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—¿Puedo sostenerla? —preguntó la señora, pero yo me giré un poco en la dirección opuesta como un gesto protector y la miré fijamente, ella abrió sus brazos con una sonrisa en su rostro. Una sonrisa muy dulce.
Me relajé y me volví hacia ella, dejándola tomar a Rosalie de mis brazos.
—Es hermosa —dijo y yo asentí—. ¿Es tu hermana? —Negué con la cabeza mientras sujetaba la parte inferior de mi suéter. Ella me miró y luego suspiró—. ¿Tienes hambre, Lexus?
La miré con ojos llenos de anhelo. Después de eso, no necesitó una respuesta verbal y me invitó a entrar. Normalmente, un niño no debería entrar a la casa de un extraño pero esa señora no me parecía una, más bien, se sentía más como familia que la que ya tenía. Y su casa se sentía más cálida que la mía.
—Apenas tiene dos días, o tal vez solo un día de nacida —dijo la señora mientras miraba cariñosamente a Rosalie—. ¿Es por eso que es tan pequeña?
—Sí.
—Ya veo... —Miré de nuevo a la cosita pequeña.