La pregunta, aunque formulada de manera calmada, llevaba consigo un peso considerable. Liang Xiting estaba poniendo sobre la mesa un desafío real, no solo en términos de negocios, sino también en lo personal. Amelia sintió un leve escalofrío recorrer su columna, sabiendo que las palabras de Liang tocaban un punto sensible, uno que tanto ella como Jason tendrían que abordar tarde o temprano.
Jason, que había previsto este tipo de cuestiones, no mostró ninguna sorpresa. Había pasado muchas noches pensando en esta eventualidad, en cómo equilibrar sus responsabilidades en Hesperia con el ineludible llamado de Suryavanti. Su mente siempre había gravitado hacia su país de origen, aunque los acontecimientos recientes lo habían mantenido más tiempo en Hesperia de lo que alguna vez había planeado.
—Lo he considerado, Bà —respondió Jason, su voz firme pero con un matiz de reflexión—. Sabes que tengo una casa en Suryavanti, y nunca he descartado la posibilidad de regresar. La razón por la que "JX Group" se estableció en Hesperia fue por tu decisión de deshacerte de "Energreen Solutions". Siempre pensé que esa empresa debería haber permanecido en el "Grupo Xiting", y mi intención al crear "JX Group" fue mantenerla a flote, junto con otras empresas que solo han servido para generar ingresos.
Hizo una pausa, dejando que sus palabras se asentaran, mientras observaba la reacción de su padre. Liang Xiting lo escuchaba con atención, su expresión un tanto indescifrable.
—Sin embargo, nunca consideré a "JX Group" como mi verdadero objetivo —continuó Jason, mirando de reojo a Amelia, cuyo rostro reflejaba una mezcla de comprensión y preocupación—. Mi interés siempre ha estado en el "Grupo Xiting". Solo en los últimos días he empezado a pensar seriamente en el futuro de "JX Group". Fue cuando vi que las empresas de "Luminis Luxuria Group" de Amelia pertenecen todas al mismo sector, el mismo que domina Inmaculada Montalbán con bienes raíces, y el "Grupo Xiting" en energía.
Liang Xiting asintió lentamente, evaluando las palabras de su hijo con la sabiduría que había acumulado a lo largo de los años. Sabía que la diversificación era clave para la estabilidad financiera a largo plazo, y que concentrar todo en un solo sector podía ser un riesgo.
—No siempre es bueno estar centrado en un único sector —reflexionó Liang Xiting, su tono más suave, pero aún lleno de autoridad—. Las principales familias de Suryavanti, aunque focalizadas en un área, también diversifican parte de su fortuna para protegerse. Pero, dejando eso de lado, la verdadera cuestión aquí es si volveréis a Suryavanti o continuaréis en Hesperia. Si formalizáis vuestra relación, eventualmente tendréis hijos. No podéis estar viajando entre los dos países de forma constante.
El peso de la pregunta cayó sobre Jason y Amelia como una losa. Ambos sabían que esta decisión implicaba mucho más que un simple cambio de residencia; afectaba el futuro de sus empresas, sus relaciones familiares y, potencialmente, el legado de la familia Xiting.
Amelia notó cómo la tensión en el rostro de Jason aumentaba mientras consideraba la respuesta. Era evidente que la situación no era sencilla y que la decisión que tomaran influiría en muchos aspectos de sus vidas. Liang Xiting, por su parte, esperaba pacientemente, consciente de que estaba colocando a su hijo ante una elección difícil pero necesaria. Amelia apretó la mano de Jason un poco más fuerte, transmitiéndole el apoyo incondicional que siempre estaría dispuesta a darle, sin importar dónde estuvieran.
Jason, sintiendo esa conexión tan profunda con Amelia, respiró hondo antes de responder. Sabía que cualquier decisión debía tomarse con el corazón, pero también con la cabeza fría y calculadora que había heredado de su padre.
—Tenía previsto regresar para nuestro Año Nuevo, después de cerrar el año fiscal en Hesperia —dijo Jason, su voz firme pero contenida, tratando de reconducir la conversación hacia un terreno más neutral—. Esto nos da seis meses para tomar la decisión definitiva. Cuando lleguemos a Suryavanti, deberíamos quedarnos una buena temporada. Amelia necesita revisar en profundidad las empresas de "Luminis Luxuria Group".
Amelia, buscando desesperadamente una señal de aceptación, dejó escapar la pregunta que la había estado carcomiendo desde que comenzó la conversación.
