—Claymore —dijo Weston, deteniéndose justo frente a ella.
—Fitzcharles —observó Lydia, pegándose un poco más a William.
William miró al político y a la presidenta. Sintió que algo había pasado entre ellos, pero no sabía exactamente qué. Existía una tensión entre ellos, intensa y espesa, y ninguno parecía apartar la mirada del otro. Parecían tener una conversación sin palabras, sus ojos incisivos hablaban por sus bocas.
—Te presento a William, mi acompañante —comentó Lydia ligeramente, señalando a su secretario con una leve sonrisa—. Guapo, ¿verdad?
William arqueó una ceja. Justo esa mañana, ella se preguntaba cómo él conseguía a una mujer. ¿Y ahora lo estaba elogiando? Qué gracioso.
—He visto mejores —reflexionó Weston, sus labios se curvaron divertidos, con una idea en mente. Por el rabillo del ojo, vio a Easton tratando desesperadamente de entablar una conversación con Minerva.