Tenemos que sacarla de ahí -dijo Palitogood, comenzando a trabajar en el panel de control.

Asagi y Amsel se posicionaron para cubrirlo, conscientes de que el tiempo se estaba agotando. Justo cuando Palitogood logró desactivar la cápsula, un grupo de guardias irrumpió en la sala, disparando sin piedad.

-¡Nos atacan! -gritó Asagi, bloqueando las balas con un escudo de energía.

Amsel respondió con una serie de golpes rápidos, derribando a varios enemigos mientras Palitogood sacaba a la niña de la cápsula. Con la niña a salvo en sus brazos, el equipo comenzó su retirada.

-¡Distracción, nos retiramos! -ordenó Trapecio, cubriendo la retirada del equipo de infiltración.

El grupo se reunió en el punto de extracción, donde una nave los esperaba. La misión había sido un éxito, pero no sin un costo. Los cuerpos de los guardias caídos y la destrucción a su paso eran un recordatorio de la violencia que habían tenido que enfrentar.

Mientras la nave despegaba, la niña, aunque débil y traumatizada, logró esbozar una débil sonrisa. Habían salvado una vida y, con ella, tal vez el futuro de muchos más. Pero todos sabían que la batalla contra el mal apenas había comenzado.

Unas semanas habían pasado desde la misión, y la niña rescatada había encontrado un nuevo hogar entre los héroes. Trapecio la cuidaba como si fuera su propia hija, protegiéndola y asegurándose de que se sintiera segura y querida. La niña, que había pasado por tanto sufrimiento, empezaba a sonreír de nuevo, rodeada por personas que la querían y la protegían.

Una tarde, el grupo se reunió en la casa de Trapecio para una comida especial. La mesa estaba llena de platos variados, y el ambiente era cálido y acogedor. Trapecio, Amsel, Palitogood, Sungonkun, Asagi, Chomosukez, y la niña se sentaron juntos, disfrutando de la compañía y la comida.

-Parece que finalmente tenemos un momento de paz -dijo Palitogood, levantando su vaso en un brindis.

-Después de todo lo que hemos pasado, lo merecemos -respondió Asagi, con una sonrisa.

La niña, sentada al lado de Trapecio, miraba a su alrededor con ojos brillantes. Aún era tímida, pero poco a poco comenzaba a sentirse parte de la familia.

-¿Te gusta la comida? -le preguntó Trapecio con una sonrisa.

La niña asintió, su boca llena de comida. -Está deliciosa.

Sungonkun, siempre el bromista, añadió: -¡Claro que sí! ¡La cocina de Trapecio es legendaria!

Todos rieron, y el ambiente se llenó de alegría y camaradería. Amsel, observando a la niña, no pudo evitar sentirse conmovido. Sabía que habían hecho lo correcto al salvarla, y ver su sonrisa era el mayor premio que podían recibir.

-Aún hay mucho por hacer -dijo Chomosukez, más serio-. Pero hoy, celebremos.

La conversación fluyó, con historias compartidas y planes para el futuro. Cada uno de ellos sabía que las batallas continuarían, pero por esa noche, podían disfrutar de la tranquilidad y la compañía mutua.

Trapecio, observando a su nueva familia, sintió una paz que no había conocido en mucho tiempo. Sabía que protegería a esa niña y a sus amigos con todo lo que tenía. Porque, al final, eran más que compañeros de batalla; eran una familia.

Mientras todos disfrutaban de la comida y la conversación, Trapecio se sumió en sus pensamientos, observando a la niña que ahora consideraba su hija. Sabía que había llegado el momento de darle un nombre, algo que simbolizara su nuevo comienzo y la protección que le ofrecía.

Después de un rato de reflexión, sonrió y se volvió hacia la niña, llamando suavemente su atención.

-Oye, pequeña, he estado pensando... ¿qué te parece si te damos un nombre?

