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Chapter 2 - capítulo 02 La Ciudad De Las Torres.

Ryu jadeaba mientras seguía a sus nuevos compañeros a través del denso bosque. El sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. Llevaban horas caminando, y sus piernas, acostumbradas a la vida sedentaria de oficina, protestaban con cada paso.

"¿Falta mucho?", preguntó, tratando de no sonar demasiado quejumbroso.

La mujer de cabello plateado, que se había presentado como Lirael, le dirigió una mirada comprensiva. "Ya casi llegamos. Mira, ¿puedes ver las torres?"

Ryu entrecerró los ojos, mirando hacia donde Lirael señalaba. Al principio, no vio nada más que árboles, pero luego, como si un velo se hubiera levantado, las vio. Torres altas y esbeltas que se elevaban hacia el cielo, brillando con una luz propia en el crepúsculo.

"Increíble", murmuró, olvidando momentáneamente su cansancio.

El hombre de orejas puntiagudas, Thorne, gruñó algo en su idioma. Lirael asintió y se volvió hacia Ryu. "Dice que debemos apresurarnos. Las puertas de la ciudad se cierran al anochecer".

Con renovada energía, el trío aceleró el paso. A medida que se acercaban, Ryu pudo apreciar mejor la magnitud de la ciudad. Las torres que había visto eran solo la punta del iceberg. Muros altos y blancos rodeaban un laberinto de edificios de formas imposibles, algunos que parecían desafiar la gravedad.

Llegaron a las puertas justo cuando los últimos rayos del sol desaparecían en el horizonte. Dos guardias con armaduras brillantes los detuvieron, intercambiando palabras rápidas con Thorne. Ryu notó cómo sus ojos se abrían con sorpresa cuando lo miraron, y se sintió incómodo bajo su escrutinio.

Finalmente, las puertas se abrieron con un crujido, revelando el interior de la ciudad. Ryu contuvo el aliento, maravillado. Las calles estaban iluminadas por esferas de luz flotantes, que emitían un suave resplandor azulado. La gente caminaba apresuradamente, algunos con ropas elegantes y coloridas, otros con túnicas más sencillas. Y no todos eran humanos: Ryu vio seres con alas, otros con piel escamosa, e incluso algunos que parecían estar hechos de pura energía.

"Bienvenido a Lumina, la Ciudad de las Torres Resplandecientes", dijo Lirael con orgullo. "Será tu hogar mientras te preparas para tu misión".

Ryu asintió, aún demasiado abrumado para hablar. Siguió a sus compañeros a través de las bulliciosas calles, tratando de absorber cada detalle. Pasaron por mercados donde se vendían frutas de colores imposibles y artefactos mágicos brillantes. En una plaza, un grupo de niños practicaba lo que parecían ser hechizos elementales básicos, haciendo que pequeñas llamas y burbujas de agua danzaran en el aire.

Finalmente, llegaron a un edificio alto y estrecho, con una fachada de cristal que reflejaba las luces de la ciudad. "Este es el Gremio de Invocados", explicó Lirael mientras entraban. "Aquí te quedarás y comenzarás tu entrenamiento".

El interior del edificio era igual de impresionante que el exterior. Un atrio central se elevaba varios pisos, con balcones y escaleras que conectaban diferentes niveles. Personas de todas las razas y edades iban y venían, algunas llevando libros, otras practicando hechizos o discutiendo animadamente.

Un hombre mayor, con una larga barba blanca y ojos que parecían contener galaxias enteras, se acercó a ellos. "Ah, el nuevo Invocado ha llegado", dijo con una voz profunda y resonante. "Soy el Archimago Eldrith, líder del Gremio. Bienvenido, Ryu Tanaka".

Ryu hizo una reverencia torpe, sin saber cómo comportarse ante alguien que exudaba tanta autoridad y poder. "Gracias, señor. Yo... aún estoy tratando de entender todo esto".

Eldrith sonrió con comprensión. "Es natural sentirse abrumado. Todos los Invocados pasan por ello. Pero el tiempo apremia, y debemos comenzar tu preparación de inmediato".

Con un gesto de su mano, una puerta apareció de la nada en una pared cercana. "Esta será tu habitación. Descansa esta noche, y mañana comenzaremos tu evaluación y entrenamiento".

Ryu agradeció a todos y entró en la habitación. Era sencilla pero cómoda, con una cama, un escritorio y un armario. Una ventana ofrecía una vista impresionante de la ciudad nocturna. Se dejó caer en la cama, el agotamiento finalmente alcanzándolo.

Mientras yacía allí, mirando el techo, la realidad de su situación lo golpeó con toda su fuerza. Estaba en otro mundo, alejado de todo lo que conocía, con la responsabilidad de convertirse en un héroe y salvar a personas que ni siquiera conocía.

"¿Qué voy a hacer?", murmuró para sí mismo, cerrando los ojos.

El sonido de un suave golpeteo lo despertó. Ryu se incorporó, desorientado por un momento antes de recordar dónde estaba. La luz del amanecer se filtraba por la ventana, bañando la habitación en un resplandor dorado.

