El ángel caído Normado, un guerrero legendario conocido por su valentía en la batalla contra Karla'k, se encuentra en un momento crucial de su vida. Después de tantas batallas y sacrificios, la vida le ha dado una nueva razón para luchar: su pareja, Elisa, está esperando un hijo. Ambos están emocionados y ansiosos, aunque también nerviosos por el inminente nacimiento. Normado ha decidido estar a su lado todo el tiempo, sin separarse ni un momento.
Un día, en un mes cálido y soleado, Normado y Elisa están en su hogar, disfrutando de una tarde tranquila. Elisa se sienta en el sofá, acariciando su vientre con una sonrisa tranquila en su rostro, mientras Normado, siempre alerta, está cerca, preparado para cualquier eventualidad.
- No puedo creer que en cualquier momento podremos conocer a nuestro bebé -dice Elisa, su voz llena de amor y expectación.
- Yo tampoco, amor -responde Normado, inclinándose para besar su frente. - Estoy tan emocionado y nervioso como tú. No importa cuándo sea, estaré aquí contigo.
De repente, Elisa siente una punzada intensa y una sensación de humedad. Mira hacia abajo y su rostro se llena de sorpresa.
- Normado, creo que ha llegado el momento -dice, su voz temblando ligeramente.
Normado reacciona al instante, su entrenamiento y reflejos de guerrero activándose. - ¡Elisa, vamos al hospital! -exclama, con una mezcla de urgencia y cuidado.
Con suavidad pero con rapidez, Normado la ayuda a levantarse y la lleva hacia la puerta. Afuera, el sol brilla y el mundo sigue su curso, pero para ellos, todo ha cambiado en un instante. Normado, usando sus alas, decide volar para llegar más rápido al hospital, sosteniendo a Elisa con seguridad.
En cuestión de minutos, llegan al hospital. El personal médico, preparado para emergencias, los recibe de inmediato. Normado, aunque es un guerrero valiente, no puede evitar sentirse vulnerable al ver a Elisa en esta situación.
- Tranquila, Elisa. Todo va a estar bien -dice, tomando su mano con fuerza mientras los médicos la llevan a la sala de partos.
El tiempo parece ralentizarse para Normado mientras espera fuera de la sala, cada segundo estirándose en una eternidad. Finalmente, después de lo que parece una vida, un médico sale con una sonrisa.
- Normado, puedes pasar. Tu hijo ha nacido, y Elisa está bien.
Con el corazón latiendo con fuerza, Normado entra en la sala. Allí, en los brazos de Elisa, está su hijo, pequeño y perfecto. Elisa, agotada pero radiante, le sonríe.
- Mira, Normado. Aquí está nuestro bebé.
Normado se acerca, su mirada suavizándose al ver a su hijo. Toma al bebé en sus brazos con delicadeza, sintiendo una ola de amor y protección.
- Hola, pequeño. Soy tu papá -susurra, sus ojos llenándose de lágrimas de alegría. - Te prometo que siempre estaré aquí para protegerte y amarte.
Elisa lo mira con ternura. - Tenemos una nueva razón para luchar y vivir, Normado.
En ese momento, Normado siente que, a pesar de todas las batallas y desafíos, este es el logro más grande y hermoso de su vida. Junto a Elisa y su hijo, sabe que podrá enfrentar cualquier cosa que venga.
Normado, con su hijo en brazos y una emoción profunda llenando su corazón, mira a Elisa y dice:
- Tengo un nombre en mente para nuestro hijo. Me gustaría llamarlo Sebas.
Elisa, cansada pero feliz, sonríe al escuchar el nombre. - Sebas... Es un nombre hermoso, Normado. Le queda perfecto.
Normado besa suavemente la frente de su hijo, Sebas. - Bienvenido al mundo, Sebas. Eres nuestra mayor bendición.
Elisa asiente, sus ojos llenos de amor. - Sí, y estamos muy agradecidos de tenerte con nosotros.
