Bueno, ayer fue un día muy sorprendente, en medio de la cabaña estábamos Wulls, la Sr. Sofía, Amelia, la mujer de ayer, dos chicos y un sujeto que parecía rondar los cincuenta años, este último estaba tratando la herida que me había hecho la mujer ayer, por alguna extraña razón, hubo algo que estaba controlando la mente de la chica, fue tratada por el señor Zeng, quien de la boca de Guang saco un pedazo de tela bañado en sangre. Nos mencionó que habían sido atacados por brujos cuando estaban eliminando a las bestias de afuera, uno de los brujos ataco a Guang lo que provocó que sus más profundos deseos salieran a flote.
Dada la explicación Guang la única mujer del grupo, se arrodillo frente a mí, se disculpó de manera honesta y educada, sentí que debía de aceptar la disculpa, después de todo no era su voluntad del todo, la otra vez escuche una frase muy repetitiva, pero cada vez que la escucho me causa un nudo en la garganta.
Así que la había tomado de la mano para después decirle con una voz amable.
—No te juzgare porque —hice una pequeña pausa— tus acciones iban en contra de tu voluntad.
—Pero intente matarte —se replicó—.
La tome del mentón mientras le decía.
—El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra —ante mi declaración, todos guardaron silencio—.
—Eres un buen chico, gracias —agradeció para después levantarse del suelo y regresar con sus compañeros—.
Pasaron unos minutos en los cuales estuve conversando con Zeng, el viejo del grupo, resulta que no es tan viejo, tiene 45 años de edad, pero su físico aparenta ser el de un anciano, estuve charlando con él un buen rato a fuera de la cabaña, me empezó a contar todo sobre su batalla con Asterio, que por cierto se encontraba descansando en la habitación de Amelia y Sofía. Me conto que jamás en sus 45 años había sostenido una batalla tan intensa como la que tuvo con Asterio.
—Se nota que eres una de las personas más importantes para tu hermano, dio todo de sí para intentar darle su merecido a Guang por lo que te había hecho.
—Y ¿Cómo pudo usted derrotar a mi hermano? —cuestioné admirado—.
Si bien desde que éramos niños había manifestado habilidades sobre humanas, jamás pensé que podría ser derrotado, en mi imaginación mi hermano era súper fuerte, pero pensaba mucho las cosas antes de actuar, pocas veces actuaba por instinto y yo nunca lo he visto actuar sin antes haber pensado. Zeng me miro a los ojos y con una sonrisa me dijo.
—Con un poco de suerte y esfuerzo.
Una extraña sensación familiar recorrió mi cabeza, esa sonrisa cálida y segura, ahora veo por qué sus compañeros lo eligieron como su capitán, alguien con esas actitudes es digno de admirar, además hiso lo posible por proteger a su compañera de mi hermano cuando este estuvo a punto de matarla, aun teniendo ella la culpa la ayudo, eso puede sonar raro y extraño, pero a la vez demuestra el cariño y amor que tiene hacia sus compañeros, sí, igual que mi hermano.
—¿Ahora qué sigue? ¿Se van a besar? —una voz femenina sonó a nuestras espaldas—.
—Tú eres la niña que estaba con el hermano de Astaro ¿Verdad? —preguntó Zeng—.
La Sra. Wulls estaba frente a nosotros, sostenía un rostro muy calmado parecía no preocuparle el estado de mi hermano, bueno estará bien solo perdió la conciencia.
—Lamento mucho que la batalla acabara de esa manera —se disculpó Zeng—.
—Está bien no tienes por qué llegar a disculparte, Asterio se dejó llevar, fue precipitado de su parte, también es culpa de él —dijo la Sra. Wulls sin más—.
Por cierto, otra sorpresa que me lleve fue que en realidad Wulls tiene 20 años también, pero era todo lo contrario a Zeng, ella tenía la apariencia total de una niña.
—Asterio quiere hablar contigo y con Guang —Sofía se acercó a nosotros para decirle eso a Zeng—.
