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Noah había estado jugueteando con su bolígrafo durante bastante tiempo en lugar de poner su firma en los documentos que necesitaban su aprobación.
—¡Maldición! —murmuró con exasperación. Estaba en un dilema desde el día en que tuvo esa noche de testículos azules. Estaba seguro de que esa mujer, Luo, definitivamente sería su muerte, estaba sorprendido de cómo ella le estaba haciendo pasar por un montón de emociones que le eran ajenas en sus más de treinta años de vida.
Se quedó impactado cuando ella lo empujó y antes de que pudiera darse cuenta de lo que sucedía, ella le lanzó sus palabras y huyó.
Sus palabras eran muy claras... Él podía tenerla toda si...si se convertía en su esposo.
—¿Estaba hablando en serio? ¿En qué siglo vive? —escarneció al repetir sus palabras en su mente.