—¿Qué te pasa que te ves tan preocupada? —Zhuang Qingning le dio un ligero golpecito en la cabeza.
—La tía Liu no ha venido en los últimos dos días, y tampoco la Hermana Qiuying ha puesto su puesto —Zhuang Qingsui frunció el ceño preocupado—. Me pregunto si algo habrá pasado en casa.
—Efectivamente —Zhuang Qingning también apretó los labios.
En los últimos días, había estado ocupada gestionando la tienda y pensando cómo organizar los turnos y expandir la producción en la fábrica de tofu. Su mente estaba llena de estos asuntos, y no había prestado mucha atención a lo que Qingsui acababa de mencionar hasta que se dio cuenta de que la señora Liu y Zhang Qiuying no habían venido a poner sus puestos en el pueblo durante los últimos dos o tres días.
La señora Liu se había sentido mal, pero se había obligado a venir y vender sus pasteles de arroz frito hasta que su salud se volvió insoportable y solo entonces descansó un par de días.