—Lo siento Astaro continuaremos nuestra charla después —se despidió mientras entraba a la choza—.
—No eres bueno pidiendo disculpas en público ¿Verdad? Hermano—pensé—.
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Odio pedir disculpas, y más cuando el que tuvo la culpa fui yo, quien diablos diría que estaba siendo controlada por un brujo ¿por qué diablos no lo supe antes? Me hubiese ahorrado este ridículo, ahora debo de disculparme ¡maldición! Y con lo que me gusta disculparme.
Se escuchó el ruido de la puerta abrirse, de ella entraron Zeng y Guang, Wulls me puso al corriente de lo que paso, me habló sobre lo que les había contado Zeng, sé que debo de disculparme, pero odio hacerlo ¿por qué debería de disculparme ante alguien que también es un pecador? Es simplemente ridículo.
—Veo con atención que te encuentras bien, me alegro mucho —Zeng fue el primero en hablar—.
—Sí, escuche que me curaste después de quedar inconsciente, supongo que debería de agradecerte, muchas gracias.
—Jajajaja —una risa se escuchó a mi lado derecho, en la ventana se encontraba Wulls sonriendo burlonamente—, si hasta diciendo gracias te vez gracioso, no me quiero perder cuando le pidas disculpas —se seguía burlando—.
—Tú ¿De cuál lado crees que estas? —pregunté con un poco de fastidio—.
Guang se me acerco con la cabeza agachada, por ningún motivo volteaba a verme a los ojos, cabe recalcar que era más baja que yo, apretaba sus manos mientras parecía formular oraciones en su cabeza.
—Yo, en verdad estoy muy arrepentida por lo que aconteció, te pido disculpas de todo corazón —se arrodillo frente a mí—, por favor acepta mis disculpas.
—¿Qué? —dije con un gesto de disgusto—, en serio te arrodillas ante cualquier persona, eso es un signo de debilidad —tome su mentón para alzarlo y mirarla a los ojos—, arrodíllate ante alguien que te quiera, no te arrodilles ante cualquier idiota más fuerte que tú.
Ante mi declaración el ambiente se tornó tenso, Wulls nos miraba ahora con un rostro serio, Zeng por otro lado solo observaba con los brazos cruzados, la tome después de la mano para levantarla, no era su voluntad tratar de asesinar a Astaro, así que no debería de porque tenerle algún tipo de resentimiento.
Parecía tener una expresión seria, aunque solo dio un suspiro y se zafó de mi agarre, sonrientemente me miro y dijo.
—Eres un chico estricto, pero das buenos consejos, me hubiera encantado tener un hermano como tú, te preocupas demasiado por tú hermano eso es bueno, pero a la vez malo.
Al terminar de decir eso último me dio un pequeñísimo golpecillo en la punta de mi nariz con su dedo índice, me sorprendió, pero a la vez me irrito ¿ahora ella me va a aconsejar a mí?
—Para lo que me ha contado la Srta. Sofía de tú hermano, creo que no es necesario que te preocupes tanto por él.
—¡Uy! Te está diciendo que eres un hermano muy sobreprotector —Wulls susurro a mi oído tratando de hacerme enojar—.
Ante los argumentos burlones de Wulls, solo me limitaba a ignorarla, esa era su personalidad de todos modos, pero pensaba mucho en lo que me decía Guang, Astaro ya no es un niño como hace cinco años, ahora él puede defenderse por sí solo, bueno siempre lo ha hecho, pero bajo mi supervisión, ahora el pensar que él no necesita de mis intervenciones para hacer algo, me tiene preocupado. No lo he visto desde que se lo encomendé a Wulls, después de esta conversación iré a verlo.
—Yo también soy una hermana mayor se lo que se siente estar preocupado por tus hermanos, pero ellos deben de aprender a valerse por sí mismos, no somos unas personas inmortales, llegara el día en el que simplemente no estaremos para ellos, y tendrán que arreglárselas solos.
