Solo otro día en este mundo decadente
Solo otra semana más
Solo otro mes más
Solo otro año más
Una familia desgarrada
Un monstruo cazando a su presa
Robert y Rhyner habían atravesado su caminata a un nuevo refugio junto con el grupo sobreviviente de aquel fatídico día del incidente del baluarte. El hombre que cargaba a su hijo recién nacido no paraba de tener pesadillas sobre la muerte de su esposa y la de su hijo siendo devorada por aquellos monstruos.
Por otro lado, el hombre moreno se mantenía callado ante varias situaciones de mucha tensión. El grupo de refugiados siempre discutía sobre la comida y agua excasas a sus alrededores. De hecho, en este largo camino varios murieron de formas diferentes, sedientos, hambrientos, devorados o simplemente se suicidaron al no seguir vivir más en este mundo y la presión de ser devorados por esas criaturas. Bueno, después de todo eran personas que no tenían a nadie en su vida para seguir con esto. La salud mental destruida de alguien desencadena la decisión de quitarse la vida y lastimosamente no hay psicólogos en este mundo que tratar a las personas.
¿Pero qué carajos pueden decir? ¿Seguir adelante? ¿Sonreír? Nada de eso serviría.
"¡Tenemos hambre!" El moreno vio que una persona estaba gritando al líder del grupo.
"Pues lastimosamente tendrás que aguantar", dijo en un tono frío y autoritario.
"¿Quién mierda eres tú para decidir quién come o no?" La persona se abalanzo al líder y empezó una gresca de golpes y puños. Las otras personas se unieron para separar a ambos, pero aun así las dos personas querían seguir con los insultos y golpes.
"Es solo otro pan de cada día", vacilando mientras pensaba qué lugar sería el refugio. "Lo más adecuado es que sea una cueva", pensó con acierto ante esa respuesta.
"Estas pensando cómo solucionar esto" La voz de alguien conocido hizo que el moreno se volteara a mirar al albino. "Espero que no sea con violencia", dijo mientras se ponía del lado del moreno con su hijo en brazos.
El moreno dio un vistazo a su hijo del albino, que sin duda era igual que su padre: "vaya que te salió igualito a ti jejeje", dijo en un tono bromista para calmar el ambiente.
Pero el albino suspiró, preocupado por su hijo. El grupo de refugiados se ha vuelto más violento desde que salieron del túnel. El pasar del tiempo, la comida, las muertes y siendo perseguidos por esas cosas afectaron la poca esperanza de esta gente, sin mencionar que su hijo Sakeichi era un crio de 1 año.
—Vamos, tenemos que seguir —dijo el líder del grupo, intentando animar el poco optimismo de la gente que yacía con un pesimismo y autoestima baja.
Rhyner no paraba de pensar lo duro que este año junto a su hijo recordó exactamente que una persona lo quería lanzar al precipicio porque su llanto atraía a los monstruos. Si no fuera por Robert, su hijo sería un sacrificio. Por suerte, el bebé no trajo a ningún monstruo por sus llantos. Incluso tenía que estar velando para que su hijo no causara ningún ruido. Pero al menos estaba junto con él.
—¡Atención a todos! —gritó el líder del grupo captando la atención de todos.
"Logramos conseguir un refugio", dijo con un tono de desahogo, mirando una cueva donde vivían ratas o cucarachas, pero no importaba, al menos tenían los materiales para forzar la seguridad misma y en estas condiciones climáticas donde el frío prosperaba, pues era un consuelo del largo viaje.
"Peor es nada", dijo Robert viendo el lugar.
Los refugiados asintieron y fueron a adentrarse en aquella cueva donde al menos lograrían pasar la temporada de invierno junto con los suministros de comida que estaban por acabarse.
El albino se adentro a la cueva con la luz que transmitía los artefactos. Pudo calmarse ante toda esta situación. Al menos ya encontraron un refugio, al menos estaban vivos, al menos tenía a su hijo.
3 años después:
El hijo del albino yacía sentado mirando el cielo oscuro. Había preguntado qué había afuera, que lo temía mucho. Su padre siempre le decía que por nada del mundo saliera afuera sin antes un aviso de urgencia, pero Sakeichi estaba algo curioso ante esto.