La niña levantó la mirada, sus ojos llenos de curiosidad y esperanza. -¿Un nombre? -preguntó, con una voz suave.

Trapecio asintió, su sonrisa cálida. -Sí, un nombre que te represente y que simbolice tu nueva vida con nosotros.

Todos en la mesa se quedaron en silencio, esperando el momento. Trapecio miró a la niña con ternura y dijo:

-¿Qué te parece "Luna"? Es un nombre que simboliza luz en la oscuridad, y tú eres nuestra pequeña luz.

La niña sonrió ampliamente, asintiendo con entusiasmo. -¡Me encanta!

Pero justo cuando el grupo empezaba a aplaudir y vitorear, Trapecio levantó una mano, indicando que tenía algo más que decir.

-Esperen, he cambiado de opinión. Aunque "Luna" es hermoso, creo que un nombre aún más apropiado sería "Luz". Porque no solo traes luz en la oscuridad, sino que eres la luz misma que guía nuestros caminos.

La niña asintió de nuevo, esta vez con una sonrisa aún más radiante. -¡Luz! ¡Me encanta!

El grupo aplaudió y celebró el nuevo nombre. Luna había pasado a ser Luz, un símbolo de esperanza y renacimiento. Para Trapecio y todos los presentes, Luz era una nueva razón para luchar y proteger, un recordatorio constante de la bondad y la fortaleza en medio de la adversidad.

El mes siguiente transcurrió en relativa calma. Trapecio y su grupo, junto con Luz, se adaptaron a su nueva vida, encontrando una rutina en su día a día. La casa estaba llena de risas y calidez, y todos trabajaban para construir un hogar estable. Trapecio y los demás se habían tomado un tiempo para comprar cosas necesarias para el hogar mientras estaban en Estados Unidos.

Sin embargo, el ambiente de tranquilidad se vio interrumpido cuando las comunicaciones comenzaron a fallar. Los equipos de emergencia y las redes de comunicación se desvanecieron en la confusión, y los rumores de un gran ataque empezaron a circular. Trapecio, Amsel, Palitogood, Sungonkun, Asagi, y Chomosukez estaban en diferentes partes de Estados Unidos cuando comenzaron las explosiones.

Victor, en un ataque devastador, había comenzado a bombardear el país desde los cielos. Flotando sobre las ciudades, desataba una serie de explosiones de energía que arrasaban con todo a su paso. El cielo estaba iluminado por el fuego y la destrucción, y el caos se extendía por un radio de 100 km².

Mientras Trapecio y su grupo intentaban coordinarse para enfrentar la situación, una explosión particularmente cercana sacudió el lugar donde se encontraban. El estruendo fue tan fuerte que el suelo tembló, y la onda expansiva los arrojó al suelo. Cuando se levantaron, el panorama era desolador: edificios en llamas, calles desmoronadas, y el cielo lleno de humo.

En medio de la confusión, Trapecio se dio cuenta de que Luz no estaba a su lado. Su corazón se aceleró y comenzó a buscar frenéticamente. Finalmente, la encontró a unos metros de distancia, herida y temblando de dolor. Su pequeño cuerpo estaba gravemente dañado, y una de sus manos había perdido un dedo. La sangre y los escombros cubrían su rostro, y la mirada de Luz era de un dolor profundo.

-¡Luz! -exclamó Trapecio, acercándose rápidamente.

Con manos temblorosas, Trapecio y el resto del grupo la levantaron con cuidado y la llevaron a un lugar seguro, lejos de las explosiones. El caos a su alrededor era indescriptible, pero lograron encontrar un refugio improvisado en un edificio parcialmente derrumbado.

Amsel, Palitogood, y Asagi se encargaron de tratar las heridas de Luz lo mejor que pudieron con los suministros que llevaban. Trapecio permaneció a su lado, tratando de consolarla y asegurarse de que estuviera lo más cómoda posible.

