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—Lu Qingyi apoyó sus manos en la mesa y miró a su hermana, Lu Jiayue, con una sonrisa burlona. ¿Dinero?
—Hermana, usa el dinero que tengo en esta tarjeta, no es necesario que desvíes el camino —rogó Jiayue mientras sacaba una tarjeta bancaria de su bolsa.
—No, gracias.
Lu Qingyi apartó la mirada de la tarjeta que sostenía Jiayue, su expresión indiferente. Ella no carecía de dinero. Incluso si así fuera, preferiría morir de hambre antes que aceptar la caridad de Jiayue.
—Jiayue, ¿qué estás tramando ahora?
De repente, una clara voz masculina interrumpió la conversación. Estaba teñida de un toque de molestia. Un joven con el cabello rapado a máquina se paró en la entrada de la clase 20. Su piel dorada contrastaba contra sus cejas visiblemente molestas. No todos podían lucir bien con el cabello rapado, pero a él le hacía verse aún más atractivo y radiante.
—Jiahao.
Jiayue se giró, sonando sorprendida y un poco débil.