Mei miró a los ojos a Amelia, quien miraba con fascinación los contratos, incluso revisando una y otra vez las fechas de pago para asegurarse de que no hubiera ninguna fecha lejana escondida. La intensidad en su mirada mostraba una mezcla de incredulidad y alivio.
—Si no estás segura, deberías llevarla a los servicios legales para su revisión —sugirió Mei, observando cómo Amelia intentaba contener su emoción.
Amelia asintió, consciente de que era una buena práctica llevar el contrato a revisión legal. Quería asegurarse de que no se le escapara ningún detalle y evitar cualquier posible ilegalidad. Además, buscaba identificar cualquier laguna que pudiera ser interpretada en detrimento de "Energreen Solutions".
Aunque mantenía la compostura exteriormente, por dentro Amelia estaba eufórica. Quería gritar, abrazar y besar a Mei en señal de agradecimiento. Nunca había pensado que un simple contrato podría darle una subida de adrenalina tan intensa. Su plan, aunque perfecto, no hubiera conseguido sacar a "Energreen Solutions" de los números rojos antes de un año. Siendo realista, en dos años sería lo más factible, pero Mei había conseguido un par de contratos que saneaban la empresa de manera inmediata.
—¿Te puedes levantar un momento? —preguntó Amelia con gran seriedad mientras se levantaba.
Mei se encogió de hombros, mirando extrañada. No estaba segura del motivo de la petición de Amelia, pero tampoco le parecía una gran molestia. Amelia permanecía expectante, y parecía ponerse nerviosa según pasaban los segundos sin que Mei se levantara.
Con un suspiro, Mei se levantó, pero no estaba preparada para la reacción de su cuñada. De inmediato, Amelia la abrazó con una alegría desbordante, besándole las mejillas y saltando de felicidad.
—¡Lo hiciste, Mei! ¡Lo hiciste! —exclamó Amelia, su voz llena de emoción mientras apretaba a Mei contra ella.
Mei se separó un momento, sorprendida por la efusiva muestra de cariño, pero solo para volver en seguida y abrazarla nuevamente, besando sus mejillas con la misma intensidad.
—Vale, tranquila. Solo son un par de contratos. Aún hay mucho trabajo por delante —dijo Mei entre risas, tratando de calmar a Amelia, aunque no podía evitar sentirse contagiada por su entusiasmo.
Amelia no podía contener la risa ni las lágrimas de alegría. —¡Pero son contratos que cambiarán todo! ¡Nos han salvado! —dijo, sintiendo que su corazón latía con fuerza por la euforia.
Mei sonrió, recordando la primera vez que vio a Amelia tan emocionada. Fue durante el concierto de su grupo favorito, en la primera noche que compartieron. Ver esa chispa de felicidad en los ojos de Amelia le hacía sentir una conexión más profunda con ella.
—Sé que es un gran paso, pero debemos seguir trabajando duro para asegurarnos de que todo salga bien —respondió Mei, su tono suave pero firme, recordándole a Amelia que aún tenían un camino por recorrer. — Con esto solo sacamos a "Energreen Solutions" de números rojos, pero si no conseguimos más contratos no podremos generar grandes beneficios, ni siquiera mantenernos en positivo.
Amelia asintió, respirando hondo para calmarse. —Tienes razón, Mei. Gracias por recordármelo. Pero déjame disfrutar este momento un poco más —dijo, abrazándola nuevamente con una sonrisa de pura felicidad.
Mei correspondió al abrazo, sintiendo una mezcla de orgullo y afecto por su cuñada. —Claro, Amelia. Este momento es tuyo. Nuestro.
Mientras se separaban, ambas mujeres compartieron una mirada de complicidad y determinación. Sabían que, aunque habían logrado un avance significativo, aún quedaba mucho por hacer. Pero en ese instante, se permitieron disfrutar de su logro y de la unión que las fortalecía.
El despacho de Amelia estaba lleno de una energía renovada. Las dos mujeres, ahora más unidas que nunca, estaban listas para enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Con su alianza fortalecida y su visión clara, sabían que podían lograr cualquier cosa juntas.