-Lo siento tanto, Luz -murmuró Trapecio, su voz cargada de culpa y preocupación-. No debimos habernos separado.

Mientras las explosiones continuaban resonando en la distancia, Trapecio y su grupo sabían que su prioridad era proteger a Luz y buscar una manera de detener a Victor. El mundo estaba en caos, y la batalla por la supervivencia y la justicia había alcanzado un nuevo nivel de intensidad.

La situación se volvía cada vez más desesperada. Las explosiones continuaban resonando por todo el área, cada una más fuerte y devastadora que la anterior. El refugio improvisado donde Trapecio y su grupo estaban escondidos temblaba con el impacto de las ondas expansivas. El sonido de gritos y caos llenaba el aire, creando una atmósfera de terror y desesperanza.

Mientras Trapecio y los demás trataban de mantener la calma y atender a Luz, los gritos de las personas en las calles se volvían cada vez más agudos y desesperados. La intensidad del ataque era tal que parecía que el mundo se estaba desmoronando a su alrededor.

De repente, la última explosión más grande resonó con una fuerza apabullante. La onda expansiva fue tan poderosa que el edificio en el que se refugiaban se sacudió violentamente, y una lluvia de escombros cayó sobre ellos. El suelo tembló con una intensidad que hizo que se sintieran como si estuvieran en medio de un terremoto.

Trapecio, con su cuerpo temblando y la mente nublada por la desesperación, se aferró a Luz con fuerza. A su alrededor, el ruido se desvaneció poco a poco, y la intensidad de las explosiones fue reemplazada por un inquietante silencio. La atmósfera se volvió opresiva, como si el mundo entero hubiera sido tragado por una oscuridad total.

El silencio que siguió a la última explosión fue casi abrumador. El grupo quedó atrapado en un estado de shock, incapaces de procesar la magnitud de lo que acababa de suceder. Los gritos se habían apagado, y el rugido de las explosiones había cesado. El aire estaba cargado de polvo y humo, y la sensación de desolación era palpable.

Trapecio miró a su alrededor, intentando hacer sentido de lo que había ocurrido. La devastación era total, y no había señales de vida en las cercanías. El refugio en el que se encontraban parecía estar intacto, pero el panorama exterior era una ruina.

-¿Están todos bien? -preguntó Trapecio con voz temblorosa, buscando la confirmación de sus compañeros.

Amsel, Palitogood, Sungonkun, Asagi, y Chomosukez se encontraban en diferentes estados de shock y agotamiento, pero todos estaban vivos. Luz, aunque herida, estaba consciente y abrazada a Trapecio, con una expresión de dolor pero también de valentía.

Trapecio sabía que el desafío aún no había terminado. Debían encontrar una manera de salir de ese lugar, proteger a Luz y enfrentarse a Victor, cuya amenaza aún se cernía sobre ellos. Pero por ahora, el grupo necesitaba enfrentar la dura realidad de la devastación y el vacío que había dejado la última explosión.

Cinco meses habían pasado desde la devastadora serie de explosiones que arrasaron Estados Unidos. El mundo estaba sumido en un caos total. Las ciudades se encontraban en ruinas, con supervivientes luchando por reconstruir sus vidas en medio de la destrucción generalizada. La amenaza de Victor seguía siendo una sombra sobre la humanidad, pero el grupo de Trapecio había encontrado refugio en El Salvador, que, sorprendentemente, se había mantenido relativamente intacto.

Trapecio y su grupo llegaron a El Salvador con un alivio palpable. La ciudad, aunque afectada por el caos global, seguía de pie y funcionando con una sorprendente resiliencia. Los residentes estaban organizados en comunidades, trabajando juntos para sobrevivir y reconstruir. La llegada de Trapecio y sus compañeros fue recibida con una mezcla de curiosidad y esperanza, ya que su presencia significaba que había ayuda y expertos en combate disponibles.

