La cubierta dura de la espada de César llegó a mi cabeza durante nuestro ejercicio cardiovascular.
—Concéntrate —dijo él con su voz usualmente calmada.
Nora me miró:
—Lea, ¿te pasa algo? Te veo tan distraída últimamente—¡AY! —César también le golpeó la cabeza con la espada cubierta.
—Concéntrate.
—¡DIOS! ¡Eres tan inflexible! —le gritó ella a César y él le golpeó la cabeza de nuevo.
—Concéntrate.
Ella apretó los dientes y yo suspiré. César puede ser molesto en otro nivel.
—Señoritas —Ben entró al gimnasio y se dirigió hacia nosotras—. Hora del almuerzo —tenía shawarma en sus manos y no podría agradecerle a Dios lo suficiente por tener a Ben aquí. Él es el único normal.
***
—Lea. Vamos a conocer a las personas que viven aquí —dijo Nora mientras volvíamos a nuestra habitación—. Sé que eres reacia a conocer a estas personas pero sé que no vamos a salir pronto.
—Lo haremos.