Amelia se sentía en una nube. Su vida desde que despertó siendo Amelia había sido una montaña rusa. ¿Qué habían pasado, tres semanas? Sus continuas subidas y bajadas de ánimo le hacían parecer haber vivido meses sino años como Amelia.
—Voy al departamento legal —anunció con alegría mientras se dirigía hacia la puerta.
Amelia iba con la vista puesta en el contrato, dando pequeños saltos de alegría de vez en cuando, sonriendo y con lágrimas de emoción en los ojos. Era su primer contrato para "Energreen Solutions", bueno el segundo, pero este no era uno de suministro que fuera en las cuentas de gastos. Este iba directo a las cuentas de ingreso.
Tan absorta iba en su propia alegría que no vio como Laura venía de frente con un café. En cambio, Laura sí la vio a ella. Viendo cómo Amelia iba absorta en sus pensamientos y parecía extremadamente alegre, decidió una pequeña maldad.
Laura dio un ligero paso hacia la derecha para interceptar el camino de Amelia y hacerla chocar con ella. Un choque normal hubiera hecho caer a las dos y manchar a Laura de café, pero como ella había preparado el choque, solo Amelia cayó y el café caliente fue a parar entero encima de Amelia.
—¿Ni sabes mirar por dónde vas? —preguntó Laura impasible. Ella había provocado el choque, pero acusarla primero en voz alta haría a todos culpar a Amelia del choque. La mirada de todos en el pasillo se volvieron en ese momento hacia la pareja de mujeres.
Amelia estaba en el pasillo, su mente aún eufórica por los contratos recién asegurados, cuando de repente, chocó de frente con Laura. El impacto fue inesperado y fuerte, y en un instante, Amelia se encontró cayendo al suelo. Sus papeles, los contratos vitales para "Energreen Solutions", se esparcieron por el aire y aterrizaron en un desorden caótico a su alrededor.
El café que Laura llevaba se derramó, empapando su blusa blanca y goteando hasta sus pantalones. El líquido caliente le provocó un dolor momentáneo, haciéndola gemir mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder. La mancha de café se extendía rápidamente, oscureciendo la tela y dejando un rastro pegajoso en su piel.
Miró hacia arriba, encontrando a Laura de pie sobre ella, con una expresión que mezclaba sorpresa y desdén. Amelia intentó levantarse, pero sus manos resbalaron en el líquido derramado, haciéndola caer de nuevo sobre el suelo frío y duro. Su rostro mostraba una mezcla de frustración, dolor y humillación.
Los contratos estaban esparcidos por el suelo, algunos de ellos manchados de café. Amelia extendió una mano temblorosa para recogerlos, sintiendo la urgencia de proteger esos documentos cruciales. Sin embargo, la tarea parecía monumental en su estado actual, empapada y vulnerable a los pies de Laura.
Su cabello, que había estado perfectamente peinado, ahora caía desordenado alrededor de su rostro, algunas hebras pegadas a su piel húmeda. Amelia respiró hondo, tratando de calmar su mente y reunir la dignidad suficiente para levantarse y enfrentar a Laura, a pesar de la situación comprometedora en la que se encontraba.
Laura, por su parte, parecía disfrutar del momento, su mirada fría y calculadora clavada en Amelia. La tensión en el pasillo era palpable, con Amelia en el suelo, vulnerable y humillada, mientras los contratos que representaban su esperanza y arduo trabajo yacían dispersos y dañados.
Amelia no estaba segura de ser la responsable del choque, había mirado hacia el frente segundos antes de chocar y estaba segura de estar trazando una línea recta que no colisionaría con Laura. Daba igual, volvería al despacho y tomaría otra copia, o simplemente la imprimiría en el departamento Legal.
Enfadada, segura de haber sido culpa de Laura, pero sin poder argumentar nada en su defensa, Amelia solo ignoró a su antagonista declarada. Se levantó sintiendo las miradas de desprecio de la directiva rival y los cotilleos despectivos de los otros trabajadores en el pasillo.
