Sangwoo y Kim, aún confundidos y exhaustos, se retiraron a un rincón apartado de la estación de tren para descansar. Mientras se acomodaban en un rincón, no podían evitar recordar los eventos del pasado que los habían llevado hasta aquí.
Años atrás, cuando tenían apenas 14 o 15 años, sus vidas eran muy diferentes. Recuerdan un día normal, lleno de la rutina y la simplicidad de su juventud. Sus padres iban a trabajar, y ellos pasaban el tiempo jugando y disfrutando de la vida sin preocupaciones mayores. Ushibaa y Michelle, que ya no eran héroes, trabajaban en una librería, tratando de llevar una vida tranquila.
Sin embargo, la paz de sus días se vio interrumpida de manera brutal. En la televisión, los noticieros empezaron a informar sobre una figura encapuchada que estaba causando destrucción masiva. Los informes eran aterradores: la figura estaba arrasando con todo a su paso, dejando un rastro de caos y desolación.
La noticia fue un golpe devastador para ellos. Ver cómo el mundo que conocían empezaba a desmoronarse frente a sus ojos, mientras sus padres y sus conocidos trataban de mantener la calma en medio del caos, fue una experiencia traumática. Recuerdan cómo las sirenas de emergencia resonaban en las calles, y la desesperación crecía conforme la figura encapuchada avanzaba, destruyendo ciudades y causando estragos.
Sangwoo y Kim, atrapados en medio de ese torbellino de destrucción, vieron a sus padres y a otros conocidos esforzándose por proteger a la gente y mantener la calma. A pesar de su esfuerzo, el daño ya estaba hecho. La figura encapuchada, que resultó ser un villano poderoso con intenciones oscuras, dejó una marca indeleble en su vida.
La imagen de la figura encapuchada, que había sido un símbolo de terror y destrucción, aún los atormentaba. Esa experiencia les enseñó que la verdadera fuerza y el coraje a veces no son suficientes para enfrentar el mal, y que el sacrificio y la lucha por la justicia son más complejos de lo que uno podría imaginar.
Ahora, mientras descansaban en la estación, la realidad de su situación presente les pesaba. La lucha que habían enfrentado, la confusión sobre las identidades de los héroes y villanos, y la memoria de aquellos días oscuros seguían presentes en sus mentes.
"¿Qué haremos ahora?" preguntó Kim, con una mezcla de cansancio y incertidumbre.
Sangwoo, mirando a su hermana con una expresión de determinación, respondió: "Lo que sea necesario. Tenemos que enfrentar esta nueva amenaza y descubrir la verdad, no importa cuán difícil sea."
En medio de su descanso, sabían que el futuro aún les deparaba desafíos, pero también entendían que, a pesar del dolor y la confusión del pasado, estaban en una posición para marcar la diferencia. Con esa resolución, se prepararon para enfrentar lo que viniera, armados con la experiencia de su pasado y la determinación de proteger lo que quedaba de su mundo.
Sangwoo y Kim se encontraban en un sueño inquietante, sus cuerpos descansando pero sus mentes atrapadas en una pesadilla compartida. La atmósfera era densa y oscura, con sombras que se movían amenazadoramente a su alrededor. De repente, sus padres, Ushibaa y Michelle, aparecieron, corriendo hacia ellos con desesperación en sus ojos.
-¡Vamos, rápido! -gritó Ushibaa, tomando a Sangwoo de la mano mientras Michelle hacía lo mismo con Kim. Los cuatro corrían a través de un paisaje desolado, buscando un refugio seguro.
Pero antes de que pudieran encontrarlo, una figura oscura emergió de las sombras. Dark Victor, con una sonrisa cruel en su rostro, se interpuso en su camino. Sin piedad, levantó su mano y, con un movimiento rápido, atacó a Ushibaa y Michelle.
-¡No! -gritaron Sangwoo y Kim al unísono, sus voces llenas de desesperación. Vieron cómo sus padres caían al suelo, heridos de muerte, mientras Dark Victor se burlaba de ellos.
-¿Creían que podían escapar? -dijo Dark Victor con una risa siniestra-. ¡Miren cómo mueren sus padres!