Trapecio se dedicó a encontrar un lugar seguro para él y su grupo, así como para Luz, quien, aunque había sanado de sus heridas físicas, seguía lidiando con las secuelas emocionales de los eventos recientes. La comunidad local, agradecida por la llegada de los héroes, ofreció su apoyo y recursos para ayudar en la recuperación.

El equipo empezó a colaborar con las autoridades locales y los líderes comunitarios para asegurar la estabilidad de la región y ayudar a aquellos que habían perdido todo. Trapecio, Amsel, Palitogood, Sungonkun, Asagi, y Chomosukez se convirtieron en líderes y protectores, brindando su experiencia y habilidades para enfrentar los desafíos de la reconstrucción.

Luz, a pesar de su trauma, encontró un nuevo propósito en ayudar a los demás y en comenzar a sanar. Su presencia y valentía inspiraron a muchos, y se convirtió en un símbolo de esperanza en tiempos oscuros. El grupo encontró un nuevo hogar en El Salvador, trabajando incansablemente para restaurar la paz y construir un futuro mejor para todos.

Aunque el mundo aún enfrentaba grandes dificultades y la amenaza de Victor seguía latente, El Salvador se erigía como un bastión de esperanza y resiliencia, y Trapecio y su equipo se comprometieron a proteger y fortalecer esa luz en la oscuridad.

Cinco meses habían pasado desde la devastadora serie de explosiones que arrasaron Estados Unidos. El mundo estaba sumido en un caos total. Las ciudades se encontraban en ruinas, con supervivientes luchando por reconstruir sus vidas en medio de la destrucción generalizada. La amenaza de Victor seguía siendo una sombra sobre la humanidad, pero el grupo de Trapecio había encontrado refugio en El Salvador, que, sorprendentemente, se había mantenido relativamente intacto.

Trapecio y su grupo llegaron a El Salvador con un alivio palpable. La ciudad, aunque afectada por el caos global, seguía de pie y funcionando con una sorprendente resiliencia. Los residentes estaban organizados en comunidades, trabajando juntos para sobrevivir y reconstruir. La llegada de Trapecio y sus compañeros fue recibida con una mezcla de curiosidad y esperanza, ya que su presencia significaba que había ayuda y expertos en combate disponibles.

Trapecio se dedicó a encontrar un lugar seguro para él y su grupo, así como para Luz, quien, aunque había sanado de sus heridas físicas, seguía lidiando con las secuelas emocionales de los eventos recientes. La comunidad local, agradecida por la llegada de los héroes, ofreció su apoyo y recursos para ayudar en la recuperación.

El equipo empezó a colaborar con las autoridades locales y los líderes comunitarios para asegurar la estabilidad de la región y ayudar a aquellos que habían perdido todo. Trapecio, Amsel, Palitogood, Sungonkun, Asagi, y Chomosukez se convirtieron en líderes y protectores, brindando su experiencia y habilidades para enfrentar los desafíos de la reconstrucción.

Luz, a pesar de su trauma, encontró un nuevo propósito en ayudar a los demás y en comenzar a sanar. Su presencia y valentía inspiraron a muchos, y se convirtió en un símbolo de esperanza en tiempos oscuros. El grupo encontró un nuevo hogar en El Salvador, trabajando incansablemente para restaurar la paz y construir un futuro mejor para todos.

Aunque el mundo aún enfrentaba grandes dificultades y la amenaza de Victor seguía latente, El Salvador se erigía como un bastión de esperanza y resiliencia, y Trapecio y su equipo se comprometieron a proteger y fortalecer esa luz en la oscuridad.

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Después de unos días de relativa calma en El Salvador, Trapecio y su grupo se dieron cuenta de que algo importante estaba sucediendo. Un ataque inusual salió del planeta Tierra, y poco después, Victor descendió desde los cielos, acompañado de María, Luci, Lixy y Rigor, el director de la academia.

