Deambulo por el hotel para pensar en algunas cosas. Y por cosas me refiero a Lexus, ¿qué lo habrá hecho cambiar así? Era tan frío cuando me compró y ahora promete mantenerme a salvo, realmente no lo entiendo. No es que no me guste, de hecho, me encanta. Se ha vuelto más tierno.
Giré la esquina y terminé chocando con alguien. Tenía un pecho duro y firme y acabé cayendo de culo.
—¡Oh! ¿Estás bien? —se agachó junto a mí y lo miré. Un chico adolescente, quizás de 16 o 17 años con cabello rizado oscuro, sinceramente le quedaba muy bien y sus ojos negros tampoco eran la excepción. Me recordaba a alguien.
—Sí. Estoy bien. Estaba distraída —dije y él extendió su mano para que la tomara y pudiera levantarme. Curiosamente no lo encontré extraño así que acepté su ayuda.
—¡Oh no no! También es mi culpa. Estaba tan ocupado mirando a mi alrededor que no noté lo que tenía alrededor —rió.
—Bueno, supongo que entonces ambos tenemos la misma culpa. Pero, ¿buscabas algo? —pregunté.