Ushibaa, con su último aliento, miró a Sangwoo y le susurró: -Sobrevive, hijo mío. Hazlo por nosotros.
Michelle, con lágrimas en los ojos, tomó la mano de Kim y dijo: -Te amamos, Kim. Sé fuerte.
Con esas palabras, Ushibaa y Michelle cerraron los ojos para siempre, dejando a Sangwoo y Kim solos frente a la crueldad de Dark Victor. La escena se desvaneció lentamente, dejando a los dos hermanos con el corazón roto y una determinación renovada para sobrevivir y honrar el sacrificio de sus padres.
Sangwoo y Kim despertaron abruptamente de su sueño, sus corazones latiendo con fuerza y sus cuerpos empapados en sudor frío. La oscuridad de la estación de tren donde se habían refugiado parecía aún más opresiva después de revivir aquella pesadilla.
Sangwoo se incorporó primero, respirando profundamente para calmarse. "¿Estás bien, Kim?" preguntó, su voz suave pero preocupada.
Kim asintió débilmente, frotándose los ojos. "Sí, solo... fue el mismo sueño otra vez. No puedo sacarlo de mi cabeza."
Sangwoo la abrazó con fuerza, intentando brindarle algo de consuelo. "Lo sé. Yo también lo soñé. Pero estamos juntos en esto. Papá y mamá querían que sobreviviéramos, y lo haremos."
Kim se aferró a su hermano mayor, encontrando un poco de paz en su abrazo. "Tenemos que ser fuertes, Sangwoo. No podemos dejar que Dark Victor gane."
Sangwoo asintió, decidido. "Sí, lucharemos. Por ellos y por nosotros."
Mientras se reconfortaban mutuamente, el ruido suave de la actividad en la estación les recordó que no estaban solos. José, Victor, y los demás también estaban allí, preparando sus próximos movimientos.
José, notando que Sangwoo y Kim estaban despiertos, se acercó con una expresión de preocupación. "¿Están bien?" preguntó, arrodillándose a su lado.
"Solo una pesadilla," murmuró Sangwoo, mirando a José. "Pero estamos bien."
Victor, que había estado observando desde una distancia prudente, se acercó también. "Sé que han pasado por mucho," dijo con una voz tranquila y comprensiva. "Pero no están solos. Vamos a arreglar esto, juntos."
Kim miró a Victor, aún con algo de desconfianza, pero asintió. "Lo sé. Gracias."
Con renovada determinación, todos se pusieron de pie, listos para enfrentar lo que el futuro les deparara. Aunque el camino sería difícil, tenían una misión clara: detener a Dark Victor y proteger el mundo que sus padres habían intentado salvar. Con la esperanza de un nuevo amanecer, se prepararon para la batalla que definiría sus destinos.
Victor miró a su alrededor, notando la fatiga en los rostros de todos. Sabía que necesitaban descansar si querían estar en plena forma para lo que venía. Con una voz firme pero amable, dijo: "Todos, necesitamos descansar. Han sido días largos y difíciles, y debemos recuperar nuestras fuerzas."
José asintió, comprendiendo la sabiduría en las palabras de su padre. "Tiene razón. Necesitamos estar en nuestro mejor estado para enfrentarnos a Dark Victor y cualquier otra amenaza que surja."
Melisa y Sebas, aunque preocupados, también asintieron, sabiendo que descansar era crucial. "Vamos a encontrar un lugar seguro aquí en la estación," sugirió Melisa. "Podemos turnarnos para mantener guardia."
Victor sonrió, agradecido por la sensatez del grupo. "Eso suena bien. Nos reagruparemos y planificaremos mejor cuando todos hayamos descansado."
Sangwoo y Kim, aunque todavía sacudidos por sus pesadillas, encontraron algo de consuelo en la idea de descansar bajo la protección de los demás. "Está bien," dijo Sangwoo, tomando la mano de su hermana. "Descansemos un poco, Kim."
Akaba y Normado, quienes también habían llegado para ayudar, se ofrecieron a tomar los primeros turnos de guardia, permitiendo que los demás durmieran tranquilos. "Nos aseguraremos de que todos estén a salvo," aseguró Normado.
Victor se acercó a un rincón de la estación y se sentó, invitando a los demás a hacer lo mismo. "Descansen ahora. Mañana será un nuevo día y debemos estar preparados para todo lo que venga."
Con eso, el grupo se acomodó lo mejor que pudo en la estación de tren abandonada. La atmósfera, aunque tensa por las circunstancias, se suavizó un poco mientras todos se preparaban para descansar. Mientras algunos se quedaron dormidos rápidamente, otros tardaron más en relajarse, pero eventualmente, la quietud de la noche los envolvió a todos.
Victor se levantó con cuidado, asegurándose de no despertar a nadie. Se acercó a Akaba y Normado, quienes estaban de guardia, y les susurró: "Ya vuelvo, necesito ver algunas cosas de este futuro."
Akaba y Normado asintieron, comprendiendo la necesidad de Victor de explorar y obtener más información. "Ten cuidado," dijo Akaba en voz baja. "Este lugar es más peligroso de lo que parece."
"Lo sé," respondió Victor. "Volveré pronto."
Con un último vistazo a sus compañeros descansando, Victor salió de la estación de tren. La noche era oscura y silenciosa, con solo el susurro del viento y el crujido ocasional de escombros moviéndose. Se movió con cautela por las calles desiertas, observando los edificios derruidos y las señales de la devastación que había tenido lugar.
Victor se dirigió a un antiguo edificio administrativo que había visto anteriormente. Quizás allí podría encontrar registros, mapas o cualquier pista sobre lo que había sucedido y cómo podrían enfrentar mejor a Dark Victor. Al entrar en el edificio, sus pasos resonaron en el silencio, pero mantuvo su determinación firme.
Mientras buscaba en las habitaciones abandonadas, Victor encontró varios documentos dispersos. Algunos hablaban de los esfuerzos de resistencia y otros mencionaban investigaciones sobre Dark Victor y sus actividades. Leyó todo lo que pudo, absorbiendo cada pedazo de información que pudiera ser útil.
Después de un par de horas, sintió que había aprendido lo suficiente por el momento. Guardó algunos documentos importantes y comenzó a regresar a la estación de tren. Mientras caminaba de vuelta, reflexionaba sobre lo que había leído y cómo podrían usar esa información para su ventaja.
Al llegar a la estación, Akaba y Normado lo esperaban. "¿Encontraste algo útil?" preguntó Normado.
Victor asintió, mostrándoles los documentos que había traído. "Sí, esto podría darnos una mejor idea de cómo enfrentar a Dark Victor y qué esperar de él."
Los tres se sentaron y comenzaron a revisar los documentos, compartiendo lo que habían aprendido y planeando sus próximos pasos. Aunque el camino por delante era incierto, tenían la esperanza de que con esta nueva información, tendrían una mejor oportunidad de salvar su mundo y restaurar la paz.
Victor volvió a salir, dejando a Akaba y Normado con una sonrisa tranquilizadora y diciendo: "Ya regreso, no tardo."
Después de una hora aproximadamente, llegó a otra extensión de tren en ruinas. Mientras se acercaba, notó a un grupo de personas en su interior, probablemente sobrevivientes. Sin embargo, al verlo, su reacción fue inmediata: levantaron sus armas y le apuntaron, pensando que era Dark Victor.
"¡Alto! ¡No te acerques más!" gritó uno de los hombres, su voz cargada de miedo y desconfianza.
Victor levantó las manos en señal de paz. "No soy quien creen que soy," dijo con voz calmada pero firme. "Mi nombre es Victor, pero no soy Dark Victor. Estoy aquí para ayudarlos."
Una mujer del grupo dio un paso adelante, observándolo con detenimiento. "¿Cómo podemos confiar en ti? Dark Victor ha traído solo destrucción y dolor. ¿Cómo sabemos que no eres él, engañándonos?"
Victor entendía su desconfianza. Lentamente, sacó uno de los documentos que había encontrado anteriormente y lo mostró. "He estado recopilando información sobre Dark Victor y buscando formas de detenerlo. Miren estos documentos, hablan de nuestros esfuerzos y de la resistencia. Solo quiero ayudar a terminar con este sufrimiento."
