Danis corrió a toda velocidad, viendo cómo Dave estaba a punto de morir.
Unas horas antes:
El sol se alzaba en el horizonte, dando inicio a un nuevo día, pero el peligro no había pasado. Nos encontrábamos rodeados por una horda de arañas gigantes. Danis había matado a todas las que había podido, pero parecían no acabarse. Ambos corríamos a través del bosque, escondiéndonos y buscando una salida, sin entender por qué esas criaturas no nos dejaban escapar.
—¿Por qué hay tantas arañas? —pregunté, jadeando.
—La verdad, no lo sé. Tenemos que seguir investigando —respondió Danis.
—Sí... —asentí.
Habíamos estado caminando por unos veinte minutos cuando finalmente encontramos el nido de esas bestias gigantes.
—Ahora será más fácil acabar con todas ellas de una vez por todas —dijo Dave, sonriendo con determinación.
—¿Qué? —pregunté, confundido.
En ese instante, Danis saltó del árbol donde estábamos y comenzó a caminar tranquilamente hacia el nido.
—¡Refúgiate, Dave! La explosión será muy fuerte —me gritó.
En ese momento, las arañas, dándose cuenta de la presencia de Danis, se lanzaron sobre él como una avalancha de nieve. Justo entonces, Danis sacó una pequeña esfera negra de su bolsillo y la arrojó al aire. Pasó su mano sobre su espada, imbuyéndola con magia. Cuando la esfera estaba cayendo, Danis la golpeó con su espada.
La esfera salió disparada hacia la horda de arañas y, al instante, una explosión gigantesca arrasó con todo a su paso. Todas las arañas quedaron reducidas a cenizas.
—¡¿Qué demonios fue eso, Danis?! —grité, sorprendido.
—Es solo una bolita mágica que, al romperse, hace una pequeña explosión —respondió Danis con calma.
—¡¿Pequeña explosión?! ¿No viste cómo arrasó el bosque y se llevó a todas las arañas? Y tú tan confiado... ¡podríamos haber volado como esas arañas! —dije, aún asombrado.
—Creo que tienes razón. Jajaja —rió Danis.
—Bueno, ¿te quedas ahí o qué? Quiero llegar donde la bendita anciana —me preguntó Danis.
—Sí, sí... —dije.
Me quedé un momento mirando la devastación que había causado esa "pequeña" bola mágica. Continuamos caminando y pronto llegamos a lo que parecía una cueva de minería, quizás de antes de que este mundo explotara.
—Una mina... Creo que podemos cortar camino por aquí. Déjame ver el mapa —dijo Danis, desplegándolo.
—Puedo intuir que hay una gran bestia dentro de la mina. Esa anciana tuvo que haber vivido en este bosque que parece de otro mundo —dije.
—Por eso se llama el "Bosque de Otro Mundo" —respondió Danis.
—Pero el bosque siempre ha sido así...
—No, antes el bosque era normal, pero cambió de repente.
Entramos en la mina y caminamos durante un largo rato hasta llegar a una especie de cuarto redondo con un trono vacío y monstruos de hueso por los alrededores.
—¿Dónde estamos? —pregunté.
—Ni idea... Parece que es el cuarto de un rey —respondió Danis.
Nos acercamos al trono y vi una corona tirada en el suelo. Me acerqué para recogerla y, justo cuando la toqué, comenzó a absorber mi magia.
—¡Suéltala, Dave! —gritó Danis.
—¿Qué está pasando? ¡No puedo soltarla! —grité yo, desesperado.
Danis se acercó e intentó arrancármela, pero también comenzó a sentir cómo le robaba su magia.
—¿Qué tiene esta corona? Hay algo raro... Absorbe demasiada magia. Ya casi estoy agotado —dijo Danis.
Parecía que a mí no me afectaba tanto debido a mi abundante magia.
Justo en ese momento, la corona se soltó de mi mano y salió disparada hacia el trono. Los huesos que había alrededor comenzaron a moverse hacia la corona y, de repente, apareció el Rey Esqueleto. Se veía realmente furioso.