Recordó las veces que su padre le ponía a enseñar el uso de una honda con unas piedras. Esto era con el fin de recolectar frutas que florecían en los árboles.
Había hecho varios intentos donde no lograba conseguirlo, incluso se quedó así todas las noches intentando aprender eso. Odiaba esto, quería jugar y divertirse con otros niños, no estar haciendo esta rutina aburrida.
1 año atrás:
"Inténtalo de nuevo" dijo Rhyner al ver a su hijo fracasar en el disparo de un blanco.
"Pero, papa, porque tengo que hacer esto". Estaba frustrado al ver que no conseguía nada.
"Hijo, afuera el mundo no es algo… bonito" en un tono sereno.
—Pero es aburrido estar acá atrapado, ni siquiera podemos ver la luz— respondió enojado mientras tiraba la honda.
"Hijo", dijo el albino acercándose a su hijo que también poseía las características de su padre.
Sakeichi apartó su mirada a otro lugar.
"Estos son tus primeros pasos", empezó a acariciar la cabeza de su hijo. "Creeme, algún día vas a tener que enfrentar el mundo real de aquí afuera".
Actualidad:
Sakeichi recordó todo esto mientras preparaba su honda. "Qué horrores habrá afuera", pensó luego de apuntar y disparar a una de esas frutas cayéndose del árbol.
En la cueva que convivía habían plantado varias semillas de árboles de frutas, además de que había agua subterránea lo suficiente como para no morirse de hambre a pesar de que lo usaban para el cultivo y aseo.
Con la ayuda de materiales, la cueva se transformó en una guarida de refugio que contaba con ascensores y varios túneles de cada habitación y una sala de reunión.
El niño recogió la fruta que había logrado derribar; miró determinamente el hoyo que dejó; sin duda había logrado progresar mucho usando la honda, pero eso no le hacía sentir feliz o orgulloso. Empezó a comer la fruta "hmmm", jugosa y dulce cada bocado que daba.
Otra pregunta que le hizo al compañero de su padre Robert es cómo eran los monstruos que tanto le temían a su padre; el moreno solo le pudo decir que tenían algo parecido al ser humano de apariencia, pero caminaban en cuatro patas y tenían una cara que mostraba maldad, su piel roja y partes de cuerpo que querían desprenderse.
"Espero que todo esto termine", dicho esto se fue de la habitación de práctica.
En la sala de reuniones estaban Rhyner y Robert y el líder junto a otras personas.
"Los suministros se están agotando", dijo preocupado el líder.
"Qué hay de las semillas", dijo Robert, intentando dar esperanza con sus respuestas.
"Por alguna extraña razón los bosques alrededor de la cueva dejaron de dar fruto y lo más misterioso es el hecho de que los árboles empezaron a matizar".
"Porque los árboles empezaron a machitarse si es temporada de verano", dijo Rhyner sudando frío.
—No lo sé —dijo el líder mientras fumaba un cigarrillo.
El niño empezó a caminar por las habitaciones mientras jugaba con su honda; quería presumir a sus compañeros después de que ellos jugaban mientras él practicaba esto.
Miro la dirección donde conducía la salida hacia afuera. Miro por aquellos momentos la puerta del túnel. Era su impresión o acaso se escuchaban sonidos.
"Hmmmm", curioso camino hacia el túnel mientras los sonidos se intensificaban.
"Creo que debemos sacrificar a una persona". Dijo el líder seriamente.
"Estas loco en tomar esa decisión", dijo el albino.
—Oigan —dijo Robert tratando de calmar la situación.
"Señor Rhyner, debes agradecer que no usamos a tu hijo de sacrificio por el hecho de que mientras ese crio de mierda lloraba sin parar, nosotros estábamos velando por ver si una de esas cosas venía a atacarnos", dijo furioso levantándose del asiento.
"Más bien él puede ser el sacrificio", dijo en un tono frío.
"Le haces algo a mi hijo y te mato", dijo Rhyner levantándose del asiento.
El ambiente se puso muy tenso.
—CALLENSE— gritó Robert desenfrenamente.
"Y ahora, maldito negro", el líder no soportaba más a este dúo.
