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Chapter 23 - Reino élfico II

Después de mi pequeña confrontación con Idril, al menos 10 elfos fuertemente armados vinieron a ver qué había pasado. Cuando llegaron, se sorprendieron con la escena que había hecho Idril. A mí no me vieron, ya que estaba usando 'manto de invisibilidad'. Idril les dijo algo y los envió de vuelta. Asumo que les dijo una mentira. Después de que se fueron, Idril me condujo a una nueva habitación y aquí estábamos: ella en una gran cama quejándose como loca y yo escuchando sus delirios.

"Oye, ¿todavía estás molesta?"

¡Buaaaaa! ¡Buaaaaa! ¡Buaaaaa!

"Uff, ¿en serio?"

Idril lloraba como una niña pequeña en la cama y yo solo la observé. No era mi estilo hacer llorar a las mujeres, así que le dije:

"No te preocupes, cuando abandone el reino élfico te liberaré".

Cuando dije esas palabras, las orejas de Idril se levantaron rápidamente. Levantándose de la cama, se volteó y me miró con lágrimas en los ojos.

"¿En serio?"

Al ver su dulce rostro, volteé la cabeza hacia otro lado. La loca era muy hermosa; si me dejaba seducir por su belleza, estaba jodido. Hizo que mi corazón se volviera loco por unos segundos.

"Sí, claro, puedo modificar las condiciones del contrato si no me crees".

Al escuchar mis palabras, el rostro de Idril cambió de triste a una hermosa sonrisa.

"Hazlo".

Después de eso, saqué el contrato y le hice ciertas modificaciones. El contrato solo tendría validez mientras yo no abandonara el reino de los elfos. Al salir del reino élfico, el contrato se rompería e Idril sería libre, o más bien, su cuerpo.

"¿Contenta?"

"Sí".

Qué mujer tan molesta, no podía tenerla lloriqueando a cada minuto. A decir verdad, no la necesitaba; cuando abandonara el reino de los elfos, mi fuerza estaría a otro nivel.

"Pero aún no termino de entender por qué las personas que han estipulado las mismas condiciones han fallado".

"Es por la intención".

"¿Intención?"

"Sí, al ser quien estipuló las condiciones y reglas del contrato, se me otorga el beneficio de darle a cada palabra una intención específica. El contrato, desde el principio, fue hecho para mi beneficio. Este tipo de contrato requiere que explique a la otra parte, si ella pregunta, claro está, pero dado que no preguntaste a fondo, no hubo la necesidad de decirte nada. El contrato no me obliga a forzarte a que sepas los pros y contras del contrato".

"Entonces yo..."

"Correcto, cometiste un grave error: interpretaste la condición a tu manera, pero el contrato estipulaba algo diferente. Nuestros conceptos de 'tu cuerpo formará parte de mi propiedad' eran diferentes desde el principio".

"Pero sigue siendo extraño; si los contratos se pudieran usar de esa manera, todos los usarían así".

"Bueno, digamos que posiblemente soy el único que puede sacar provecho de dicha condición".

"¿A quién se le ocurrió la idea?"

"Eso fue idea de mi elemental".

"¿Cuántos años tiene tu elemental?"

Idril me hizo una pregunta algo extraña; la edad de un elemental... No sabía la razón detrás de su pregunta.

- NUESTRA EDAD SUPERA FÁCILMENTE LOS 10.000 AÑOS.

'¿Es una broma?'

- NO.

'Bueno, voy a hacer como que no escuché eso'.

- RESPÓNDELE UNA MENTIRA.

'Oye, ¿en serio qué te pasó?'

- ACTUALMENTE ME ENCUENTRO DESARROLLANDO UN EGO.

'¿Y ese ego es femenino?'

- SI.

'¿Puedes cambiarlo para que sea un ego de hombre?'

- ES POSIBLE.

'Entonces hazlo'.

- SE DESARROLLARÁ UN EGO MASCULINO.

- SE CREARÁN DOS EGOS, UNO FEMENINO Y OTRO MASCULINO.

'¿Pero qué demonios te pasa, D?'

'En serio, más tarde tendremos una buena charla de esto'.

D estaba fuera de control, estaba haciendo lo que le entraba en gana: creación de egos, ¿qué mierda con eso? La razón por la que no quería que desarrollara un ego femenino fue simple: no quería que me estuvieran regañando a cada rato. El D de antes era mejor, no cuestionaba mis decisiones, pero esta versión de él incluso se burlaba de mí. Después de pensar bien las cosas, respondí:

"El elemental tiene mi edad".

