Arius se detuvo y miró hacia atrás—¿Por qué me estás siguiendo? —me preguntó mientras caminaba por la acera temprano en la mañana.
—¿Porque soy tu guardaespaldas personal? —le respondí desde atrás mientras lo seguía.
—¿Ah sí? —parecía un poco molesto, pero aún así sonreía, lo cual también parecía un poco enojado—. Entonces me pregunto por qué hay este enorme espacio entre nosotros —cruzó los brazos mientras yo simplemente me encogí de hombros, ignorando la brecha de veinte metros entre nosotros—. Es por lo de anoche, ¿no es así?
—... —no lo miré ni siquiera. ¡Más bien no puedo mirarlo!
Él suspiró y dijo algo que no pude escuchar bien. Algo como—Tendré que trabajar en esto.
Él continuó caminando y yo empecé a seguirlo. El camino me parecía familiar.
Doble calle, rodeada de árboles. Acera de ladrillo rojo y gris—¡Oh!
Un instituto apareció a la vista y me di cuenta de por qué estaba aquí.
¡Este pervertido!