En ese momento, Normado siente una paz y una alegría que nunca había experimentado antes. Junto a Elisa y su hijo Sebas, se da cuenta de que ha encontrado un nuevo propósito y una nueva fuente de fuerza. Pase lo que pase, está listo para enfrentarlo con su familia a su lado.
Victor, Zahid, Luci, Tino, Amsel, Trapecio, Palitogood, Akaba, Rigor, Marcos, Franklin, Colin, Maira, Mahin, Karla, y otros amigos cercanos se reunieron en el hospital para visitar a Normado y Elisa, y para conocer al nuevo miembro de la familia. El ambiente estaba lleno de alegría y emoción mientras se acercaban a la habitación donde se encontraba la pareja con su recién nacido.
Al entrar, los amigos vieron a Normado y Elisa con su hijo Sebas en brazos. Las sonrisas y las expresiones de felicidad se multiplicaron en la habitación.
- ¡Felicidades, Normado y Elisa! -exclamó Victor, acercándose con su hijo José de un año en brazos. - Es un hermoso bebé. Por cierto, creo que algunos de ustedes ya han conocido a mi hijo, pero permítanme presentarles oficialmente a José.
Luci, con una sonrisa radiante, se inclinó para ver al bebé Sebas. - Es tan lindo. Felicidades a ambos.
Zahid, Tino y Amsel también se acercaron, admirando al recién nacido y felicitando a la pareja.
- Tiene tus ojos, Normado -comentó Zahid con una sonrisa. - Se nota que será un gran guerrero, igual que su padre.
Trapecio y Palitogood, con su estilo característico, hicieron bromas y comentarios alegres, aliviando cualquier tensión restante.
- Parece que tendremos a otro héroe en el grupo -dijo Palitogood con una carcajada. - ¿Le enseñaremos nuestras técnicas secretas?
- Primero dejémosle crecer un poco, ¿no crees? -replicó Trapecio riendo.
Marcos, Franklin, Colin, Maira, Mahin y Karla también se acercaron, cada uno con palabras de felicitación y admiración por el pequeño Sebas.
- Este es un momento maravilloso -dijo Maira, sosteniendo la mano de Mahin. - Felicidades de nuevo, Normado y Elisa.
Mahin asintió. - Que la vida de Sebas esté llena de amor y felicidad.
Normado, con una mirada de gratitud, agradeció a todos por estar allí y por sus amables palabras. - Gracias a todos por venir. Su apoyo y cariño significan mucho para nosotros.
Victor, sosteniendo a José, miró a Normado con una sonrisa cálida. - Este es solo el comienzo de una nueva aventura para todos nosotros. Nuestros hijos crecerán juntos y, con suerte, serán tan grandes amigos como nosotros lo somos.
La habitación estaba llena de risas, felicitaciones y buenos deseos mientras los amigos compartían este momento especial. La presencia de todos hizo que el día fuera aún más memorable para Normado y Elisa, quienes sabían que con amigos como ellos, Sebas crecería rodeado de amor y apoyo.
En la habitación llena de amigos y seres queridos, las conversaciones se centraban en los eventos del último año. Cada uno compartía sus historias y experiencias, llenando el ambiente de risas y recuerdos. Victor, sin embargo, se mantenía en silencio, observando a su hijo José mientras los demás hablaban.
Luci, notando la reticencia de Victor, le puso una mano en el hombro y le susurró: - Amor, deberías compartir tu historia. A veces, hablar de lo que llevas dentro ayuda.
Victor asintió lentamente, sintiendo la calidez del apoyo de su esposa. Se puso de pie y llamó la atención del grupo.
- Quiero compartir algo con todos ustedes -comenzó, su voz firme pero con una sombra de tristeza. - El año pasado, mientras todos intentaban seguir con sus vidas, yo tuve que enfrentarme a mi amigo, Nine Sharon.
El silencio llenó la habitación mientras todos prestaban atención a Victor.