"¿Queeeee?"

Idril se quedó fría al escuchar mi declaración. Por un momento, me quedé callado pensando en que me había equivocado.

"¿Cu... cu... cuántos años tienes?"

"5 años".

"Imposible".

"Bueno, eso no importa".

Al ver a la sorprendida Idril, la corté; ya me había cansado de estar respondiendo preguntas.

"Pídele a tu gente que me traigan ropa decente y que traigan un libro que contenga el idioma élfico con ilustraciones de lo que significa cada palabra".

"Oye, ¿sabes quién soy yo? ¿Soy?"

"No me importa quién seas, Idril. Para mí solo eres una mujer".

La cara de Idril se puso roja como un tomate. Era la primera vez que alguien se atrevía a tratarla como alguien común, solo como una mujer más. Después de calmarse un poco, Idril llamó a una criada de su confianza.

"Anna".

"Mi señora, ¿qué es lo que desea?"

"Quiero encargarte una tarea, pero necesito que la ejecutes en silencio".

"Entendido".

"Quiero que vayas con el sastre y le digas que hagan un traje para una persona".

"¿Es para usted, mi señora?"

"No, es para nuestro invitado que está allí".

Anna pronto miró en la dirección que Idril señaló y pronto sus ojos color café se abrieron de par en par. Allí sentado estaba un humano con cabello blanco. Ella, al entrar en la habitación, había mirado a detalle y ese humano no estaba ahí cuando entró. La cara de Anna era de pura sorpresa.

"Mi señora, ¿eso es...?"

"Sí, es un humano y es un invitado. El traje es para él".

"Pero, mi señora, eso es..."

"¿Puedo confiar en ti, Anna?"

Al ver la cara solemne de Idril, Anna no pudo negarse; su lealtad a su señora era más grande que su odio hacia los humanos. Después de unos momentos, dijo:

"Sí, señora, déjemelo a mí".

"Ah, cierto, tráele un libro que contenga nuestro idioma; nuestro invitado quiere aprender a hablarlo".

"Entendido".

Después de terminar la charla, Anna se acercó al humano y le tomó las medidas que necesitaba para el traje. Idril le dijo a Anna que el traje tenía que ser de color negro y sin encantamientos. Todo se hizo a mi gusto. La razón por la que no dejé que encantaran mi ropa fue sencilla: no quería sorpresas. Después de tomar mis medidas, la sirvienta elfo salió de la habitación y volvió después de unos 20 minutos con un libro en sus manos.

"Como me lo pidió, aquí tiene".

Asentí con la cabeza ante la declaración de la sirvienta elfo. No sabía lo que me estaba diciendo, pero podía adivinar lo que me dijo. Al recibir el libro en mis manos, inmediatamente me senté y lo abrí para leer su contenido. Poco después, Anna habló:

"Mi señora, ¿algo más?"

"No, por ahora guarda silencio sobre la existencia de él".

"Entendido, señora Idril. El señor Angrod preguntó hace poco por la situación en su habitación principal".

"No te preocupes por eso, yo le explicaré más tarde".

"Entiendo. Con su permiso, me retiro".

Habían pasado varias horas y aún no se había reportado con el anciano Angrod. No sabía cómo explicarle la situación. Idril volteó su cabeza para mirar al humano; allí lo vio estudiando el idioma élfico con una cara de concentración.

"Oye, ¿de verdad crees que puedes simplemente aprender nuestro idioma de repente?"

"Sí, no me molestes".

Idril se quedó mirando al humano desde su cama, quien dijo llamarse D. Lo miró por mucho tiempo; en algún momento perdió la consciencia por el cansancio.

"En serio, qué mujer tan tonta, ¿cómo se le ocurre dormirse con un desconocido en su habitación?"

- NOSOTROS TAMBIÉN DEBERÍAMOS DESCANSAR. EL GOLPE DE IDRIL NOS DEBILITÓ DRASTICAMENTE.

'Lo sé'.

El golpe de antes casi me mata. Lo que parecía ser un simple golpe era, en realidad, un poderoso y letal golpe. Me defendí con todo lo que tenía y aun así me hizo un agujero en el estómago, y esa llama que rodeó el puño de Idril hizo polvo mi carne en el mismo instante en que me tocó. Mirando a Idril, dije:

"Hermosa y peligrosa".