Punto de Vista de James
—James, ¿estás dispuesto a ser mi esclavo? —La pregunta resonó en toda la habitación oscura donde estaba atado. Sí, ambas manos estaban atadas con cuerdas negras, y la única parte de mi cuerpo que podía mover era mi cabeza.
No tenía idea de dónde estaba ahora; nunca había conocido un edificio como este en mi manada. —¡James! —El grito de la mujer llegó de nuevo. ¿Qué quería realmente? Había estado gritando continuamente, repitiendo la misma pregunta sin revelarse.
—No le prestes atención, James. Es una mujer malvada que ya ha arruinado tu vida. Enfoca tus pensamientos en otra parte.
—¿Diz? ¿Eres tú? —Estaba cien por ciento seguro de que el lobo que ahora me hablaba era Diz. Su voz, la forma en que me consolaba, todo era justo como Diz siempre lo hacía. No podía usar mis poderes para verlo; todo parecía detenerse por culpa de este fuerte vínculo.