Una tenue sonrisa se dibujó en el rostro de Gale en cuanto salió del centro de detención. Miró al cielo abierto, cerró los ojos y tomó una profunda respiración...
La vida nunca volvería a ser igual para ella, siempre permanecería un vacío que sería imposible de llenar por nadie.
—¿Cómo desearía que vinieras a recogerme aquí, Gilbert, como siempre lo hacías? Esta libertad se siente bien, pero ¿qué tengo en mi vida que valga la pena vivir sin ti ahora? —reflexionó mientras sentía una ráfaga de aire húmedo tocar su piel. Las lágrimas caían inconscientemente de sus ojos cerrados mientras los fugaces recuerdos y un sentimiento de vacío llenaban su corazón.
Se sintió un poco viva cuando escuchó el bullicio de la ciudad, los vehículos tocando el claxon y la gente charlando. Todavía estaba en un estado de sentir todo y aceptar las cosas cuando escuchó la voz de un hombre:
—Madame Gale Ming...