Amelia miró con enfado todos los papeles esparcidos por el suelo, sus manos temblando ligeramente mientras intentaba procesar la situación. El café derramado seguía goteando de su blusa, dejándola incómodamente pegajosa y con una mancha oscura que se extendía rápidamente. Sus ojos se llenaron de furia contenida, mientras sentía la humillación arder en su pecho.
Agachándose para recoger los documentos, Amelia sintió una oleada de frustración. Cada contrato era crucial para la recuperación de "Energreen Solutions", y verlos esparcidos y manchados le provocaba una mezcla de rabia y desesperación. Sus dedos se movían con rapidez, tratando de reunir los papeles antes de que se arruinaran por completo. Sin embargo, el suelo mojado y resbaladizo dificultaba la tarea, y algunos de los documentos se empapaban más con cada segundo que pasaba.
A su alrededor, el pasillo se sentía como un escenario de una batalla perdida. Amelia podía sentir la mirada de Laura sobre ella, fría y despectiva, disfrutando del espectáculo de su caída. La sombra de Laura se cernía sobre ella, aumentando la sensación de opresión y humillación.
El sonido de los papeles crujientes y del café goteando al suelo era ensordecedor en el silencio incómodo del pasillo. Amelia luchaba por mantener la compostura, pero cada movimiento parecía ser una lucha contra la marea de emociones que amenazaban con abrumarla. Su respiración se aceleraba mientras sus manos seguían recogiendo los papeles, cada uno de ellos representando un paso hacia la recuperación de su dignidad y su posición.
Finalmente, con los documentos reunidos en un desordenado montón en sus brazos, Amelia se levantó lentamente, sus ojos encontrándose con los de Laura. La determinación y la rabia brillaban en su mirada, dejando claro que, a pesar de la caída y la humillación, no estaba dispuesta a rendirse. Con los papeles apretados contra su pecho manchado de café, Amelia respiró hondo y se preparó para enfrentar a Laura, su cuerpo tenso y su espíritu inquebrantable.
—¿No piensas disculparte por chocar conmigo y ensuciar el pasillo? —soltó Laura antes de que Amelia pudiera abrir la boca.
Amelia apretó los labios, sintiendo cómo la furia bullía dentro de ella. La provocación de Laura era como una cerilla arrojada a un barril de pólvora. Se tomó un momento para respirar hondo, intentando calmarse antes de responder. No quería darle a Laura la satisfacción de verla perder el control.
—¿Disculparme? —replicó Amelia, su voz temblando ligeramente de indignación contenida—. Tal vez deberías ser tú quien se disculpe, Laura. No solo por chocar conmigo, sino por tu constante falta de respeto y profesionalismo.
Laura levantó una ceja, una sonrisa sardónica curvando sus labios. —Vaya, parece que tienes más agallas de lo que pensaba. Pero sigues siendo una molestia, Amelia. No eres más que una novata aquí, y deberías aprender a mantenerte en tu lugar.
Amelia sintió una oleada de determinación. No iba a dejar que Laura la intimidara más. —No soy una novata, Laura. Y no permitiré que me trates como tal. Estoy aquí para quedarme y para hacer mi trabajo, a pesar de tus intentos de sabotaje.
Laura se acercó un paso, sus ojos destellando con una malicia calculada. —Veremos cuánto tiempo puedes mantener esa actitud. Este lugar no es para los débiles.
Amelia sostuvo su mirada, sin parpadear. —Tienes razón. No es para los débiles. Y yo no soy débil. Así que más te vale acostumbrarte a verme aquí todos los días, haciendo lo que sea necesario para asegurar el éxito de esta empresa.
La tensión en el aire era palpable, como una tormenta a punto de estallar. Amelia podía sentir la adrenalina corriendo por sus venas, dándole la fuerza para mantenerse firme. Sabía que enfrentarse a Laura era solo el comienzo, pero estaba lista para el desafío. No iba a dejar que nadie, ni siquiera alguien tan intimidante como Laura, la apartara de su camino.
—Ahora, si me disculpas —dijo Amelia, su voz firme y decidida—, tengo trabajo que hacer. Y te sugiero que hagas lo mismo.
