Era un domingo nublado. Tía y tío habían salido, así que Lia y yo decidimos pasar un rato en el jardín delantero.
Ella manejaba la manguera de agua para las flores mientras yo estaba sentada en la acera mirando los coches pasar.
—Lia —miré hacia atrás y ella me miró—. No creo que necesitemos regar las plantas hoy —señalé hacia el cielo.
Ella miró las nubes oscuras y soltó la manguera en el acto. Parecía que iba a llover en cualquier momento.
Me giré y me senté observando la carretera de nuevo. Lia decidió traer los helados para las dos. Supongo que ella estaba más emocionada que yo por ello.
Me reí mientras ella venía corriendo feliz hacia mí con helados en ambas manos.
Me dio uno, —Gracias —y se puso el otro en la boca mientras se sentaba a mi lado.
Apenas habían pasado unos momentos cuando de repente Claire salió gritando: