En un claro apartado del bosque, los rayos del sol atravesaban las copas de los árboles, creando un mosaico cambiante de luz y sombra en el suelo. Naruto practicaba con intensidad, cada golpe resonando contra el muñeco de entrenamiento improvisado. Kaito-sensei observaba con su usual calma, los brazos cruzados mientras ofrecía comentarios concisos y firmes.
—Naruto, tus movimientos están mejorando, pero sigues dejando abierta tu defensa al final de cada secuencia. Recuerda: atacar es importante, pero no serviría de nada si te dejan fuera de combate por un contraataque —señaló, su mirada fija en los pies de su alumno.
Naruto detuvo sus movimientos un instante, respirando con fuerza, y asintió con determinación antes de retomar la secuencia.
—Te plantearé otra situación —dijo Kaito mientras caminaba lentamente alrededor del claro—. Estás infiltrándote en una base enemiga, pero un guardia te descubre. ¿Qué haces?
—Los elimino antes de que puedan dar la alarma —respondió Naruto, su tono firme mientras lanzaba otro golpe que hizo crujir la madera del muñeco.
Kaito negó suavemente con la cabeza, su expresión permaneciendo neutral.
—Esa podría ser una opción, pero no la única ni siempre la mejor. Recuerda, un ninja debe ser astuto, usar el entorno a su favor. A veces, un jutsu de distracción o una ruta alterna pueden evitar un conflicto innecesario y salvarte la vida.
Naruto frunció el ceño, absorbiendo las palabras de su maestro mientras seguía practicando. Luego, Kaito planteó otra pregunta, más desafiante:
—Tu equipo está dividido, y el otro grupo está siendo atacado. ¿Abandonas la misión para ayudarlos, o cumples tu objetivo con el riesgo de que ellos no sobrevivan?
Naruto lanzó un golpe más fuerte que los anteriores, haciendo que el muñeco de entrenamiento se tambaleara antes de voltearse hacia Kaito. En su mirada había una resolución que no había mostrado antes.
—Ayudaría al otro equipo —dijo con una claridad que dejó a Kaito momentáneamente sin palabras.
Kaito alzó una ceja, sorprendido por la contundencia de su respuesta.
—¿Incluso si eso significa fracasar en la misión y enfrentar las consecuencias de abandonar tus órdenes?
Naruto sostuvo la mirada de Kaito y replicó sin titubear:
—Aquellos que rompen las reglas son escoria, pero aquellos que abandonan a sus amigos son peor que escoria.
Kaito lo estudió en silencio, reconociendo una fuerza en su alumno que trascendía la ingenuidad de su respuesta. Aunque sabía que el idealismo de Naruto era peligroso en el mundo ninja, no pudo evitar respetar esa firmeza de carácter.
—Esas palabras son nobles, pero en el mundo ninja la realidad no siempre nos permite seguir nuestros ideales. Sin embargo, respeto tu convicción —respondió finalmente Kaito, cruzándose de brazos—. Entrenemos más para que, si te enfrentas a esa decisión, puedas elegir con confianza.
Antes de que Naruto pudiera responder, un viento fuerte sacudió el claro, levantando hojas en espirales que danzaron en el aire. Una figura emergió del bosque, vistiendo un traje oscuro y con una presencia que parecía absorber la luz a su alrededor. Sus ojos brillaban con un rojo hipnótico, y su voz era suave pero cargada de autoridad.
—Kaito-sama —dijo el recién llegado—. Hay asuntos del clan que requieren tu atención.
Naruto giró la cabeza hacia el extraño, estudiándolo. Algo en sus rasgos le resultaba vagamente familiar: cabello negro azabache, ojos intensos y una postura que emanaba poder.
Kaito suspiró, su tono adoptando una mezcla de irritación y resignación.
—¿Es tan urgente como para interrumpir mi entrenamiento?
—Se trata de la Fuerza de Policía Militar. El clan necesita tu presencia para resolver un desacuerdo.
Naruto, aún observando con curiosidad, no pudo evitar intervenir.
—Kaito-sensei, ¿tú perteneces a un clan?
Kaito le lanzó una mirada breve antes de responder con calma.
—Sí, soy un Uchiha.
El aire pareció volverse más denso en ese momento. Naruto sintió cómo su estómago se encogía, y su mente conectó las piezas con una velocidad alarmante. Sin embargo, no dejó que su expresión revelara su conmoción.