—Señor Xiting, ¿esto significa mi aceptación como prometida de su hijo? —preguntó con un rayo de esperanza en su voz, mientras una débil sonrisa empezaba a formarse en su rostro, a pesar de la tensión.
Liang Xiting desvió su mirada hacia los rostros de Mei, Jason y Amelia. Observó las expresiones de esperanza y felicidad que se reflejaban en sus rostros, especialmente en el de su hijo. Sabía que la vuelta de Jason a Suryavanti traería beneficios a la familia, y que una tregua con Amelia e Inmaculada podría estabilizar al "Grupo Xiting". Pero la cuestión del matrimonio era un asunto completamente diferente. Liang había revisado rápidamente el "Luminis Luxuria Group" mientras hablaba, y aunque reconocía el potencial del grupo, no lo consideraba aún un jugador suficientemente fuerte en la economía del país, ni comparable con las cinco familias principales.
Tras una pausa calculada, su voz resonó firme y fría, sin mostrar signos de la alegría que Mei, Jason y Amelia esperaban. —¿Qué tal si hacemos una tregua también en ese sentido? —sugirió, observando cuidadosamente las reacciones de los tres—. Acepto vuestra relación, pero no vuestro compromiso. Quizás podrías ser su amante y dejar libre a mi hijo para casarse con una heredera de buena familia.
El aire pareció congelarse en la sala. Amelia sintió que las palabras de Liang eran como un puñal directo al corazón. "¿Amante?", se preguntó, sintiendo cómo su rostro se tensaba, sus mejillas enrojecían y sus ojos se llenaban de lágrimas contenidas. Era una humillación que no había esperado, y el dolor la atravesó con una fuerza inesperada. Quiso levantarse, terminar la videoconferencia en ese instante y dejar atrás aquel insulto, pero el apretón de Jason en su mano la ancló al presente, recordándole que no estaba sola.
Mei, desde su lugar, observó la escena con una profunda tristeza. Sabía lo que significaba ser amante en Suryavanti, especialmente dentro de las altas esferas. Las amantes, aunque toleradas, siempre eran vistas con desprecio y rara vez se les otorgaba respeto en la sociedad. Convertirse en una amante era aceptar una vida de humillaciones y miradas condescendientes, una posición que ninguna mujer fuerte y ambiciosa, como Amelia, debería aceptar.
Jason, mientras tanto, dejó que las palabras de su padre se asentaran antes de responder. Sabía que su padre estaba intentando manipular la situación a su favor, aceptando la relación solo para mantener a Amelia en una posición subordinada. El insulto, aunque disfrazado de una propuesta de compromiso, era evidente. Con una calma tensa, pero firme, Jason habló, su voz cargada de una resolución implacable.
—Padre, sabes tan bien como yo que Amelia y yo, junto con Inmaculada Montalbán, controlamos el cuarenta y cinco por ciento del "Grupo Xiting" —comenzó, su tono bajo pero impregnado de una fuerza contenida—. ¿Por qué insultas a mi prometida asignándole la posición de amante? Es una falta de respeto no solo hacia ella, sino también hacia mí, y hacia todo lo que hemos construido.
Liang Xiting mantuvo su mirada fija en la pantalla, su expresión se endureció levemente, aunque se podía percibir un leve parpadeo de sorpresa. No había esperado una respuesta tan directa y desafiante de su hijo. Jason, consciente del impacto de sus palabras, sostuvo la mirada de su padre, dejando claro que no cedería en este asunto. La tensión en la sala era palpable, y todos esperaban la respuesta de Liang, sabiendo que esta conversación podría marcar un antes y un después en la dinámica de poder dentro de la familia Xiting.
Jong intentó mediar en la situación antes de que la tensión escalara aún más. Sabía que cualquier decisión precipitada podría poner en peligro el futuro del "Grupo Xiting", y como el heredero de la familia, no podía permitir que las emociones descontroladas arruinaran lo que su padre y él habían trabajado tan arduamente para construir.
—¿Por qué no dejamos lo de esposa o amante para más adelante? —sugirió Jong, su tono era conciliador pero firme, mientras sus ojos se movían entre Jason y su padre—. Jason, llevas poco tiempo con Amelia. Todavía hay margen para considerar las opciones. Tal vez "Luminis Luxuria Group", con la ayuda de "JX Group", pueda crecer lo suficiente en los próximos años para estar a la altura de las principales familias.
