Aila y Damon se miraban a los ojos mientras ella continuaba sobre él en la silla del comedor. A pesar de que se encontraban en una posición bastante comprometedora, Aila se sentía derritiéndose bajo su mirada de adoración. Parecía que el cambio de tema anterior sobre el compañero ahora inexistente de Chiara había extinguido la lucha de poder de la pareja y en lugar de eso encontraron consuelo el uno en el otro.
—Damon —susurró ella mientras jugaba continuamente con su cabello.
—¿Hmm? —ronroneó él, cerrando los ojos al sentir sus manos en la nuca. Sus propias manos descansaban cómodamente en sus redondeadas nalgas.
—¿Qué le pasó al compañero de Chiara? —preguntó ella; su susurro era apenas audible, pero por supuesto él lo escuchó y se quedó quieto. Su corazón latía fuerte y contuvo la respiración mientras el temor comenzaba a consumirla al pensar en su recién encontrada amiga.