- Nos conocíamos desde hace mucho tiempo, éramos como hermanos. Pero Nine Sharon... cambió. Se convirtió en una amenaza para todos, no solo para mí. Intenté razonar con él, pero no había manera de traerlo de vuelta. - Victor hizo una pausa, mirando al suelo por un momento antes de continuar. - Al final, tuve que tomar una decisión difícil. Si no lo detenía, iba a pasar lo mismo que ocurrió en mi planeta natal. No quería hacerlo, pero tuve que matarlo.
El grupo permaneció en silencio, procesando las palabras de Victor. Zahid fue el primero en hablar.
- Entendemos, Victor. A veces, tenemos que hacer cosas que nunca imaginamos para proteger a quienes amamos.
Tino asintió, añadiendo: - Has hecho lo que debías para protegernos a todos. No estás solo en esto.
Elisa, sosteniendo a Sebas, miró a Victor con comprensión. - Todos aquí hemos tenido nuestras propias batallas. Lo importante es que estamos juntos, apoyándonos mutuamente.
Victor respiró profundamente, sintiendo el peso de sus palabras y el alivio de compartir su carga. - Gracias, a todos. Es difícil, pero saber que tengo su apoyo significa mucho para mí.
Luci le apretó la mano con cariño. - Estamos aquí para ti, siempre.
La conversación continuó, y aunque las historias de los demás seguían fluyendo, el ambiente se volvió más cercano y comprensivo. Victor sintió que, por primera vez en mucho tiempo, había dado un paso hacia adelante, hacia la curación. Con sus amigos y familia a su lado, sabía que podía enfrentar cualquier cosa que el futuro le deparara.
Mientras las conversaciones continuaban en la habitación, Victor se sentía momentáneamente aliviado después de compartir su historia. Sin embargo, en lo profundo de su subconsciente, una voz oscura comenzó a murmurar, perturbando su paz interior.
- ¿De verdad crees que esto va a durar, Victor? -la voz de Evil Victor resonaba en su mente, llena de burla y veneno. - ¿Piensas que puedes ser feliz para siempre? Eres patético.
Victor cerró los ojos por un momento, intentando ignorar la presencia oscura dentro de él, pero Evil Victor continuó.
- Esta falsa sensación de seguridad y felicidad... No durará. Tú y yo lo sabemos. Eventualmente, todo se desmoronará y, cuando lo haga, yo estaré aquí para tomar el control. Haré de tu vida una pesadilla.
Victor sintió una oleada de rabia y desesperación, pero también una determinación feroz. En su mente, respondió con firmeza.
- No dejaré que arruines lo que he construido, lo que he luchado por proteger. Tengo a mi familia, a mis amigos. No estoy solo.
Evil Victor se rió, un sonido que resonaba como eco en su mente. - Ah, pero la oscuridad siempre encuentra su camino, Victor. Siempre.
Victor abrió los ojos, volviendo al presente. Miró a su alrededor, viendo a Luci, José, y sus amigos, sintiendo la calidez de su apoyo y amor. Con renovada determinación, se prometió a sí mismo no dejarse vencer por la oscuridad interior.
- Mantendré a mi familia y a mis amigos a salvo. No importa lo que cueste -pensó, reforzando su resolución.
Mientras tanto, Evil Victor permanecía en las sombras de su mente, esperando, pero Victor sabía que no estaba solo en esta lucha. Y con cada día que pasaba, estaba más decidido a resistir la oscuridad que amenazaba con consumirlo.
Mientras las conversaciones continuaban, una inquietante sonrisa se dibujó en el rostro de Victor, una sonrisa que no era la suya. Era una sonrisa llena de malicia, que causaba un escalofrío en el ambiente. Sus ojos brillaron en un intenso rojo por unos segundos, antes de volver a su color castaño habitual.
Luci, siempre atenta a los cambios en su esposo, notó la perturbadora transformación. Con una mezcla de preocupación y amor, le puso una mano en el brazo.
- Victor, ¿estás bien? -preguntó suavemente, buscando en sus ojos una respuesta.
Victor parpadeó, recuperando el control y alejando la influencia de Evil Victor. Su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una expresión de confusión y lucha interna.