"Escucha…" dijo con nerviosismo.
El lugar dejó de hablar mientras se escuchaban sonidos chirriantes. La entrada del túnel empezó a derrumbarse mientras el niño que miraba todo esto empezó a asustarse al ver una mano de esas cosas que definitivamente eran de piel roja, como describía Robert.
Sakeichi no dudó y empezó a correr y gritar a todo pulmón "¡monstruos, monstruos!" Su corazón empezó a latir y la adrenalina se apoderó de todo su cuerpo.
"mierda, tengo que ir por mi hijo", dijo Rhyner, yéndose del lugar mientras Robert lo perseguía. Los demás, como el líder y otras personas, se quedaron en la sala de reuniones impactados y aterrados al darse cuenta que los monstruos encontraron su refugio.
"No hay escape" susurró el líder.
Uno de los presentes escuchó aterrado y dijo "como que no hay escape". Esta respuesta alteró a toda la sala; sin escape, su destino de ser devorados por esos monstruos era inevitable.
"Solo hay una forma" El líder apuntó su propia arma a su cabeza, asustando a los presentes. Sin temor a ello jaló el gatillo y el sonido de una bala resonó en toda la sala. Yacía su cadáver con un agujero en la cabeza.
"Oh Dios mío, qué haremos", dijo otra persona que empezó a llorar del pánico.
Pero antes de que alguien diga, un monstruo apareció de la nada atacando a uno de los presentes; sus gritos eran desgarradores; empezó a pedir ayuda, pero las demás personas empezaron a correr, dejando a su suerte aquella persona siendo devorada agonizantemente por el monstruo.
—¡Hijo!!!— gritó el padre mientras corría junto con el moreno.
"NONONO, AHHH", otra persona gritó de dolor cuando su brazo fue arrancado como plastilina por una de esas cosas y esta la devoraba.
"Tenemos que ir al ascensor; de repente tu hijo va a esa dirección", dijo Robert, quien con un arma empezó a disparar a un monstruo que se estaba comiendo a una mujer. "¡Carajo!" gritó Rhyner mientras disparaba a las criaturas que se interponían.
Las balas solo lo retrocedían, más no lo herían de gravedad. Estas criaturas se han vuelto más resistentes desde aquel incidente del baluarte.
Sakeichi corría a gran velocidad sin mirar atrás. "Papa tenía razón", empezó a llorar mientras sentía que una de esas cosas la seguía. "No quiero morir", pensó el niño mientras vio que estaba acorralado. Volteó la mirada y vio una de esas cosas seguirlo directo a atacar.
El niño albino cerró sus ojos mientras brotes de lagrimas salían; se resignó a su destino y decidió cubrirse a la espera de que esa cosa lo comiera, pero lo que escuchó fue un disparo y un contacto en sus pies.
Abrió los ojos, era la criatura que estaba muerta. Pudo ver el agujero en su cabeza, levantó la mirada y era su padre que estaba ahí ensangrentado.
"PAPA!!!" gritó mientras corría para abrazarlo y llorar.
"Tenemos que irnos ahora", dijo mientras conducía al ascensor.
"Papa, que hay de Robert", el niño se preocupa del moreno.
"Él me dio tiempo para salvarte", dijo en un tono triste de que el niño se dio cuenta. "No le pasó nada malo, verdad", no quería aceptar eso, no mientras estaban en el ascensor listos para bajar al último piso.
El ascensor empezó a cerrar y lo único que se visualizó fue a un hombre siendo devorado por cuatro de esas criaturas.
"Ahh mierda", gritó Robert al ver que una de esas cosas mordió su pierna. Empezó a disparar al monstruo que no dejaba de moderarlo. A pesar de que las balas impactaron en su cabeza, Rhyner interfirió y disparó en el ojo de la criatura que soltó su pierna chillando de dolor y posteriormente murió en el acto.
"Estás bien, puedes caminar" dijo el albino, preocupado por el estado de la herida de la pierna, estaba muy dañado. "No puedo caminar" dijo el moreno mientras intentaba mover su pierna. "Ha llegado hasta lastimar el hueso" gimió de dolor al ver la herida profunda. "Debes irte" dijo mientras recargaba el arma.