—¿Que no te venias a disculpar? —dije entre risas—.
—Bueno, se siente muy bien conversar con otro hermano mayor.
—Lo mismo digo ¿Guang, ¿verdad?
—Sí, mi nombre es Guang.
—El mío es Asterio un gusto.
Por alguna extraña razón una gran relajación inundo todo mi cuerpo, me sentía algo mejor, supongo que hablar con alguien que sabe a lo que me refiero me es muy relajante, Guang me miraba sonriente mientras ladeaba su cabeza.
—No me disculpare, pero no volveré a actuar por instinto —dije mientras salía de la habitación—.
Saliendo de la habitación me doy cuenta que hay 3 personas afuera de la choza, ellos eran Amelia, Sofía y Astaro, detrás de mí se encontraba Wulls que como siempre me observaba detenidamente.
—¿Tengo un bicho pegado en la espalda? —cuestioné—.
—Eres malo disculpándote —respondió—.
Solo asentí a su respuesta, qué más da, es la verdad, no soy muy bueno disculpándome con las personas o al menos con alguien que no tiene nada que ver conmigo, en pocas palabras un desconocido, salí de la choza llamando la atención de los tres ya mencionados, los tres me miraron detenidamente, un silencio se hacía presente en nuestro ambiente.
—Hola, Asterio que bueno que ya despertaste —me saludo Sofía—.
Amelia se escondió detrás de Sofía, parecía ser tímida, bueno siempre fue así desde que éramos niños, solíamos jugar cuando Astaro dormía por las tardes debido al cansancio de cultivar y recoger. Me acerque a ella por el costado izquierdo de Sofía, ambos cruzamos miradas, la mire detenidamente a sus ojos café claros, son muy hermosos, hasta parece que tienen brillo propio.
—Has crecido mucho Amelia —dije sonriente—.
Ante mi argumento su rostro mostro un gran rubor, creo que ese sentimiento lo conozco, pero creo que ella aún es muy pequeña para eso, además debería de aspirar a cosas más grandes, fíjate en alguien como…
—Hermano —Astaro me habló de frente, su rostro parecía serio—.
Ambos cruzamos miradas mientras Sofía nos miraba preocupada, recuerdo que la causa por la cual desaparecí fue porque discutí con Astaro, supongo que está preocupada por cómo nos tomaremos este rencuentro, conociéndolo bien de seguro me pedirá disculpas siempre ha sido así, por más bien que nos llevemos siempre tendremos diferencias y un choque de opiniones diferentes fue el detonante de la discusión ese día.
—¿Qué pasa Astaro? —dije sin más—.
—Yo —empezó a decir mientras sorprendentemente me señalaba—, no estoy arrepentido de lo que te dije ese día, mis argumentos son lo suficientemente creíbles para decir que lo que yo pienso es lo que para mí es correcto, así que, si pensabas en que me iba a disculpar, déjame decirte que estas muy equivocado —finalizo sonriendo con orgullo—.
Quedé sorprendido por lo que, ante mis ojos paso, aquel hermano que antes era inseguro en sus acciones ahora es todo lo contrario, recordé la pequeña charla que tuve con Guang en la habitación.
—Se lo que se siente estar preocupado por tus hermanos, pero ellos deben de aprender a valerse por sí mismos, no somos unas personas inmortales, llegara el día en el que simplemente no estaremos para ellos, y tendrán que arreglárselas solos—recordé—.
—Tú también creciste mucho Astaro —dije mientras me ponía frente a él—.
—Ni tanto, sigues siendo más alto que yo —respondió mientras suspiraba—, y también soy muy fuerte—menciono arrogante—.
—¿A si? —conteste tumbándolo al suelo para empezar una pequeña pelea de mordidas y pellizcos—.
Ante nuestra pequeña pelea una sonrisa se dibujó en el rostro de Sofía, la que para nosotros es nuestra madre a pesar de la edad, nuestra madre, la que rescato a Astaro de la miseria y la que me enseño lo que era la bondad de un humano.