El Nezumi Kozo "Gris"
Buenos días, damas y caballeros. Soy Rudeus Greyrat, un humilde ladrón cuyo territorio
está aquí, en esta aldea.
Puede que ahora solo sea un roedor, pero me he estado forjando un nombre durante estos
últimos cinco años. En la actualidad, me hago llamar el "Nezumi Kozo de la Aldea Buena."
Es un homenaje tanto hacia el ilustre ladrón japonés como al apellido de mi familia, ¿saben?
Nezumi significa rata en japonés. Buen chiste, ¿eh? Los cielos deben haber pensado lo mismo
—deben estarse riendo y por eso me dejan en paz.
Y mientras esos omniscientes cielos miran hacia otro lado, yo me encargaba de realizar
un pequeño trabajo.
El trabajo, damas y caballeros, era un robo. Posé mi vista sobre el más preciado de los
tesoros. Mis manos y piernas estaban temblando, de eso no había duda. Nunca antes había
robado algo tan invaluable. Sin embargo, mis nervios de acero detuvieron esos temblores.
¡Había pasado cinco años trabajando en esa habilidad, y estaba seguro de que nunca me
defraudaría! Les ordené moverse a mis ligeras extremidades, de la forma más sigilosa
posible. Sin tener que preocuparme por los temblores, yo estaba listo para adueñarme del
mundo.
El objetivo de mi robo era la gran mansión Greyrat.
El apuesto dueño vivía ahí junto a su hermosa esposa. Ellos se llevaban bien, y trabajaban
cada noche para darle un hermano o hermana a su único hijo. No iba a regañarlos sobre eso.
Yo obtenía mucho de sus esfuerzos, si saben a lo que me refiero.
Como sea, a diferencia de un genuino ladrón legendario como Nezumi Kozo, yo no tenía
la habilidad para irrumpir desde el frente. Él habría sacado una solución de la nada. Pero
incluso si mis habilidades no estaban a su altura, yo podía usar mi coco para una o dos cosas.
Justo cuando estaba planeando mi primer movimiento, la sirvienta pasó caminando con
una canasta de ropa. Verán, ella siempre cocinaba y lavaba la ropa en el mismo lugar. El sol
era agradable y brillante ese día, así que supuse que la ropa se secaría rápidamente.
Yo me apresuré hacia la cocina después de observar a la sirvienta dirigirse al lugar de
lavado. Ahí no había ningún alma, ni tampoco en la sala de estar. Ese día la feliz pareja estaba
fuera de casa. La tutora del hijo había dicho que también tenía cosas que hacer; ella había
salido esa mañana, así que solo estábamos la sirvienta y yo en esa lujosa mansión.
Simplemente tenía que hacer algo con la sirvienta, y el tesoro sería completamente mío.
Jeje. Esa sirvienta no sonreía mucho, pero déjenme decirles que era realmente atractiva.
Ella era fría la mayor parte del tiempo, pero su rostro mostraba algo de encanto femenino
cada vez que el hombre de la casa estaba presente. Lo que quiero decir es que ella tenía un
lado coqueto. Cuando el esposo ponía sus manos sobre esa sirvienta, su esposa se convertía
en un verdadero ogro —¡siempre me dejaba temblando como una rata! Pero solo porque yo
era el Nezumi Kozo, ¿entienden? Rata era parte de mi nombre.
En cualquier caso, esa sirvienta era un cliente difícil. Si hacía un solo movimiento
equivocado durante la búsqueda de ese tesoro, ella rápidamente agarraría la parte posterior
de mi mano, tal como un mosquito. ¡Buzz!
Este era el momento donde mi astucia entraba en acción.
Caminé hacia la jarra de agua con un vaso en mi mano. No de forma sigilosa. Solo fui
directamente ahí, como si solo estuviera tratando de calmar mi sed. Me aseguré de que la
jarra de agua estuviera prácticamente a mi altura. De esa forma, inevitablemente tendría
problemas para sacar el agua.
Santo cielo. Pobre de mí, pensé, colocando mis manos sobre la jarra y empujándola con
todas mis fuerzas.
La jarra rodó por el suelo después de dejar salir un ruido ensordecedor. Al escuchar este
ruido, la sirvienta llegó corriendo desde la zona de lavado. Supongo que ella me vio en un
estado lamentable ahí en la cocina, completamente mojado por el agua de la jarra. En otras
palabras, mi estrategia maestra estaba saliendo de maravilla.
"Eh, lo siento, Lilia-san," le dije. "Estaba tratando de sacar algo de agua, pero… um…
esa jarra solo se cayó."
A pesar de todo, esa sirvienta ni siquiera suspiró. Ella sin duda era una mujer de acero.
"Rudeus-sama, ¿está herido?"
"U-un poco."
"¿Entonces por qué no se quita la ropa en la zona de lavado y la deja en la canasta? Hay
algunas toallas en el lugar de siempre, así que puede usarlas para secarse apropiadamente y
cambiarse de ropa. ¿Necesita ayuda?"
"No. Um… Lilia-san, ¿qué vas a hacer tú?"
"Limpiaré esta zona."
"Bueno. Um, lamento mucho darte más trabajo."
"No me molesta."
"Te ayudaré cuando esté listo."
Yo estaba tan feliz como una lombriz mientras me abría paso hacia la zona de lavado,
con pasos tan ligeros como una pluma. No había nadie alrededor para verme tomar mi
premio.
Cuando coloqué mis manos sobre el tesoro, este todavía estaba húmedo. Descubrirlo
húmedo antes de ser lavado me hizo temblar de la emoción. Llevaría este tesoro a mi
habitación, enterraría mi rostro en él, y disfrutaría su aroma una y otra vez. Este de seguro
era un acontecimiento para la historia, uno imposible de describir con palabras.
Esa era la historia de cómo yo, Rudeus Greyrat, obtuve las bragas de Roxy. Todo gracias
a mi inigualable imaginación.