—Mateo
Llegué a casa antes de que mamá se fuera a trabajar. Ella madrugaba y, como cualquier otro día, estaba lista para salir después de preparar el desayuno.
Cuando estaba colocando el plato en la mesa, la llamé —¿Mamá?
Mi voz la sobresaltó y dejó caer el plato, pero se salvó porque solo había un escaso centímetro de distancia entre él y la mesa.
—¿Oh Mateo? —Tomó un respiro de alivio—. ¿Ya te levantaste? Normalmente duermes más tiempo.
—Sí, me llamaron al trabajo alrededor de las 4 a.m. Acabo de regresar. —Le mentí.
—¡Ah! Bueno. —Sonrió hacia mí—. Toma algo de desayuno entonces, lo serviré, ven a sentarte.
Me acerqué a la silla y me senté, luego coloqué un sobre en la mesa sin mencionar nada al respecto.
—¿Volverás a salir al trabajo o piensas dormir un par de horas ahora? —me preguntó mientras trabajaba.
—Volveré a salir. —le dije—. Solo vine a refrescarme un poco, comer algo y luego me iré de nuevo.
—¡Oh! De acuerdo.