El grupo miró los documentos con atención. La tensión en el aire era palpable, pero poco a poco, la mujer asintió, convencida de la sinceridad de Victor. "Está bien, puedes entrar," dijo. "Pero mantendremos nuestras armas listas, solo por si acaso."
Victor asintió, agradecido por la oportunidad. "Gracias, lo entiendo. Solo quiero hablar y ver cómo podemos trabajar juntos para detener a Dark Victor."
Entró en la extensión de tren, donde el grupo de sobrevivientes lo observaba con cautela. Mientras compartía la información que había recopilado y escuchaba las historias de los sobrevivientes, Victor comenzó a ver un rayo de esperanza. Sabía que, aunque el camino sería difícil, juntos tenían una mejor oportunidad de restaurar la paz y reconstruir lo que Dark Victor había destruido.
Las personas al notar la sinceridad en las palabras de Victor comenzaron a dividirse en sus opiniones: algunos confiaban en él, mientras que otros permanecían escépticos. Entre los presentes, había unos niños que observaban la escena con temor en sus ojos.
Victor, reconociendo la necesidad de ganarse su confianza, se acercó lentamente a los niños, arrodillándose para estar a su altura. Sacó con cuidado unas barras de chocolate de su bolsillo y se las ofreció con una sonrisa amable.
"Esto es para ustedes," dijo suavemente, extendiendo las barras de chocolate. "Sé que han pasado por mucho, pero quiero que sepan que estoy aquí para ayudarlos. Pueden confiar en mí."
Los niños miraron las barras de chocolate con hambre y curiosidad, pero también con algo de desconfianza. Finalmente, una niña tomó la iniciativa y aceptó una barra, seguida por los demás niños que, al ver la reacción positiva de su amiga, hicieron lo mismo.
"Gracias, señor," murmuró uno de los niños con timidez, mientras empezaba a comer el chocolate.
Victor sonrió, sintiendo un poco de alivio al ver que los niños empezaban a confiar en él. Se giró hacia los adultos y dijo: "Sé que han pasado por momentos difíciles, pero juntos podemos encontrar una manera de detener a Dark Victor y reconstruir nuestro mundo. Necesito su ayuda y su confianza."
La mujer que había hablado antes asintió, aunque aún con cierta cautela. "Por ahora, te daremos el beneficio de la duda, Victor. Pero cualquier señal de traición y no dudaremos en actuar."
Victor asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. "Lo entiendo. Trabajemos juntos y demostremos que podemos hacer la diferencia."
Con el primer paso hacia la confianza dado, Victor empezó a planificar junto a los sobrevivientes cómo podrían fortalecer su resistencia y preparar un contraataque contra Dark Victor, con la esperanza de que, algún día, la paz pudiera regresar a sus vidas.
Mientras tanto, en la superficie, Dark Victor, ya curado, volaba hacia la ciudad. Descendió en el lado sur de la estación de tren y comenzó a caminar hacia el norte. Al pasar junto a los sobrevivientes, notó a Victor y una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro.
-Aquí están... -dijo Dark Victor con una voz que resonó como un eco en el refugio.
Victor y los demás sintieron un escalofrío recorrer sus espinas dorsales. El alma se les salió del cuerpo al oír esas palabras. Victor, con el corazón latiendo con fuerza, volteó lentamente. Ahí, en la penumbra, estaba Dark Victor, observándolos con una mirada llena de malicia.
Victor, con una mezcla de urgencia y determinación, indicó a los sobrevivientes que se llevaran a los niños a un lugar seguro. -Llévenlos a la extensión norte -dijo, señalando con un dedo hacia una dirección. Luego, con su otro dedo, apuntó hacia otro lugar diferente.
Los sobrevivientes se miraron entre sí, confundidos al principio. Pero entonces, la comprensión les llegó de golpe: había otro refugio donde podría haber más gente. Sin perder más tiempo, comenzaron a moverse rápidamente, llevando a los niños con ellos.
Mientras los sobrevivientes se alejaban, Victor y Dark Victor se quedaron solos en el refugio. Sus miradas se encontraron, llenas de odio y desafío. El aire se volvió tenso, cargado con la promesa de un enfrentamiento inminente.
-Esto termina aquí -dijo Victor, su voz firme y decidida.
Dark Victor sonrió, una sonrisa fría y cruel. -Sí, termina aquí -respondió, avanzando un paso hacia adelante.
Dark Victor lanzó cortes invisibles, cosa que Victor no pudo ver y lo dejaron muy malherido. Sangrando y con dolor, Victor se tambaleó, pero no se rindió. Con una determinación feroz, se lanzó hacia Dark Victor, abrazando su cintura con rapidez. Dark Victor se sorprendió por el movimiento inesperado, y en ese momento, Victor aprovechó la oportunidad.
"¡Blaster solar!" gritó Victor, canalizando toda su energía en un ataque directo al rostro del villano. Una explosión cegadora iluminó el lugar, dejando a Dark Victor gravemente herido. El villano, con su rostro quemado y lleno de furia, se teletransportó rápidamente a un lugar seguro, lejos de la ciudad.
Victor, agotado pero victorioso, utilizó el "usagi Instantáneo" para regresar a la estación donde estaban sus amigos. La luz del teletransporte se desvaneció, y Victor apareció, con su traje de combate rasgado y manchas de sangre en su rostro.
Victor apareció en la estación de tren, teletransportándose con dificultad debido a sus heridas. Normado y Akaba, todavía en guardia, lo vieron llegar y corrieron a su lado para ayudarlo a mantenerse en pie.
"¿Estás bien?" preguntó Normado, con preocupación en sus ojos.
Victor asintió débilmente, apoyándose en uno de los muros destrozados. "Sobreviví... pero no puedo decir lo mismo del resto del mundo," dijo, su voz apenas un susurro.
Melisa, José, y Sebas se acercaron rápidamente al ver la condición de Victor. Melisa, con lágrimas en los ojos, comenzó a aplicar su magia curativa para tratar las heridas de Victor. "No puedes seguir haciendo esto solo," le dijo, su voz temblorosa pero firme.
Kim y Sangwoo, que aún no habían despertado de su pesadilla, comenzaron a moverse ligeramente, sus rostros mostrando signos de angustia. La escena era un reflejo del caos y la desesperación en la que se encontraban.
Victor, sintiendo el peso de la responsabilidad y la frustración acumulada, apretó los puños. "Tenemos que encontrar una forma de detenerlo. No podemos seguir huyendo y escondiéndonos. Dark Victor no se detendrá hasta que todos estén muertos."
José, con una expresión seria, se acercó a su padre. "Vamos a luchar juntos. No estás solo en esto. Debemos unir nuestras fuerzas y encontrar una manera de derrotarlo de una vez por todas."
Normado y Akaba asintieron, mostrando su determinación de seguir adelante a pesar de las adversidades. "Contamos contigo, Victor. No te rindas ahora," dijo Akaba, con una firmeza en su voz que reflejaba la voluntad de todos los presentes.
Victor, sintiendo el apoyo y la solidaridad de sus compañeros, respiró profundamente y asintió. "Tienen razón. No estamos solos en esto. Lucharemos juntos y encontraremos una forma de vencerlo."
Mientras Melisa continuaba curando a Victor, la atmósfera en la estación de tren se llenó de una renovada sensación de esperanza y determinación. Aunque heridos y cansados, sabían que la única manera de salir adelante era permanecer unidos y seguir luchando por un futuro mejor.
"Primero, necesitamos un plan," dijo Victor, finalmente recuperando algo de su fuerza. "Dark Victor es poderoso, pero no invencible. Juntos, encontraremos su punto débil y acabaremos con esta pesadilla."
Los ojos de todos los presentes se llenaron de resolución. Aunque el camino por delante era incierto y peligroso, estaban decididos a enfrentarlo juntos, con la esperanza de salvar su mundo y restaurar la paz que tanto anhelaban.
Los supervivientes del otro refugio, incluidos los niños, llegaron a la estación de tren donde Victor les había indicado. Al ver la estación llena de vida a pesar de las circunstancias, sintieron un rayo de esperanza. Los niños, aún asustados y hambrientos, se aferraban a los adultos mientras avanzaban con cautela hacia el grupo.
Victor, aún recuperándose gracias a la magia de Melisa, levantó la vista al ver a los recién llegados. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, aliviado de ver que más personas habían logrado sobrevivir.
