Por la mañana me estaba preparando para salir cuando vi de nuevo el tumulto. ¿Qué se creían que era el palacio? Todo este tiempo llorando y gritando como locos aquí.
¿Debería promulgar una ley que establezca la pena de muerte para los intrusos?
—¿Qué está pasando aquí? —pregunté, la impaciencia se notaba en mi voz.
Tengo que ir personalmente a verificar todas las preparaciones para los nuevos comercios en el mercado común y real. Me llevaría todo el día y aún así no podía ni cruzar la calle debido al montón de gente tonta.
—Su alteza, la Dama Isabella está aquí. Le dije que usted iba a salir a trabajar. Pero ella dijo que no se iría sin verlo, incluso si tenía que pasar todo el día esperando aquí —parecía que iba a llorar. La chica debió haberlo atormentado.
Suspiré, ahora era mi turno de ser atormentado.
—Llámala a la sala de estar, puedo disponer de 5 minutos, pero luego no la dejes quedarse aquí todo el tiempo.
Con eso, salí del carruaje hacia mi cámara.