El comentario de Jong estaba calculado para suavizar la situación, pero sus palabras resonaron en la sala con una mezcla de pragmatismo y advertencia. Sabía que su padre veía a cada miembro de la familia como una pieza en un tablero de ajedrez, donde cada movimiento debía fortalecer la posición de los Xiting entre la élite de Suryavanti. Liang Xiting, cuya expresión se mantenía estoica, evaluaba silenciosamente cada palabra, considerando cómo podía utilizar esta situación a su favor.
Mei, que había permanecido en silencio hasta ahora, observaba a su familia con una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que su destino, al igual que el de Jason, estaba siendo moldeado por las ambiciones de su padre. Era consciente de que su regreso a Suryavanti casi con seguridad significaba ser prometida a un miembro anciano de una de las familias más influyentes, un destino que había intentado evitar acercándose a Amelia y encontrando un lugar en Hesperia.
Respirando profundamente, Mei decidió intervenir, consciente de que sus palabras podrían cambiar el rumbo de la conversación.
—Bà, Dàgē, —comenzó con un tono firme pero cargado de un cariño subyacente—, ¿qué os parecería si la propuesta de ser amante de un primer heredero de una de las principales familias fuera para mí? Nosotros, hasta hace unos años, no éramos vistos como una de las principales familias.
Sus palabras sorprendieron a todos en la sala. Jason la miró con incredulidad, mientras Amelia, aunque agradecida por el intento de Mei de desviar la atención, sintió un nudo en el estómago. No podía permitir que Mei se sacrificara de esa manera, aunque entendía que en la sociedad de Suryavanti, tal propuesta podría ser vista como lógica.
Liang Xiting, sin embargo, reaccionó rápidamente, su expresión mostrando una mezcla de afecto paternal y desdén hacia la idea.
—Eso es absurdo, Meier —respondió Liang, su voz más cálida al dirigirse a su hija—. Tú eres mi princesa, y no permitiré que te rebajes de esa manera.
El contraste entre el trato a Mei y el desdén hacia Amelia era evidente, y el tono de Liang se endureció de nuevo cuando volvió a centrarse en la joven que estaba al lado de Jason.
—En cambio, ¿quién es la señorita Antúnez? —continuó Liang, su mirada afilada y su tono impregnado de juicio—. ¿Una huérfana acogida por la Señora Montalbán?
Las palabras fueron como un latigazo, cargadas de un desprecio que buscaba minar la confianza de Amelia. El silencio que siguió fue pesado, mientras Amelia, con la mano de Jason aún sosteniendo la suya, trataba de encontrar las palabras adecuadas para defenderse sin caer en la trampa de la provocación. Sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja, y que cualquier paso en falso podría significar la pérdida del respeto que tanto se había esforzado por ganar.
Mei, viendo cómo la tensión aumentaba, decidió que ya era suficiente. La expresión en su rostro se endureció, y por primera vez, dejó ver una faceta más determinada y segura de sí misma.
—Alguien que, junto con su madrina, su prometido y conmigo, puede borrar al "Grupo Xiting" del mapa, Bà. ¿No te parece suficiente? —declaró Mei, con una frialdad que sorprendió a todos en la sala. Era una advertencia directa, cargada de un desafío silencioso, pero también un recordatorio de que no estaban indefensos.
Liang Xiting tragó saliva, sorprendido por la puñalada verbal de su hija. No esperaba que Mei, su "princesa", tomara una postura tan contundente. Con su apoyo, alcanzaban el cincuenta por ciento del control del grupo, y conseguir un mísero uno por ciento más les daría el control total. Había subestimado la lealtad de sus hijos hacia Amelia y, más importante aún, había subestimado el alcance de la influencia que su propia hija estaba dispuesta a ejercer.
Liang recordó cómo, al cumplir veintiún años, había regalado a cada uno de sus hijos un cinco por ciento de las empresas del grupo. Jong tenía un diez por ciento tras casarse, al recibir otro cinco como regalo de bodas. Podía desheredar a Jason y a Mei, pero no podía quitarles las acciones que ya estaban en su poder. Esa realidad lo golpeó con la fuerza de una verdad ineludible.
—¿Os atreveríais a levantaros contra vuestro padre? —La voz de Liang Xiting se alzó, cargada de una indignación que rompía, por primera vez, la impasibilidad de su rostro. Sus ojos, llenos de una mezcla de dolor y sorpresa, buscaron los de Mei, esperando encontrar algún vestigio de la sumisión que siempre había esperado de ella.
