Sarah se despertó temprano, preparó su desayuno y lo comió sola en la barra de su cocina como de costumbre. Dio un suspiro frustrado al sentir que todavía algo le dolía dentro del corazón. Pasó la noche llorando en su habitación. Se sentía tan herida que no le quedaba energía en absoluto, pero luego no podía aflojar ya que tenía que terminar todo antes de irse del Bufete de abogados Sy.
Pensando en su partida, sus ojos comenzaron a humedecerse y las lágrimas rodaron por su mejilla, las cuales se secó con la manga como una niña mientras aspiraba fuerte por la nariz. El Bufete de abogados Sy había sido su hogar por más de seis meses y no podía creer que tuviera que irse solo por las duras palabras que le había espetado a Lana.