Escuché una llamada en la puerta mientras estaba de pie en la biblioteca revisando algunos archivos. La puerta se abrió mientras giraba mi cabeza hacia ella y vi a Zara entrar en la habitación.
—¿Sí? —le pregunté mientras aún mantenía mis ojos en el documento que estaba leyendo.
—Arius, necesito hablar un minuto, no estás ocupado, ¿verdad? —preguntó con cortesía.
Cerré el archivo y me giré hacia ella, luego negué con la cabeza, —Está bien. ¿Hay algo que te moleste? —vi su cara nerviosa.
—Oh, nada grave, solo que, creo que estoy empezando a tener fiebre así que quería decirte que tal vez me vaya a casa esta noche. —parecía un poco estresada por eso y supongo que le preocupaba.
—Ya veo... —reconocí el hecho, pero ¿qué pasa con Atenea?
—No te preocupes por Atenea. —habló como si se hubiera percatado de la pregunta en mi mente—. Mi hija menor vendrá en mi lugar durante uno o dos días.
—¿Tu 'hija menor'?