—No se preocupe por mí, sensei. Estoy seguro de que su clan lo necesita más que yo en este momento —dijo Naruto, forzando una sonrisa que intentaba ocultar su creciente ansiedad.
Kaito asintió, dándose cuenta de que no tenía elección.
—Bien, Naruto. Pero mañana vamos a trabajar el doble. Y recuerda lo que te dije sobre el enfoque y la paciencia. Vamos, Itachi.
Naruto apenas contuvo el jadeo que amenazaba con escapar al escuchar el nombre del extraño. Lo observó caminar junto a Kaito hacia las sombras del bosque, su mente zumbando con preguntas sin respuesta.
Cuando se quedó solo en el claro, apretó los puños con fuerza. Había tanto que no entendía, pero algo estaba claro: el mundo ninja era más complejo y peligroso de lo que había imaginado.
Lo único que sabía era que ahora, en vez de tener que lidiar con los cuatro Uchihas que dieron vuelta el mundo de Naruto, tenía que enfrentarse a un clan completo.
Sin embargo, esa incertidumbre no lo debilitó. Por el contrario, encendió una chispa de determinación en su interior.
—Tengo que hacerme más fuerte. Más fuerte para proteger a mis amigos y para enfrentar lo que sea que venga —murmuró, retomando su entrenamiento con una intensidad renovada.
En las sombras del claro nocturno, un hombre vestido con el uniforme oscuro característico de Root revisaba los informes bajo la luz tenue de una linterna. Su rostro permanecía en penumbra, pero la seriedad en su postura dejaba claro que no tomaba su tarea a la ligera. Frente a él, otro agente de Root permanecía firme, con la cabeza ligeramente inclinada en señal de respeto.
—Arata, hijo de aldeanos, sin lazos significativos que puedan complicar su lealtad —murmuró el reclutador, pasando los ojos por las anotaciones del pergamino.
El agente, de cabello corto y mirada imperturbable, asintió brevemente.
—Tiene un perfil ideal para Root. Ha mostrado una capacidad de adaptación excepcional, superando limitaciones que habrían detenido a otros. Su voluntad de mejorar lo hace destacar entre sus compañeros.
El reclutador dejó el pergamino a un lado, cruzando los brazos mientras meditaba las palabras.
—Aquellos como él, que no tienen clanes ni legados familiares, son un recurso invaluable. No están atados a las tradiciones ni al orgullo inútil que los vuelve impredecibles. Pero esa misma libertad puede ser un arma de doble filo si no se maneja correctamente.
Sus ojos se posaron en el agente.
—¿Qué tan fuerte es su apego emocional hacia sus compañeros?
El agente respondió con calma profesional.
—Tiene una inclinación hacia la lealtad grupal. Es el tipo de persona que se sacrificaría por sus amigos. Ese idealismo podría interferir con el cumplimiento de órdenes absolutas.
El reclutador soltó un leve suspiro, como si confirmara algo que ya sabía.
—Entonces, eso será lo primero que deberemos eliminar. Los ideales son útiles para motivar a los débiles, pero un verdadero ninja no puede permitirse ese lujo. Si tiene potencial, debemos moldearlo para que sus emociones trabajen para él, no en su contra.
El agente mantuvo su postura, mientras el reclutador continuaba:
—Por ahora, observa su progreso. Ponlo a prueba en situaciones que lo fuercen a priorizar la misión por encima de sus emociones. Si no puede hacerlo, será descartado. Root no tiene espacio para aquellos incapaces de tomar decisiones difíciles.
El reclutador enrolló el pergamino con cuidado y lo guardó en un bolso que colgaba de su cinturón.
—Danzo-sama no tiene tiempo para esto, pero confía en nosotros para separar el grano de la paja. Si Arata demuestra ser lo que buscamos, lo incorporaremos al entrenamiento avanzado.
El agente asintió, entendiendo la misión sin necesidad de más instrucciones. El reclutador, satisfecho, dio media vuelta y desapareció en las sombras del bosque, dejando al agente solo bajo la luz de la luna.
El agente permaneció en el claro unos segundos más, mirando hacia la dirección de la aldea con un aire calculador. Finalmente, desapareció entre las sombras, dejando solo el murmullo del viento en los árboles como testigo de su conversación.