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—¿¡Acabas de llamarme mariquita!? —estalló Liam en shock. Sabía que Lana trataba de provocarlo y él estaba felizmente dispuesto a morder el anzuelo.
Lana dejó de besarle el lóbulo de la oreja y lo miró fijamente sin pestañear mientras asentía y añadía —Sí, solo un mariquita rechazaría hacer el amor con una mujer hermosa como yo...
Ella continuaba provocando la rigidez de Liam ahí abajo y podía ver claramente el placer y el deseo abrumador en sus ojos mientras lo hacía. Sabía que él estaba luchando y también sabía que quería ser forzado a tomarla, así que continuó provocándolo.
—Entonces... ¿Eres un mariquita, Señor Liam Sy? —provocaba más porque sabía que Liam lo deseaba tanto como ella, pero su orgullo se lo impedía, así que necesitaba ser provocado para dejarse llevar por lo que su cuerpo deseaba.
