Extendió su brazo hacia el teléfono especial y marcó un número.
—Señor Sterling, ¿en qué puedo ayudarle? —La voz de Erik Naik sonaba respetuosa a través del teléfono.
—Prepara el coche para el hospital.
Savannah tomó aire. ¿Ir al hospital por la menstruación? Se hubiera reído hasta morir.
—¡No! —rechazó con voz débil; un estallido de dolor en el abdomen le palideció el rostro.
Dylan la cargó fuera de la cama sin decir una palabra.
—No… de verdad —Savannah se sonrojó y forcejeó.
Él miró con desconfianza a Savannah, quien no quería ir al hospital. Luego, sus ojos cayeron sobre las manchas rojas en el colchón blanco.
¿Sangre?
¿Esta mujer estaba en su período?
Savannah, al ver que él lo había descubierto, lo empujó dolorida. —Dije que estoy bien. Déjame ir al baño primero…
Afortunadamente, su período llegaba puntual cada mes. Había llevado algunas toallas sanitarias en este viaje de negocios.