"Bienvenidos," dijo, con una voz más firme. "Han hecho bien en llegar aquí. Este lugar no es completamente seguro, pero es lo mejor que tenemos por ahora."
Uno de los adultos, un hombre mayor con el rostro marcado por las luchas recientes, se acercó a Victor. "Gracias por guiarnos hasta aquí. Estamos dispuestos a ayudar en lo que sea necesario," dijo, su voz llena de determinación.
Victor asintió. "Necesitamos toda la ayuda posible. Tenemos que organizarnos y estar preparados para lo que venga. Dark Victor no se detendrá, pero juntos podemos resistir."
José, Sebas, y Melisa ayudaron a los recién llegados a instalarse, ofreciéndoles comida y agua. Kim y Sangwoo, aún lidiando con el trauma de sus pesadillas, miraban a los nuevos supervivientes con una mezcla de curiosidad y desconfianza.
Normado y Akaba, manteniendo la guardia, observaban con atención cualquier signo de peligro. "Tenemos que estar alerta," dijo Normado, "pero es bueno ver que aún hay más personas dispuestas a luchar."
A medida que el grupo se asentaba, Victor se acercó a los niños, ofreciéndoles más barras de chocolate y palabras de consuelo. "Lo sé, esto es difícil," dijo suavemente, "pero juntos, podemos superarlo. Ustedes son el futuro, y debemos protegerlos a toda costa."
Uno de los niños, con los ojos grandes y llenos de lágrimas, miró a Victor. "¿Podremos volver a casa algún día?" preguntó, con la inocencia y esperanza propias de su edad.
Victor, conmovido, puso una mano en el hombro del niño. "Haremos todo lo posible para que así sea," prometió. "Pero necesitamos ser fuertes y seguir adelante, sin importar cuán difícil sea el camino."
La atmósfera en la estación se llenó de una renovada sensación de propósito y unidad. A pesar del dolor y la incertidumbre, la presencia de los nuevos supervivientes y la firme determinación de Victor y su grupo proporcionaron un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.
Mientras la noche caía, el grupo se preparaba para lo que vendría, conscientes de que la lucha estaba lejos de terminar. Pero juntos, estaban decididos a enfrentarse a cualquier desafío, con la esperanza de restaurar la paz y la seguridad que tanto anhelaban.
Sangwoo y Kim, a pesar de su juventud, asumieron el papel de cuidadores con una seriedad inesperada. Los niños, aún asustados y confundidos, encontraron consuelo en su presencia. Sangwoo se aseguraba de que estuvieran cómodos y seguros, mientras Kim preparaba improvisados refugios en la estación, creando un ambiente lo más acogedor posible dadas las circunstancias.
Kim se arrodilló junto a uno de los niños más pequeños, ofreciéndole una manta para que se envolviera. "Tranquilo, no te preocupes," dijo con voz calmada, "Estamos aquí para protegerte. Trata de descansar un poco."
Sangwoo estaba jugando con un grupo de niños mayores, usando un balón para distraerlos y levantarles el ánimo. Aunque sus propios recuerdos de la tragedia reciente eran dolorosos, encontró en estos momentos un propósito renovado al cuidar de los pequeños.
A medida que la noche avanzaba, los niños, al sentirse protegidos y atendidos por Sangwoo y Kim, comenzaron a relajarse. Los cuidadores jóvenes, a pesar de su propia confusión y dolor, se volcaron en darles una sensación de seguridad y normalidad.
Victor, observando desde una distancia, sintió una mezcla de orgullo y alivio. Aunque el futuro era incierto y el peligro seguía acechando, ver a Sangwoo y Kim cuidar de los niños le daba esperanza. Sabía que, incluso en medio del caos, había una chispa de humanidad y esperanza que podía prevalecer.
Era de noche en la estación de tren, y la oscuridad envolvía el lugar con un manto pesado. La única luz provenía de las linternas improvisadas y la tenue claridad de la luna que se filtraba a través de las ventanas rotas. El frío de la noche hacía que los cuerpos se acurrucaran más cerca unos de otros, buscando calor y compañía.
