—Liana
—¡Ryan, ese maldito!
Caminé hacia mi coche estacionado en la parte trasera de la cafetería donde acababa de encontrarme con Arius. Le dije que no hiciera nada que irritara a Arius, pero ese idiota no escuchó.
Abrí el asiento del pasajero y puse la bolsa de papel allí, luego caminé alrededor y me senté en el asiento del conductor frustrada.
Estoy perdiendo a mi compañero favorito por culpa de un idiota.
Miré la bolsa de papel. Apuesto a que esto es una advertencia final para Ryan.
Arranqué el coche y conduje de vuelta a casa.
Tan pronto como entré en la mansión, pedí a la criada que llamara a Ryan en la sala de estar en el segundo piso y me dirigí allí.
Me senté allí en la silla al principio de la mesa, la bolsa justo frente a mí.
La puerta se abrió y Ryan entró al lugar de mal humor —¿Qué quieres? —Se detuvo a unos pasos de mí.
Le señalé la bolsa de papel sobre la mesa —Hay un regalo para ti —dije y él frunció el ceño —De la persona a la que sigues molestando.