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Chapter 9 - La niña en el bosque

El camino por delante era estrecho y sinuoso, flanqueado a ambos lados por árboles densos y altísimos que parecían extenderse infinitamente hacia el cielo nocturno. Los faros del coche cortaban la oscuridad, proyectando largas y espeluznantes sombras que danzaban sobre el suelo del bosque. Dentro del coche, Emily Statton, de 18 años, estaba sentada en silencio, su mirada fija en el camino por delante, mientras su madre, Heather, sujetaba el volante, sus nudillos blancos por la tensión.

—¿Ya casi llegamos? —murmuró Heather, su voz teñida de agotamiento—. Realmente quiero llegar pronto al hotel. Este camino me está dando escalofríos.

Emily asintió distraidamente, pero su mente estaba en otro lugar. Sus padres se habían divorciado recientemente, y su madre se mudaba a un nuevo pueblo. Los árboles se alzaban sobre ellas como guardianes silenciosos, y la forma en que sus ramas se entrelazaban creaba un dosel que bloqueaba la luz de la luna.

De repente, los ojos de Emily vieron algo al lado del camino: un vistazo fugaz de movimiento, una sombra en la oscuridad.

—¡Mamá, detén el coche! —La voz de Emily era urgente, cortando el silencio.

Heather miró a su hija, confusión y preocupación escritas en su rostro. —¿Qué pasa, Emily?

—¡Solo detén el coche! —insistió Emily, elevando su voz.

—No puedo parar el coche aquí; es peligroso. —Heather continuó conduciendo, pero los ojos de Emily permanecían fijos en el lugar donde había visto la sombra.

—Mamá, he visto a alguien. Necesitan nuestra ayuda. Por favor, detente.

Heather dudó un momento, sus instintos maternales luchando con el miedo a lo desconocido. Pero al ver la determinación en los ojos de Emily, finalmente cedió, deteniendo el coche en el arcén de grava.

Antes de que Heather pudiera decir algo, Emily ya había desabrochado su cinturón de seguridad y estaba fuera del coche, corriendo de regreso hacia el lugar donde había visto la sombra.

—¡Emily, espera! —Heather la llamó, su corazón palpitando de miedo—. ¡No entres al bosque! ¡Es peligroso!

Pero Emily no escuchó. Algo la había atraído hacia ese lugar, algo que no podía explicar. Llegó al borde de la carretera y miró hacia la oscuridad, sus ojos ajustándose lentamente a la luz tenue.

Allí, tumbada en el suelo del bosque a solo unos pies de la carretera, había una joven, de la edad de Emily. Estaba inconsciente, su ropa estaba tan rasgada que estaba casi desnuda, su rostro magullado y golpeado, y su cabello rubio estaba enmarañado con tierra y sangre.

Heather alcanzó a Emily, sin aliento y con los ojos desorbitados por el miedo. —¡Dios mío! —jadeó, apresurándose al lado de la chica. Se arrodilló, comprobando su pulso y examinando sus heridas. —Está viva, pero en muy mal estado. Parece que ha sido víctima de un atropello y fuga.

Emily sacudió la cabeza, su ceño fruncido en confusión. —Pero, ¿por qué una víctima de atropello y fuga estaría tan adentro del bosque? No tiene sentido.

Heather hizo una pausa, su mente acelerada. Emily tenía razón: algo sobre la situación no cuadraba. La chica no estaba solo al borde de la carretera; estaba bien adentro del bosque, como si hubiera estado huyendo de algo o de alguien.

Emily tragó un nudo. —Quizás fue asaltada.

Los ojos de Heather se agrandaron ante la posibilidad, su corazón se hundió al pensar en la terrible experiencia de la chica.

—No podemos simplemente dejarla aquí, —dijo Emily, su voz temblaba de emoción. —Tenemos que ayudarla.

Heather asintió, su decisión tomada. —Tienes razón. Vamos a meterla en el coche. La llevaremos al hospital y le conseguiremos la ayuda que necesita.

Con cuidado, levantaron a la chica, sujetándola entre ellas mientras la llevaban de vuelta al coche. Emily no pudo evitar sentir una profunda sensación de inquietud mientras caminaban. El bosque parecía cerrarse sobre ellas, las sombras alargándose y oscureciéndose, como si los mismos árboles estuvieran observando.

Una vez que llegaron al coche, colocaron suavemente a la chica en el asiento trasero, cubriéndola con una manta para mantenerla caliente. Emily subió al asiento trasero con ella, sosteniendo la mano de la chica y susurrando palabras de consuelo, aunque la chica no podía oírla.

Heather rápidamente volvió al volante, sus nervios a flor de piel. Mientras arrancaba el coche y volvía a la carretera, lanzó una mirada preocupada a Emily a través del espejo retrovisor.

—¿Crees que estará bien? —preguntó Emily suavemente, sus ojos nunca dejando el rostro de la chica inconsciente.

—Espero que sí —respondió Heather, su voz temblorosa—. La llevaremos al hospital lo más rápido posible. Ellos sabrán qué hacer.

Emily envolvió cuidadosamente a la chica inconsciente en una manta, sus manos temblaban ligeramente mientras acomodaba la tela alrededor de la forma maltratada de la chica. A pesar de la suciedad y los moretones que manchaban su rostro, no se podía negar su belleza. Su cabello, aunque enredado y sucio, era rubio sedoso, y aun en su estado, había algo etéreo en sus rasgos. Emily no pudo evitar preguntarse quién era y qué la había traído a este oscuro y solitario tramo de bosque.

Perdida en sus pensamientos, Emily se sobresaltó cuando la chica de repente abrió los ojos. El pánico cruzó la cara de la chica, y antes de que Emily pudiera reaccionar, la chica soltó un grito aterrorizado que resonó por el coche.

—¡Hey, hey, está bien! ¡Estás a salvo! —dijo Emily rápidamente, tratando de calmarla. Extendió la mano para tocar suavemente el brazo de la chica, esperando calmarla.

El grito de la chica se extinguió en su garganta, y miró a Emily con ojos grandes y asustados. Por un momento, solo se escuchaba el sonido de su respiración, pesada e irregular. Luego, para sorpresa de Emily, la chica comenzó a olfatear el aire a su alrededor, su nariz temblorosa como la de un animal cauteloso.

Emily miró a su madre, quien se había vuelto en el asiento del conductor, la preocupación grabada en su rostro. Heather levantó una ceja, claramente pensando que el comportamiento de la chica era tan extraño como Emily.

Finalmente, la chica pareció calmarse, su respiración se ralentizó mientras se acomodaba de nuevo en el asiento. Sin embargo, su mirada seguía siendo cautelosa, sus ojos se movían entre Emily y Heather.

Heather rompió el silencio —Te llevamos a un hospital —dijo con dulzura—. Estás herida y necesitas que te examinen.

Al escuchar las palabras de Heather, los ojos de la chica se agrandaron alarmados. Sacudió la cabeza vehementemente —¡No! No necesito un hospital. Estoy bien —insistió, su voz temblorosa pero determinada.

Heather frunció el ceño, intercambiando una mirada preocupada con Emily —Claramente no estás bien —dijo Heather suavemente—. Estabas inconsciente y tienes moretones por todas partes. Necesitas atención médica.

La cara de la chica cayó, y miró hacia sus manos, que temblaban en su regazo. Parecía estar luchando con algo, sus labios apretados en una línea delgada como si estuviera conteniendo las lágrimas.

El corazón de Emily se dolía al ver la evidente angustia de la chica. Se inclinó más cerca, su voz suave.

—Está bien. Solo queremos ayudarte. ¿Puedes decirnos quién eres? ¿Qué te pasó?

Durante un largo momento, la chica no respondió. Mantuvo su mirada fija en sus manos, su ceño fruncido en pensamiento. Finalmente, tomó una respiración profunda y miró a Emily, sus ojos llenos de tristeza y algo más, algo que Emily no podía identificar del todo.

—Me llamo Anne —dijo en voz baja, su voz apenas más que un susurro—. Anne Grant.

—Anne —repitió Heather, su voz suave y reconfortante—. Es un placer conocerte, Anne. Pero todavía necesitamos saber qué pasó. ¿Por qué estabas ahí en el bosque? ¿Quién te hizo esto?

Anne apartó la mirada, sus ojos nublados de tristeza. —No puedo decir —murmuró.

Emily y Heather intercambiaron otra mirada, esta llena de preocupación y confusión. La renuencia de Anne a hablar solo profundizaba el misterio que la rodeaba.

—Anne —dijo Emily suavemente—, no tienes que contarnos todo ahora mismo. Pero no podemos simplemente dejarte así. Si no quieres ir al hospital, ¿hay alguien a quien podamos llamar? ¿Alguien que pueda venir a ayudarte?

Anne negó con la cabeza nuevamente, más firmemente esta vez. —No —dijo, su voz más fuerte—. No hay nadie. Solo necesito salir de aquí. Por favor.

Heather suspiró, claramente dividida. Por un lado, quería respetar los deseos de Anne, pero por otro, sabía que no podían simplemente dejarla sola en esta condición. Se volvió hacia Emily, buscando una respuesta en los ojos de su hija.

Emily tomó una respiración profunda, sintiendo el peso de la decisión que tenían que tomar. —No podemos simplemente dejarte en algún lugar —dijo con delicadeza—. Somos nuevas en el pueblo, pero puedes venir con nosotras a nuestro hotel. Resolveremos qué hacer desde allí. Quizás después de haber descansado, podamos hablar más sobre lo que ocurrió.

Anne dudó, su mirada oscilando entre Emily y Heather. Finalmente asintió, su expresión una de resignación tranquila. —Está bien —dijo suavemente—. Gracias.

Emily no pudo evitar preguntarse qué tipo de problemas estaba huyendo Anne y si acaso ellas habían entrado sin saberlo en algo más peligroso.