El sol se alzaba perezosamente sobre el horizonte cuando salí de mi cabaña, desperezándome tras una noche de descanso reparador. El pueblo que se extendía ante mis ojos bullía de actividad, rebosante de una alegría que parecía haber estado ausente durante mucho tiempo.
—Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí? —una voz rasposa surgió de la nada, sobresaltándome.
Me giré para encontrarme cara a cara con un anciano de ojos chispeantes y sonrisa enigmática. Su repentina aparición me recordó a un mago salido de un cuento de hadas.
—Cielos, viejo. ¿Es que disfrutas asustando a la gente? —repliqué, tratando de calmar mi corazón acelerado.
El anciano soltó una carcajada que resonó en el aire fresco de la mañana. —No sé de qué hablas, muchacho. Pero basta de charla, ve al comedor y luego busca a John. Tiene algo importante que decirte.
Siguiendo sus instrucciones, me dirigí al comedor comunal. El aroma a pan recién horneado y café caliente inundaba el ambiente. Tras hacer fila y llenar mi plato con una generosa porción de huevos revueltos y tostadas, me sentí junto a un hombre de mediana edad que devoraba su desayuno con entusiasmo.
La curiosidad me carcomía por dentro. —Disculpe, señor. ¿Podría decirme en qué año estamos?
El hombre me miró con una mezcla de sorpresa y diversión. —Estamos en 2044, chico. ¿Es que has estado viviendo bajo una roca?
La revelación me tocó como un mazo. —2044? Pero eso significa... han pasado veinte años desde el incidente del cielo oscuro.
El hombre entrecerró los ojos, estudiándome con renovado interés. —¿Cómo es posible que sepas sobre eso? No parece tener más de doce años, y eso ocurrió hace dos décadas.
Sin responder a su pregunta, me levanté de un salto y salí disparado hacia la oficina de John, mi mente dando vueltas con preguntas sin respuesta.
John, me recibió con una mirada penetrante. —Te estaba esperando, muchacho. ¿Cómo te llamas?
—Dave —respondí automáticamente, sorprendido de que al menos recordara mi nombre—. Pero la verdad es que no sé nada más sobre mí. Es como si mi mente fuera un libro con todas las páginas en blanco, excepto la portada.
John Ascendiendo, como si mi respuesta confirmara algo que ya sabía. —Bueno, Dave, tengo una misión para ti. Una que podría ayudarte a recuperar algunas de esas páginas perdidas.
Me incliné hacia adelante, intrigado. John continuó: —Hace unos días, una anciana me habló de un niño rebosante de magia que llegaría a nuestro pueblo. Esa mujer se encuentra ahora en la cima de la montaña, rodeada de criaturas de la oscuridad. Ella aseguró que tú serías capaz de llegar hasta ella, pero no irás solo.
Como si fuera una señal, la puerta se abrió de golpe. —¿Me llamó, señor? —preguntó una voz juvenil.
—Ah, Danis, justo un tiempo —dijo John—. Pasa, muchacho.
Un chico de unos quince años entró en la habitación. Su cabello castaño enmarcaba unos ojos grises que brillaban con determinación. Una espada colgaba de su cintura, el metal pulido reflejando la luz de la mañana.
—Dave, te presento a Danis. Será tu compañero en esta misión —explicó John—. Vuestra tarea es simple pero peligrosa: llegar a la cima de la montaña, hablar con la anciana y regresar sanos y salvos.
John se volvió hacia Danis, su voz adquiriendo un tono más serio. —Danis, tu debes es proteger a Dave hasta que lleguen a la cima. ¿Entendido?
—Sí, señor —respondió Danis con firmeza.
Mientras salíamos de la oficina de John, mi mente bullía de preguntas. ¿Quién era realmente? ¿Por qué no tenía recuerdos? Y lo más importante, ¿qué secretos nos esperaban en la cima de aquella misteriosa montaña?
La aventura apenas comenzaba, y algo me decía que las respuestas que buscaba podrían cambiar no solo mi vida, sino el destino de todo este extraño mundo en el que me había despertado.
Después de salir de la oficina de John, Dave y Danis se dirigieron al almacén del pueblo para equiparse. El aire estaba cargado de anticipación y una pizca de nerviosismo.
—Bueno, Dave, ¿has usado alguna vez un arma? —preguntó Danis mientras examinaba una colección de cuchillos de diversos tamaños.
Dave negó con la cabeza. —No que yo recuerde. Todo es... confuso.
Danis asintió comprensivamente. —No te preocupes, yo te cubriré. Pero por si acaso, llevemos algo para ti también.
Mientras Danis seleccionaba cuidadosamente un par de dagas para Dave, este se encontró atraído por un bastón de madera con extraños símbolos tallados. Al tocarlo, sintió un cosquilleo en las puntas de los dedos.
—Interesante elección —comentó Danis, notando el interés de Dave—. Dicen que ese bastón perteneció a un poderoso mago. Nadie ha logrado activarlo desde el incidente del cielo oscuro.
Dave decidió llevarlo, junto con una mochila que llenaron con provisiones: agua, alimentos secos, vendas y un kit básico de primeros auxilios.
Danis, por su parte, se equipó con su espada, un arco y un carcaj lleno de flechas. También añadió a su equipo una brújula y un mapa desgastado de la región.
—Bien, ahora hablemos de estrategia —dijo Danis, extendiendo el mapa sobre una mesa cercana—. La montaña está aquí —señaló un punto en el mapa—. El camino más directo nos llevaría a través del Bosque Sombrío.
Dave se inclinó sobre el mapa, fascinado. —¿Por qué se llama así?
—Desde el incidente, los árboles allí crecieron de forma antinatural, bloqueando casi toda la luz del sol. Es el hogar perfecto para las criaturas de la oscuridad —explicó Danis con gravedad.
—¿Y no hay otra ruta? —preguntó Dave, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
Danis trazó un camino más largo con su dedo. —Podríamos rodear el bosque, pero nos tomaría el doble de tiempo y nos expondríamos más en campo abierto.
Dave consideró las opciones por un momento. —Creo que deberíamos arriesgarnos con el Bosque Sombrío. Si la anciana dijo que yo podría superar los peligros, tal vez tenga razón.
Danis sonrió, impresionado por la determinación de Dave. —Me gusta tu actitud. Está bien, iremos por el bosque. Nos moveremos rápido y en silencio. Si nos encontramos con alguna criatura, yo me encargaré. Tú mantente cerca y estate atento a cualquier cosa inusual.
Dave asintió, apretando el bastón en su mano. —¿Y si... y si descubro que puedo hacer magia?
—Entonces —respondió Danis con una sonrisa—, improvisaremos. Ahora, descansemos un poco. Saldremos al amanecer.
Mientras se preparaban para dormir, Dave no pudo evitar sentir una mezcla de emoción y temor. Mañana comenzaría una aventura que podría revelar los secretos de su pasado y, quizás, el futuro de este extraño mundo.