"Adelante", dijo, frotándose los ojos.

Lirael entró, llevando un paquete en sus brazos. "Buenos días, Ryu. Espero que hayas descansado bien. Te he traído ropa apropiada para tu entrenamiento".

Ryu agradeció y tomó el paquete. Dentro encontró una túnica azul oscuro, pantalones de cuero flexible y botas cómodas. Mientras se cambiaba detrás de un biombo, Lirael le explicó el plan del día.

"Primero, desayunarás y conocerás a algunos de los otros aprendices. Luego, el Archimago Eldrith evaluará tu potencial mágico. Por la tarde, tendrás tu primera lección de combate con Thorne".

Una vez vestido, Ryu siguió a Lirael hasta un comedor comunal. El lugar bullía de actividad, lleno de jóvenes aprendices que charlaban animadamente mientras comían. Algunos le lanzaron miradas curiosas, pero nadie se acercó directamente.

Ryu se sirvió de las bandejas llenas de frutas exóticas, panes aromáticos y lo que parecían ser huevos de alguna criatura desconocida. Se sentó en una mesa vacía, sintiéndose como en su primer día de escuela.

No pasó mucho tiempo antes de que una joven de piel azul y cabello que parecía hecho de agua se sentara frente a él. "Así que tú eres el nuevo Invocado", dijo con una sonrisa amistosa. "Soy Naia, aprendiz de magia acuática. ¿De qué mundo vienes?"

Ryu se encontró respondiendo a una avalancha de preguntas de Naia y otros aprendices que se unieron a la mesa. Todos parecían fascinados por su mundo de origen, haciendo preguntas sobre tecnología, cultura y costumbres que Ryu nunca había considerado extrañas hasta ese momento.

Después del desayuno, Lirael lo guió hasta una sala circular en lo alto de una de las torres. El Archimago Eldrith los esperaba allí, rodeado de artefactos mágicos y libros antiguos.

"Bien, Ryu", dijo el Archimago, "es hora de ver qué tipo de magia fluye por tus venas".

Durante las siguientes horas, Ryu se sometió a una serie de pruebas extrañas y a veces desconcertantes. Tocó cristales que cambiaban de color, recitó palabras en lenguas que nunca había oído antes, e intentó mover objetos con su mente.

Para su sorpresa y la del Archimago, Ryu mostró una afinidad natural por la magia elemental, especialmente el fuego y la tierra. "Fascinante", murmuró Eldrith, acariciando su barba. "Parece que tienes un gran potencial, joven Invocado. Con el entrenamiento adecuado, podrías convertirte en un mago formidable".

Ryu salió de la sesión sintiéndose agotado pero emocionado. La idea de poder controlar los elementos, de tener poderes más allá de lo que había imaginado, era embriagadora.

Sin embargo, su entusiasmo se enfrió rápidamente cuando llegó al patio de entrenamiento donde Thorne lo esperaba.

El guerrero de orejas puntiagudas lo miró con una mezcla de escepticismo.

"Aquí", gruñó Thorne, arrojándole una espada de madera. "Muéstrame qué sabes hacer".

Lo que siguió fue una hora de humillación para Ryu. Nunca había empuñado una espada en su vida, y Thorne lo derribó una y otra vez con facilidad. Cada músculo de su cuerpo dolía, y estaba seguro de que tendría moretones durante días.

"Patético", dijo Thorne finalmente, sacudiendo la cabeza. "Tenemos mucho trabajo por delante".

Ryu se dejó caer al suelo, jadeando. "Lo siento", murmuró, sintiéndose completamente inadecuado. "Nunca he sido bueno en deportes o peleas".

Para su sorpresa, Thorne se agachó junto a él, su expresión suavizándose ligeramente. "Nadie nace siendo un guerrero", dijo en un tono más amable. "Se necesita práctica y determinación. Si realmente eres el héroe que este mundo necesita, encontrarás la fuerza dentro de ti".

Esas palabras, aunque duras, encendieron una chispa de determinación en Ryu. Se puso de pie, ignorando el dolor en sus músculos. "Enséñame", dijo, mirando a Thorne a los ojos. "Quiero aprender".

Una sonrisa fugaz cruzó el rostro del guerrero. "Muy bien. Empecemos de nuevo".

Mientras el sol se ponía sobre la Ciudad de las Torres Resplandecientes, Ryu continuaba practicando, determinado a no decepcionar a quienes habían depositado su fe en él. Sabía que el camino sería largo y difícil, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que su vida tenía un propósito.

En algún lugar de la ciudad, oculto en las sombras, una figura encapuchada observaba. Sus ojos brillaron con un destello de interés mientras murmuraba para sí mismo: "Así que este es el nuevo Invocado... Interesante. Muy interesante".

El segundo día de Ryu en este nuevo mundo llegaba a su fin, pero su verdadera aventura apenas comenzaba. Los desafíos que le esperaban serían más grandes de lo que podía imaginar, y las decisiones que tomaría en los días venideros determinarían no solo su destino, sino el de dos mundos.

Fin del capítulo.