- Sí, estoy bien -respondió, tratando de sonar convincente, aunque todavía sentía la presencia oscura acechando en su mente.
Zahid, que también había notado el cambio, se acercó. - Victor, sabes que puedes contar con nosotros. No tienes que enfrentar esto solo.
Victor asintió, agradecido por el apoyo de sus amigos. - Lo sé. Gracias, Zahid. Solo... a veces es difícil.
El grupo de amigos, aunque preocupados, continuaron ofreciéndole su apoyo incondicional. Victor, decidido a no dejar que la oscuridad tomara el control, se centró en el amor y la fuerza que su familia y amigos le proporcionaban.
Dentro de su mente, Evil Victor se retiró a las sombras, pero no sin dejar una última advertencia. - Esto es solo el comienzo, Victor. Nos volveremos a ver.
Victor respiró profundamente, reforzando su determinación. - Puede que vuelvas, pero nunca ganarás. No mientras tenga a quienes amo a mi lado.
Con ese pensamiento, Victor decidió disfrutar del presente, rodeado de sus seres queridos, mientras seguía luchando contra la oscuridad interna, sabiendo que cada día era una nueva oportunidad para superar sus propios demonios.
Victor salió del cuarto lleno de amigos y familiares, necesitando un momento a solas. Caminó por el pasillo del hospital, su mente una tormenta de recuerdos y emociones. Cada paso que daba parecía llevarlo más profundo en sus pensamientos y traumas. Se llevó una mano al rostro, sintiendo un dolor creciente en su cabeza.
Cada rincón del pasillo parecía transformarse en escenas de su pasado. Recordaba con dolor los abusos y agresiones que sufrió, las muertes que tuvo que causar para sobrevivir y prosperar, la traición devastadora de Nine Sharon, y la destrucción desatada por Karla'k. El peso de haber tenido que matar a su mejor amigo era una carga abrumadora que nunca se aliviaba.
Los recuerdos se mezclaban con momentos más pacíficos de su infancia: lanzar abono en el campo para cultivar alimentos, correr y jugar a las escondidas con Nine Sharon. Esos días felices parecían tan lejanos y casi irreales ahora. La culpa y el dolor lo consumían, haciendo que su cabeza latiera con una intensidad insoportable.
Victor se apoyó contra una pared, respirando con dificultad. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras se sentía atrapado entre el pasado y el presente. Se dio cuenta de que necesitaba encontrar una manera de reconciliarse con sus recuerdos, de aceptar lo que había hecho y sufrido, para poder seguir adelante.
En medio de su tormento, una voz suave y familiar lo sacó de sus pensamientos.
- Victor, ¿estás bien? -era Luci, quien lo había seguido al pasillo, preocupada por su repentina salida.
Victor la miró con los ojos llenos de lágrimas, tratando de encontrar las palabras.
- No lo sé, Luci. A veces siento que el peso de todo lo que he vivido me va a aplastar. No sé cómo seguir adelante con todo esto en mi mente.
Luci se acercó y lo abrazó, sosteniéndolo con fuerza. - No tienes que hacerlo solo, Victor. Estoy aquí para ti, siempre. Juntos encontraremos una manera de superar esto.
Victor se aferró a ella, sintiendo un rayo de esperanza en medio de su oscuridad. Sabía que el camino sería difícil, pero con Luci a su lado, y el apoyo de sus amigos, tenía una razón para seguir luchando. Con renovada determinación, decidió enfrentar sus demonios un día a la vez, buscando la paz y la redención que tanto anhelaba.
Mientras Luci lo abrazaba, Victor intentaba detener las lágrimas, luchando por mantener la compostura. Tragó su tristeza, intentando ocultar su vulnerabilidad y proyectar la fuerza que creía necesaria. Sin embargo, en su mente, las palabras "matar" y "morir" se repetían sin cesar, recordándole una y otra vez el abismo emocional en el que se encontraba.
Sentía que nadie realmente comprendía lo que era estar tan perdido, con los sentimientos al borde del colapso. La frustración lo consumía, apretando su pecho con una fuerza implacable. Pero en ese momento de vulnerabilidad, con Luci aferrada a él, algo comenzó a cambiar dentro de Victor.