Sangwoo y Kim seguían cuidando a los niños. Kim estaba arrodillada en el suelo, rodeada de pequeños que se aferraban a su falda, y les leía cuentos con voz suave, tratando de darles una sensación de normalidad. Sus gestos eran llenos de ternura y paciencia, mientras aseguraba que cada niño estuviera cómodo y abrigado con mantas que había conseguido.
Sangwoo, mientras tanto, estaba en el centro del grupo de niños mayores, que estaban jugando a un juego improvisado con un balón. La risa de los niños resonaba en la estación, una melodía alegre en medio del ambiente sombrío. Sangwoo reía y animaba a los pequeños, creando un ambiente de alegría y distracción para alejarse de la pesadilla que había sido su día.
José, Melisa y Sebas también estaban presentes. José estaba tendido en el suelo con un niño pequeño a su lado, contando historias llenas de fantasía. La sonrisa en el rostro del niño era un respiro en medio de la adversidad. Melisa estaba pintando caras con los colores que había encontrado, creando pequeñas obras de arte que hacían que los niños se sintieran especiales y atendidos. Sebas se encargaba de organizar juegos, sus movimientos rápidos y enérgicos atrayendo la atención y la risa de los más pequeños.
Victor observaba desde la distancia, en el rincón de la estación donde la luz era más tenue. Sus ojos se posaron en la escena con una mezcla de preocupación y alivio. Aunque intentaba mantener una expresión dura, sus ojos revelaban el impacto de lo que veía. La escena de calma y camaradería en medio del caos era un contraste agudo con la devastación que conocía.
Normado, a su lado, también estaba observando a su hijo Sebas, que estaba inmerso en el juego con los niños. La expresión en el rostro de Normado era una mezcla de orgullo y tristeza. La sonrisa de su hijo y la forma en que cuidaba a los niños demostraban el lado humano y compasivo de la situación.
Victor, sintiendo que su vulnerabilidad era evidente, trató de disimular su emoción. Se volvió hacia el otro lado, mirando la oscuridad que rodeaba la estación. Silbó suavemente, un intento de distraerse de la sensación abrumadora que le invadía.
Akaba se acercó a Victor y le dio una palmada en el hombro en un gesto de camaradería y apoyo. "Es bueno ver algo de normalidad en medio de todo esto," comentó, tratando de romper el silencio que se había instalado.
Victor asintió, aún con la mirada fija en la escena que se desarrollaba ante él. Aunque la noche estaba llena de incertidumbre y miedo, esos pequeños momentos de humanidad y cuidado ofrecían una chispa de esperanza. A pesar de la oscuridad que se cernía sobre ellos, había belleza en la forma en que las personas se unían para protegerse y apoyarse mutuamente.
Victor, con el aparato en la mano, se acercó a José, Melisa, Sebas, Sangwoo, y Kim. Su expresión mostraba determinación, pero también un dejo de tristeza al tener que separarse de aquellos que ahora se habían convertido en parte de su vida cotidiana en este futuro desolado.
-Voy a regresar pronto -les dijo a José y los demás-. Debo asegurarme de que todo esté en orden y preparar el camino para lo que está por venir.
José, aunque preocupado, asintió con comprensión. Melisa y Sebas también mostraron su apoyo con una sonrisa alentadora, mientras Kim y Sangwoo estaban atentos a las palabras de Victor.
Normado y Akaba, que ya estaban listos para partir, se unieron a Victor. Con un último vistazo a los niños y a sus amigos, Victor activó el aparato, que comenzó a brillar con una intensa luz. El brillo se intensificó hasta que el aparato emitió un destello cegador.
-Nos vemos pronto -dijo Victor antes de desaparecer junto con Normado y Akaba.
El aparato transportó a los tres de vuelta al pasado, al tiempo en el que las cosas aún eran menos caóticas. La estación de tren, ahora tranquila y silenciosa, volvió a ser el refugio de aquellos que esperaban su regreso.
José y los demás continuaron cuidando de los niños y manteniendo el ambiente lo más calmado posible, mientras esperaban noticias de Victor y sus compañeros. La noche continuó en calma, con la esperanza de que el regreso de Victor les traería respuestas y una solución a los problemas que enfrentaban.
Fin.