—Adelante —dije en un tono normal, pero nadie abrió la puerta durante unos momentos. Levanté la mirada de mi asiento y entonces lo entendí—. ¡Adelante! —dije más fuerte y la puerta se abrió.
Ayaan asomó su cabeza.
—¿Estás libre?
Asentí—. Ahora sí, ¿necesitas algo?
—Solo me preguntaba si podía ir a la tumba de María.
Me rasqué detrás de la oreja—. Ella está lejos, donde descansa el resto de tu familia y eso es en otra ciudad.
—Solo la extraño.
—Te llevaré allí cuando regrese de Lorelai.
—¿Vas a la montaña Sephra también?
Asentí—. Está bastante cerca de Lorelai, así que es mejor si también concluyo los asuntos allí.
—¿Y el prisionero?
Suspiré—. No sé, quizás lo deje pudrirse allí.
—Deberías matarlo.
—¿Quieres decir, mostrarle misericordia?
—No obtendrás nada manteniéndolo vivo y torturándolo. No eres una persona mala.
Sus palabras me hicieron soltar una carcajada—. ¿Crees que no soy una mala persona?