Se dio cuenta de que no podía seguir tragándose su tristeza y ocultando su dolor. Este momento de inflexión marcó el inicio de una transformación en su manera de ver las cosas y a las personas.
- Luci -dijo en un susurro quebrado-, necesito aprender a enfrentar esto. No puedo seguir fingiendo que todo está bien.
Luci se apartó ligeramente para mirarlo a los ojos. - Y lo harás, Victor. No tienes que ser invulnerable todo el tiempo. Es humano sentirse así. Juntos encontraremos una manera de sanar.
Victor asintió lentamente, asimilando sus palabras. Sabía que no sería fácil, pero también sabía que tenía a su lado a alguien que lo comprendía y lo apoyaba. Desde ese día, Victor decidió cambiar su perspectiva.
Comenzó a ver a las personas no solo como aliados o enemigos, sino como individuos con sus propias luchas y dolores. Empezó a valorar más las conexiones que tenía, apreciando la empatía y el apoyo que le ofrecían.
Con cada paso que daba, se esforzaba por aceptar su pasado y aprender de él, en lugar de dejar que lo consumiera. Entendió que la verdadera fuerza no estaba en ocultar su dolor, sino en enfrentarlo, en ser honesto consigo mismo y con los demás.
Victor sabía que el camino hacia la curación sería largo y arduo, pero también sabía que no estaba solo. Y con esa comprensión, comenzó a reconstruir su vida, un día a la vez, con la esperanza de un futuro más brillante y lleno de paz.
Victor, aún aferrado a la mano de Luci, intentó proyectar una fachada de esperanza y determinación. Le dijo con voz firme:
- Prometo que cambiaré, Luci. Dejaré salir mis emociones y seré más abierto.
Pero en el fondo, Victor sabía que esas palabras eran una ilusión. No estaba listo para dejar salir su dolor, y la oscuridad dentro de él continuaba creciendo. La promesa que le hacía a Luci era más para darle esperanza que una verdadera intención de cambio.
Mientras trataba de convencerse a sí mismo de su capacidad para cambiar, un recuerdo olvidado resurgió en su mente. Una amiga de la academia militar, María, con quien no se juntaba mucho, pero cuya presencia había sido constante durante su entrenamiento. Recordó un día en particular, una pelea entre ellos que terminó en gritos y en una separación abrupta. Desde entonces, apenas volvieron a hablar.
En su planeta natal, antes de la batalla con Nine Sharon, Victor había visto a María. En el caos de la lucha, la vio entre las víctimas, muerta, y en su dolor, intentó convencerse de que era otra persona. La imagen de su amiga fallecida lo había perseguido desde entonces, aunque había intentado enterrarla profundamente en su mente.
Victor cerró los ojos, tratando de mantener la calma mientras esos recuerdos lo inundaban. Apretó la mano de Luci con más fuerza, usando su contacto como un ancla para no perderse en el abismo de sus pensamientos.
- Luci... -comenzó, su voz temblando ligeramente-, hay cosas en mi pasado que he intentado olvidar, personas a las que he perdido. Es más difícil de lo que parece, pero... intentaré ser mejor por ti, por nosotros.
Luci lo miró con amor y preocupación, sintiendo la tensión en sus palabras. - Estoy aquí para ti, Victor. No tienes que enfrentarlo solo. Juntos podemos superar cualquier cosa.
Victor asintió, aunque una parte de él seguía sintiéndose atrapada en la oscuridad. Sabía que tendría que enfrentar esos recuerdos, y la promesa de cambio que le hizo a Luci sería una batalla constante. Pero por ahora, la presencia de Luci y el apoyo de sus amigos le daban la fuerza necesaria para seguir adelante, un paso a la vez, mientras luchaba contra los demonios que crecían dentro de él.
De repente, Victor sintió una oscura presencia apoderándose de él. Sus ojos se volvieron de un intenso color rojo, y Evil Victor tomó el control. Con una sonrisa malévola, se pasó una mano por el cabello, peinándolo hacia atrás y transformando su apariencia.