—No creas que te abandonaré— intentó de una forma ayudar a su compañero. "¡Vete ahora!" gritó mientras preparaba el arma. "Tienes un hijo que salvar" miró a otra dirección y vio a unos monstruos acercándose. "Ganaré tiempo, ha sido un honor ser tu compañero", dijo mientras disparaba a las criaturas.
El hombre albino con impotencia se fue corriendo mientras dejaba a su compañero herido. Pelear con esas cosas fue horrible, no hacer algo para ayudar, pero estas instancias solo estorbarían. Pudo escuchar los disparos y luego los gritos del hombre.
Rhyner recordó todo esto mientras su hijo estaba asustado. Los gritos de gente y monstruos seguían cesando en la guarida.
El sonido del ascensor resonó en los odios de padre e hijo. Abriéndose la puerta, pudieron ver con horror que también los monstruos llegaron a la parte más baja de la guarida. "Pero cómo", dijo Rhyner, impactado viendo a los monstruos devorarse los cuerpos de aquellos humanos que estaban vivos.
Sakeichi pudo ver como una de esas cosas se comía la cabeza de una niña mientras esta lloraba y gritaba del dolor. "Emilia", dijo mientras lloraba al ver aquella amiga siendo devorada.
El padre agarró el brazo del chico y rápidamente fueron de ese lugar. Unos monstruos se percataron de su presencia y empezaron a perseguirlo. "Mierda" El padre cargó a su hijo rápidamente y aceleró más. "Papa, papa, están llegando", gritó el niño alborotado al ver esas cosas. Rhyner sabía que en una de las habitaciones había una puerta de seguridad; si llega primero lograría impedir que esas cosas avancen más. "Solo un poco más", dijo corriendo.
Pero la puerta de seguridad empezó a cerrar por alguna extraña razón y el albino empezó a desesperarse. Como carajos, se estaba cerrando o una de esas cosas había hecho esto. "Mierda, esas malditas mierdas", pensó viendo que estaba cerrando la puerta.
"Papa, no vamos a poder", dijo el niño viendo que era casi imposible lograr la puerta de seguridad. "Hijo", dijo exalando el padre, "que pa".
"Te amo"
Eso fue lo último que escuchó de su padre luego de que con fuerza lo aventara a la puerta de seguridad. Logró pasarla, pero esto hizo que su padre quedara atrapado con esas criaturas.
"NO, PAPA", gritó Sakeichi viendo cómo su padre lo estaba mirando y detrás de él unos monstruos se acercaban para despedazarlo poco a poco. El hijo no soportaba ver esto y rompió el llanto cuando escuchó los gritos de su padre.
"Papa…" Entre susurros, el niño se quedó en posición fetal, viendo cómo su figura paterna era asesinada sin piedad alguna. Ahora estaba solo contra esas cosas…
La puerta de seguridad empezó a ser golpeada por esas criaturas. Sakeichi se alarmó y empezó a correr mientras lloraba sin parar.
El niño pudo observar varias habitaciones. Al final se escondió debajo de la cama, aún no parando de llorar por lo que aconteció en sus ojos. Quería dejar de llorar, pero la muerte de su padre fue un golpe de quiebre en él. Al instante el sonido de la puerta de seguridad siendo derribado, los monstruos empezaron a inspeccionar el lugar al acecho de buscar más presas.
Sakeichi sabía que lo buscaban e intentó no hacer el mínimo ruido posible, por más que quería llorar del miedo. Una de esas cosas estaba muy cerca de la habitación cuando escucharon un disparo de alguien. La criatura dejó la habitación y fue al sonido quien lo produjo.
Lo único que escuchó el albino fue el grito de una persona, para luego todo estar en silencio. El niño no sabía qué pasó; no escuchó más los pasos de esas criaturas, pero aún así no quería salir por nada del mundo de su escondite mientras intentaba buscar un consuelo de lo que ha vivido. Fue sin duda la peor experiencia que pudo sentir.
"Papa", susurró mientras el sueño lo dominaba; solo quería descansar y creer que esto solo fue una pesadilla, que tal vez papa y Robert estaban vivos o simplemente no despertar nunca.
"Papa" dijo en un tono de tristeza.