El sol se había ocultado tras el horizonte, dejando a Konoha envuelta en la suave penumbra del atardecer. Las calles principales de la aldea seguían animadas, con comerciantes cerrando sus puestos y ninjas regresando de sus misiones. Naruto Uzumaki caminaba con paso firme hacia su destino: la imponente biblioteca ninja. La idea de investigar sobre su nuevo sensei, un hombre misterioso que apenas se había presentado, lo intrigaba y lo llenaba de determinación.
El edificio de la biblioteca era majestuoso, con pilares tallados y un techo inclinado que reflejaba la arquitectura tradicional de la aldea. Era un lugar reservado para shinobi, un santuario de conocimiento al que solo los portadores de la bandana tenían acceso. Naruto mostró su bandana con orgullo en la entrada, sintiendo un destello de satisfacción cuando el encargado asintió y le permitió pasar. Aunque las estanterías repletas de pergaminos y libros parecían intimidantes, la emoción de descubrir algo nuevo lo impulsaba.
—Eh… disculpe —dijo al encargado, un chūnin que revisaba un libro con semblante aburrido—. ¿Podría ver el libro bingo? Necesito encontrar información sobre alguien.
El hombre lo observó de arriba abajo, levantando una ceja. Sin embargo, no hizo preguntas. Desapareció entre las estanterías y regresó con un tomo grueso y algo desgastado. Lo colocó frente a Naruto con un gesto seco, como si le advirtiera que tuviera cuidado.
Naruto hojeó las páginas con entusiasmo, deteniéndose en nombres conocidos de la historia ninja. Finalmente, encontró la entrada que buscaba. El rostro serio y familiar de su sensei aparecía acompañado de un breve resumen de su trayectoria:
Nombre: Renji Yuhi
Edad: 30 años
Rango: Tokubetsu Jōnin
Afiliación: Konoha
Especialidad: Genjutsu avanzado orientado a tortura e infiltración. Exmiembro destacado de la Fuerza de Tortura e Interrogatorio de Konoha. Discípulo de Inoichi Yamanaka y miembro del clan Yuhi.
Naruto leyó esas líneas varias veces, intentando procesarlas. El hecho de que Renji fuera parte del clan Yuhi, conocido por su destreza en genjutsu, explicaba muchas cosas. Sin embargo, lo que más llamó su atención fue la referencia a la Fuerza de Tortura e Interrogatorio. "¿Por qué habría dejado un puesto tan importante?", se preguntó.
Con el libro bingo cerrado frente a él, decidió buscar respuestas en otro lugar. Recordó que la sede de la Fuerza de Tortura e Interrogatorio estaba cerca y decidió dirigirse allí. Si no podía entrar, siempre podría preguntar a Inoichi Yamanaka, pero prefería evitar esa opción. Siendo un transmigrante prefería evitar a los Yamanaka; no quería correr riesgos innecesarios.
La entrada al edificio de la Fuerza de Tortura e Interrogatorio imponía respeto. La estructura robusta y los shinobi que custodiaban el lugar proyectaban una atmósfera de gravedad. Naruto tragó saliva, pero su determinación lo empujó a seguir adelante. Sin embargo, no tardó en darse cuenta de que nadie estaba dispuesto a responderle.
—¿Y tú qué haces aquí, mocoso? Este no es lugar para niños —dijo una voz femenina cargada de sarcasmo.
Naruto se dio vuelta y vio a una mujer de cabello corto, ojos llenos de vida y una sonrisa ladina. En una mano sostenía un dango, que mordisqueaba despreocupadamente.
—Estoy buscando información sobre mi sensei, Renji Yuhi. ¿Lo conoce? —respondó Naruto con su habitual franqueza.
La mujer arqueó una ceja, sorprendida.
—¿Renji? Vaya, nunca imaginé que sería maestro de un equipo. Pero dime, mocoso, ¿qué me das a cambio de esa información?
Naruto se rascó la cabeza, pensativo. Recordó haber oído que esa mujer, Anko Mitarashi, era conocida por su amor por los dangos. Una idea brilló en su mente.
—Te puedo invitar unos dangos.
Anko soltó una carcajada, divertida por la respuesta.
—¡Eso me gusta! Bien, Ibiki, voy a tomar un descanso —gritó, haciendo que Naruto se sobresaltara por el volumen de su voz.
En un restaurante cercano, Naruto compró una caja de dangos para Anko, quien aceptó el gesto con una sonrisa satisfecha.
—Trato hecho, pequeño. Escucha, Renji era uno de los mejores en su trabajo. Su genjutsu podía desenterrar los secretos más oscuros de cualquiera. Pero ese talento también lo hizo complicado.
—¿Complicado cómo? —preguntó Naruto, intrigado.
Anko masticó lentamente antes de responder.
—Hubo una misión hace unos años. No puedo darte detalles, pero algo salió mal. Renji cargó con la culpa, aunque no fue su error. Desde entonces, se alejó de las sombras y empezó a buscar algo más… ¿luminoso?
Naruto reflexionó sobre esas palabras mientras Anko terminaba su comida. Aunque la información no respondía todas sus preguntas, le dio un nuevo enfoque.
—Gracias, Anko. —dijo Naruto haciendo una reverencia.
Al salir del restaurante, Naruto levantó la mirada hacia el cielo estrellado. Una mezcla de emociones llenaba su pecho: incertidumbre, determinación y un leve nerviosismo por lo que el día siguiente le depararía. Mientras caminaba hacia su apartamento, reflexionó sobre lo que había aprendido. "No importa qué tan complicado sea, voy a demostrarle a Renji-sensei que puedo lograrlo. Y mis compañeras también deben hacerlo. No puedo dejarlas atrás."
Entre las sombras del restaurante, donde Naruto y Anko habían estado, una ilusión se disipó lentamente en la silla junto a ella. Anko levantó una ceja, mirando al hombre que aparecía.
—¿Escuchaste todo, Renji? —preguntó con una sonrisa juguetona.
—Él es interesante —respondó Renji Yuhi, cruzando los brazos con expresión pensativa—. No esperaba que pasara la prueba. Sus otras dos compañeras fallaron a pesar de que él les indicó las discrepancias desde el principio.
—Oh, ¿eso significa que ya desaprobaron? —inquiró Anko, inclinándose hacia él con curiosidad.
Renji se quedó en silencio por un momento antes de responder:
—Eso depende de lo que pase mañana. Tendremos que ver cómo manejan el próximo desafío.
Anko sonrió, levantando otro dango.
—¿Lo pondrás difícil, verdad? Me gusta tu estilo.
Renji no respondió, pero una leve sonrisa asomó en su rostro mientras desaparecía nuevamente en las sombras.