Luci, al ver el cambio repentino, retrocedió un paso, la preocupación visible en su rostro.
- ¿Victor? -preguntó con voz temblorosa, aunque sabía que algo estaba muy mal.
Evil Victor giró lentamente la cabeza hacia ella, su mirada llena de burla y desprecio. - No, Luci. Victor no está aquí en este momento.
Con un tono que destilaba crueldad, Evil Victor agregó: - ¿Realmente creíste que podía cambiar? ¿Que podía ser el hombre que deseabas? Qué ingenua eres.
Luci, aunque asustada, no retrocedió más. - Devuélvemelo. Sé que está ahí, luchando contra ti.
Evil Victor se rió, un sonido frío y sin alma. - Victor es débil. Siempre lo ha sido. Pero no te preocupes, estaré aquí para mostrarte lo equivocado que estabas.
Justo en ese momento, Victor, desde el fondo de su subconsciente, luchaba por recuperar el control. Recordaba a sus amigos, a su hijo, y sobre todo, a Luci. Con una fuerza de voluntad renovada, empezó a pelear contra la influencia de Evil Victor.
- ¡No! -gritó Victor dentro de su mente, con una fuerza que nunca había sentido antes-. No te permitiré hacerle daño a ellos.
Los ojos de Victor brillaron intermitentemente entre rojo y su habitual color café, una batalla interna visible en su rostro. Finalmente, con un grito de esfuerzo, Victor logró recuperar el control de su cuerpo. Sus ojos volvieron a su color natural y su postura se relajó.
Respirando con dificultad, Victor miró a Luci, el miedo y la disculpa reflejados en sus ojos.
- Lo siento, Luci. Estoy aquí. Estoy luchando.
Luci corrió hacia él, abrazándolo con fuerza. - Lo sé, Victor. Sé que estás luchando. No estás solo en esto.
Con el apoyo de Luci, Victor sabía que la batalla contra Evil Victor sería continua, pero también sabía que no estaba solo. Con cada día, encontraría la fuerza para resistir y superar la oscuridad que intentaba consumirlo.
Después del tumultuoso episodio, los amigos de Normado y Elisa comprendieron la necesidad de dejar a la pareja en paz para que pudieran disfrutar de su recién nacido sin más distracciones. Se despidieron con sonrisas y buenos deseos, dejando a Normado y Elisa solos en la habitación del hospital con su hijo, Sebas.
Victor, sosteniendo a su propio hijo José en brazos, fue uno de los últimos en irse. Se acercó a Normado, poniendo una mano en su hombro.
- Felicidades, amigo. Sebas es un niño fuerte, como su padre.
Normado asintió, agradecido por el apoyo de sus amigos. - Gracias, Victor. Sé que todos ustedes han sido una gran ayuda para nosotros.
Victor sonrió, aunque aún se notaba un rastro de la reciente lucha interna en sus ojos. - Siempre estaremos aquí para apoyarnos. Cuida de tu familia, Normado.
Con esas palabras, Victor salió de la habitación, seguido por Luci y José. A medida que caminaban por el pasillo, Victor sintió una calma momentánea, un respiro después de tanto caos. A pesar de los desafíos que aún enfrentaba, sabía que el amor y el apoyo de sus amigos y familia le darían la fuerza para seguir adelante.
Mientras tanto, en la habitación, Normado y Elisa se acomodaron con su bebé. Elisa, con una sonrisa cansada pero radiante, miró a Normado.
- Tenemos una hermosa familia, Normado. No podría pedir nada más.
Normado besó suavemente la frente de Elisa y luego la de Sebas. - Somos muy afortunados. Y prometo que siempre estaré aquí para protegerlos.
El silencio reconfortante llenó la habitación, y por un momento, todo parecía perfecto. En ese pequeño espacio de tiempo, las preocupaciones del mundo exterior quedaron atrás, y solo existía el amor de una familia unida.
Fin.