La tensión en el aire era palpable cuando Victor aterrizó. Su presencia era imponente, pero algo en su comportamiento era diferente. Trapecio y su grupo se prepararon para lo peor, pero pronto se dieron cuenta de que Victor no estaba allí para causar más destrucción.

Victor, con una mirada cansada y abatida, se acercó a Trapecio. Cuando se encontró con su mirada, un destello de pena cruzó su rostro. Sus ojos reflejaban el peso de sus acciones y la lucha interna que había atravesado.

-Victor, ¿qué haces aquí? -preguntó Trapecio, con una mezcla de desconfianza y curiosidad.

Victor bajó la cabeza, claramente afectado por la culpa. -He venido porque el mal que me controlaba ha desaparecido. Me he dado cuenta del daño que he causado y de la vida que he destruido. No vine a atacar. Vine a buscar una forma de reparar lo que he hecho.

María y Luci estaban a su lado, mostrando expresiones de alivio y preocupación. Lixy y Rigor estaban listos para intervenir si la situación se volvía peligrosa, pero observaban con atención, notando el cambio en Victor.

-No sé si puedo redimirme -continuó Victor-, pero quiero intentar hacer lo correcto. He visto el sufrimiento que causé, y no puedo soportar la idea de continuar con esto.

El tono de Victor era de sincera desesperación y arrepentimiento. Trapecio, aún desconfiado pero viendo la sinceridad en los ojos de Victor.

La tensión en el aire estaba palpable cuando Trapecio, consumido por una mezcla de enojo y dolor, se enfrentó a Victor. La culpa y el arrepentimiento de Victor no habían logrado borrar el sufrimiento que había causado, especialmente el daño a Luz, que seguía siendo una herida abierta para Trapecio.

Victor, con su rostro abatido, se preparó para enfrentar las consecuencias de sus acciones. Trapecio, con el corazón lleno de ira, se acercó a él, sus puños cerrados con fuerza.

-¡Esto es por mi hija! - gritó Trapecio, descargando un poderoso puñetazo en el rostro de Victor. El golpe fue feroz, y Victor cayó al suelo, tambaleándose.

Sin darle tiempo a recuperarse, Trapecio continuó su ataque. -¡Esto es por el daño que le hiciste a las personas! -dijo mientras propinaba otro golpe, esta vez en la mejilla de Victor. El impacto hizo que Victor se inclinara hacia un lado, claramente afectado por la furia de Trapecio.

Trapecio, con su respiración agitada y los ojos llenos de lágrimas de ira, levantó su puño una vez más. -¡Y esto es por hacernos sufrir! -exclamó, descargando el último golpe en la nariz de Victor. El impacto fue brutal, y el sonido de huesos quebrándose resonó en el aire. La nariz de Victor se rompió, y él cayó al suelo, cubierto de sangre.

Los compañeros de Trapecio, aunque aliviados por el desahogo de su líder, miraban la escena con preocupación. Luci y María se acercaron a Victor con expresiones de angustia, mientras Lixy y Rigor observaban la violencia con una mezcla de sorpresa y preocupación.

Victor, en el suelo y con el rostro ensangrentado, no se movía. Su mirada era una mezcla de dolor y resignación. Trapecio, aún temblando de enojo, se quedó de pie, con las manos temblorosas y el rostro lleno de lágrimas.

-Esto es lo que hiciste -dijo Trapecio, su voz quebrada-. No puedes simplemente pedir perdón y esperar que todo esté bien.

Luci se acercó a Trapecio, tratando de calmarlo. -Entiendo tu dolor, Trapecio, pero debemos encontrar una forma de seguir adelante y ayudar a sanar el mundo, no solo enfocarnos en el castigo.

Trapecio miró a Victor en el suelo, su enojo aún ardiendo en su interior, pero sabía que debía encontrar un equilibrio entre su deseo de justicia y la necesidad de avanzar hacia la reconstrucción.

Fin.