Sarah estaba atónita. ¿Los padres de Amelia? Había escuchado algo sobre la Ciudad de Bradford. Se decía que Amelia había causado que su madrastra, Rebeca, tuviera un aborto espontáneo. Su padre biológico, Jonathan, había atacado a Amelia en un arranque de ira. La Familia Walton estaba furiosa y había provocado directamente la bancarrota de la Familia Miller. Sarah bajó la mirada. Su Emma era tan lamentable y agraviada. ¿Con qué derecho Amelia podía obtener la felicidad? ¡Debería dejar que otros vieran qué clase de mala hija era Amelia! ¡Una niña que sabía que sus abuelos maternos eran ricos y abandonó a su padre y abuelos! ¡Una niña que desdeñaba a los pobres y amaba a los ricos no merecía ser tratada así por la Familia Walton!
—Hazlos pasar —dijo Sarah.
El guardia se quedó atónito por un momento.
—Segunda madama… ¿No deberíamos informar sobre este asunto al Viejo Maestro? —preguntó.
Sarah frunció el ceño.
—¿Qué? ¿Mis palabras ya no sirven? —exclamó.