En la Mansión Huang.
—Despierta, amor... Hoy es tu día del juicio —Liam susurró en el oído de Lana mientras la abrazaba con fuerza en sus brazos. Anoche, dejó que ella descansara y se acostara temprano para que su cuerpo y mente estuvieran bien condicionados para su examen de hoy.
Luego le mordió suavemente el hombro cuando ella no respondió ni se movió en absoluto. —Amor, despierta —susurró y mordió una vez más su carne desnuda. Lana finalmente se movió. Con los ojos aún cerrados, preguntó tímidamente, —¿Qué hora es?
—Son las cinco de la mañana. No quieres llegar tarde, ¿verdad? —Liam susurró mientras besaba su cuello, y luego mordisqueaba su lóbulo de la oreja, tratando de despertarla por completo.
—Para... Eso me hace cosquillas —Lana murmuró, riendo. Finalmente abrió los ojos y miró su guapo rostro. Lo besó suavemente y lentamente se movió encima de Liam y se desvistió rápidamente.
—¿Qué haces, amor? —Liam susurró.