—Aila, casi nunca nos vamos a dormir mientras nuestro lobo está afuera. Es extremadamente peligroso para ambos —sacudió la cabeza Damon.
—¿Por qué es peligroso? ¿No lo hiciste tú? —frunció el ceño Aila ante lo que dijo.
—No. Estuve despierto la mayor parte de la noche, asegurándome de que tú... Malia no te volvieras completamente salvaje. Podemos irnos a dormir y dejar que nuestros lobos vaguen, pero era tu primera noche haciéndolo... podría haber salido mal —continuó mientras su mano se deslizaba por el lado de su cintura antes de mover un mechón de cabello fuera de su cara.
—¿Qué estás diciendo? —Aila susurró mientras buscaba en sus oscuros ojos.