Cuando cerré mis ojos volví a tener el mismo sueño.
Un gran y magnífico salón de baile había sido meticulosamente preparado para lo que parecía ser un evento muy importante y de alta clase. Los candelabros que colgaban del techo proporcionaban pequeños destellos de luz de un extremo del salón al otro, dando a la habitación la sensación de estar bajo un cielo nocturno brillante y estrellado. Varias mesas redondas estaban dispersas por la sala, decoradas con gusto en un motivo rojo y dorado, colores que representaban la riqueza, la prosperidad y la buena fortuna.
Este baile de máscaras ciertamente era una muestra de riqueza y prosperidad, desde las copas de champán de cristal y la cubertería de plata y oro hasta las impresionantes pinturas y decoraciones en las paredes. Pero eso no era lo que más llamaba la atención. Dentro del salón había grupos de personas, cada uno llevando ropa, joyas y otros accesorios valorados en millones de dólares.