Con eso, Amelia se dio la vuelta, sus documentos aún apretados contra su pecho, y caminó con paso firme de vuelta hacia su despacho. Cada paso que daba sentía cómo la rabia se transformaba en una determinación aún más fuerte. Laura podía ser un obstáculo, pero no era invencible. Amelia estaba lista para demostrar su valía y proteger a "Energreen Solutions", sin importar los desafíos que se presentaran.
Cuando Amelia entró en su despacho, el aire estaba cargado con la tensión que había acumulado durante su confrontación con Laura. Cerró la puerta con un golpe seco, haciendo que el sonido resonara en la habitación y atrajera la atención de Mei, que estaba concentrada en su trabajo. Sin decir una palabra, Amelia caminó con pasos rápidos y decididos hacia la papelera junto a su escritorio.
Con un movimiento brusco y lleno de frustración, lanzó los papeles arrugados hacia la papelera, algunos de ellos apenas alcanzando el borde antes de caer desordenadamente al suelo. Su respiración era rápida y superficial, sus mejillas enrojecidas por la ira contenida. Mei levantó la vista de sus documentos, sorprendida por la explosión de emociones de Amelia.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Mei, su voz suave pero llena de preocupación.
Amelia se apoyó en el borde de su escritorio, sus manos temblando ligeramente mientras intentaba calmarse. Sus ojos, todavía brillando con rabia, se encontraron con los de Mei. —Laura —dijo entre dientes—. Esa mujer es insoportable. Chocamos en el pasillo y derramó su café sobre mí, luego tuvo el descaro de culparme por ensuciar el pasillo. No puedo creer lo arrogante y despreciable que es.
Mei se levantó de su silla y se acercó a Amelia, colocándole una mano en el hombro en un gesto de apoyo. —Lo siento, Amelia. Laura caerá, nadie puede meterse con mi hermana. Ahora puedes estar furiosa, pero no debes dejar que te afecte de esta manera. Eres más fuerte que eso y Laura está muerta en esta empresa, pero esperaremos el momento preciso para humillarla más fuerte.
Amelia dejó escapar un suspiro profundo, cerrando los ojos por un momento para recuperar la compostura. —Lo sé, pero a veces es tan difícil mantener la calma. Ella sabe exactamente cómo presionar mis botones.
Mei asintió, entendiendo perfectamente la frustración de Amelia. —Vamos a destruirla. No permitas que te distraiga de lo que realmente importa. Tenemos trabajo importante que hacer y no podemos permitirnos perder tiempo con personas como Laura.
Amelia abrió los ojos, encontrando consuelo en las palabras de Mei. —Tienes razón. No puedo dejar que ella me derrumbe. Al final nosotras la derrumbaremos.
Mei le sonrió con calidez. —Nadie se mete con la familia Xiting sin esperar consecuencias. Ahora, vamos a centrarnos en lo que realmente importa y a demostrarle a Laura que no puede con nosotras.
Amelia asintió, sintiendo cómo la ira se transformaba en una renovada determinación. Se apartó del escritorio, recogiendo los papeles que habían caído al suelo y ordenándolos con cuidado. Mientras lo hacía, una nueva sensación de propósito se asentó en ella. Laura no iba a detenerla.
Mei, observando el cambio en Amelia, se acercó y le dijo con voz firme pero comprensiva: —Amelia, ve a hablar con mi hermano. Explícale lo sucedido para que puedas ir a casa, ducharte y cambiarte. Yo me encargaré de llevar los documentos al departamento Legal.
Amelia sonrió, agradecida por la comprensión y el apoyo de Mei. —Gracias, Mei. Eres increíble.
Mei recogió la otra copia de los contratos, asegurándose de que estuvieran en perfecto orden. Ambas mujeres salieron del despacho con un aire de resolución y confianza, listas para enfrentar los próximos desafíos.
Al salir al pasillo, Amelia y Mei se separaron, ya que el despacho de Jason estaba justo al lado del de Amelia. Amelia se dirigió hacia la puerta de Jason, tomando una respiración profunda antes de llamar suavemente.
—Adelante —se oyó la voz de Jason desde el interior.