Amelia, sintiendo cómo la situación se volvía más delicada, miró a Mei con preocupación. Sabía que su cuñada acababa de alzarse contra su propio padre, y que, aunque las palabras de Mei habían sido necesarias, la colocaban en una posición vulnerable. A diferencia de Jason, Mei no tenía su propia empresa ni independencia financiera; su posición en la familia Xiting era, en gran parte, su única protección. Amelia sintió el peso de esa realidad, consciente de que cualquier mal paso podría tener consecuencias irreparables.
Mei, sin embargo, no retrocedió. Su expresión seguía firme, aunque la sombra de la tensión comenzaba a asomarse en sus ojos. Sabía que debía manejar la situación con cuidado, y que, aunque había mostrado fuerza, no podía permitirse alienar completamente a su padre.
—No, padre —respondió Mei, suavizando su tono pero manteniendo la firmeza en sus palabras—. No queremos levantarnos contra ti. Solo queremos que te disculpes con mi amiga y la prometida de mi hermano. Si nos hemos sentado aquí hoy, es para aclarar las cosas, no para desatar una guerra aún mayor.
La sala se sumió en un silencio pesado, mientras las palabras de Mei flotaban en el aire. Liang Xiting, todavía recuperándose del desafío inesperado de su hija, miró a Mei con una mezcla de frustración y algo que se parecía a la admiración. Sabía que su hija había cambiado, que había crecido, y que ahora estaba dispuesta a defender lo que consideraba justo, incluso si eso significaba enfrentarse a él.
Cuando Liang Xiting finalmente habló, su voz estaba teñida de una mezcla de resignación y autoridad, un equilibrio delicado que dejaba claro que, aunque cedía en algunos aspectos, aún mantenía su firme control sobre la situación.
—Siento haberla tildado de amante, señorita Antúnez —concedió Liang Xiting, su tono algo más suave, pero todavía firme—. Por desgracia, no puedo ir más allá de aceptar, por el momento, su relación con mi hijo. Demuéstrame su valía para ser la esposa de Jason mientras yo busco una mejor candidata. Eso es todo. ¿Os parece bien este compromiso? Una tregua por dos años.
El silencio que siguió fue denso, cargado de emociones mezcladas. Amelia miró a Jason, buscando en sus ojos alguna señal de cómo debía reaccionar. Jason, sintiendo la mirada de Amelia, le dio un leve apretón en la mano, un gesto que le transmitió la seguridad que necesitaba. Amelia, reconociendo que probablemente este era el mejor acuerdo posible bajo las circunstancias, esbozó una sonrisa ligera, aunque aún cargada de tensión.
—De acuerdo, dos años —respondió Amelia, su voz tranquila pero firme, mientras asimilaba el peso de las palabras de Liang—. ¿Le devolverá su puesto a Jason?
Liang Xiting, que había comenzado a relajarse un poco, volvió a endurecerse. Su mirada se dirigió hacia Jason, evaluando cada uno de sus gestos antes de responder.
—No —contestó Liang con impasibilidad, su rostro tan inexpresivo como una máscara—. Ahora tiene que concentrarse en aclarar su futuro y en cómo proceder con su grupo empresarial. Si regresa a Suryavanti y desea volver al "Grupo Xiting", entonces hablaremos. Buenas tardes o buenos días, según donde estais.
Con esas últimas palabras, Liang Xiting se levantó de su asiento, indicando que para él, la conversación había terminado. Su figura desapareció de la pantalla, dejando solo a Jong en la videollamada, quien observaba a sus hermanos con una mezcla de cautela y algo de diversión.
—Bueno, hermanitos, espero que no hayáis ido demasiado lejos —dijo Jong, su tono mucho más relajado y jovial que el de su padre—. Espero sinceramente veros en persona pronto y arreglarlo todo con una buena cerveza.
El contraste entre la actitud de Jong y la de Liang fue evidente. Mientras que su padre mantenía una postura intransigente, Jong parecía dispuesto a buscar una reconciliación más personal y menos formal. Mei, Jason y Amelia intercambiaron miradas antes de responder con una despedida igualmente cordial.
—Nos vemos pronto, Dàgē —respondió Mei, esbozando una sonrisa que ocultaba su alivio de que la conversación hubiera terminado sin mayores conflictos.
—Hasta pronto, Jong —dijo Jason, con un tono neutral que dejaba claro que, aunque las tensiones habían disminuido, aún quedaba mucho por resolver.
—Cuídate, Jong —añadió Amelia, intentando mantener un aire de normalidad mientras aún procesaba todo lo que había ocurrido durante la llamada.