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Chapter 51 - 051. Sombras de Suryavanti

Las luces suaves y cálidas del spa iluminaban el espacio con un resplandor dorado, reflejándose en la superficie cristalina de la piscina. El aroma a aceites esenciales de lavanda y eucalipto impregnaba el aire, creando una atmósfera de relajación total. El suave murmullo del agua y el ocasional gorgoteo de los chorros de hidromasaje llenaban el ambiente, ahogando cualquier sonido externo y proporcionando un santuario de paz.

Amelia, Mei y Li Wei estaban sumergidas hasta los hombros en el agua tibia, dejando que los potentes chorros masajearan sus agotados cuerpos. Las tensiones del día se desvanecían lentamente, sustituidas por una sensación de alivio y tranquilidad. La lucha implacable contra Sandro, Jong y Laura había sido agotadora, pero también había forjado un vínculo sólido entre las tres.

Amelia se recostó contra uno de los bordes de la piscina, permitiendo que los chorros de agua trabajaran sobre sus músculos tensos. Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro profundo, sintiendo cómo el estrés se desvanecía con cada burbuja que estallaba contra su piel. A su lado, Mei y Li Wei estaban en una posición similar, disfrutando del mismo alivio.

Mei, normalmente tan segura y controlada, tenía una expresión de pura serenidad en su rostro. Sus ojos estaban cerrados y una leve sonrisa curvaba sus labios, revelando una rara muestra de vulnerabilidad. Las rivalidades y tensiones previas con Amelia parecían haber quedado atrás, enterradas bajo las experiencias compartidas y los objetivos comunes.

Li Wei, la más joven del grupo, observaba a sus compañeras con una mezcla de admiración y respeto. Había aprendido mucho en poco tiempo y ahora se sentía más conectada y aceptada. Los chorros de agua masajeaban su espalda, y ella se permitió disfrutar del momento, sabiendo que había encontrado su lugar en este trío dinámico.

El spa estaba decorado con un estilo elegante y minimalista. Las paredes de piedra natural y los detalles en madera oscura daban una sensación de lujo discreto. Velas aromáticas parpadeaban suavemente en los rincones, y una música ambiental de fondo añadía una capa adicional de calma. Todo estaba diseñado para ofrecer un refugio del mundo exterior, un lugar donde podían recargar energías antes de enfrentarse nuevamente a sus enemigos.

—Este es justo el descanso que necesitábamos —murmuró Amelia, rompiendo el silencio con su voz suave y contenta—. Hemos trabajado muy duro y merecemos este momento.

Mei abrió los ojos y asintió, mirando a Amelia con una sonrisa de complicidad. —Tienes razón. A veces es necesario detenerse y recargar. Mañana será otro día de batalla, pero esta noche es para nosotras.

Li Wei asintió también, sintiéndose parte integral de esta nueva alianza. —Estoy de acuerdo. Este tiempo juntas nos fortalece. Sabremos enfrentarnos a lo que venga con más fuerza y determinación.

Las tres mujeres se sumergieron aún más en la sensación de relajación y camaradería. Cada burbuja, cada chorro de agua, parecía lavar no solo el cansancio físico, sino también cualquier duda o rencor residual. Estaban unidas por un propósito común y, en ese momento, sabían que nada las podría detener.

La tarde avanzaba lentamente, y el spa seguía siendo su refugio. Con cada minuto que pasaba, se sentían más rejuvenecidas y preparadas para enfrentar los desafíos que les esperaban. En la calma del spa, bajo la luz suave y el murmullo constante del agua, se forjaban no solo planes, sino también una amistad que prometía ser duradera y fuerte.

En ese momento apareció Jason con tan solo unas chanclas, un bañador y la toalla echada sobre un hombro. Amelia, al verlo, se relamió al admirar sus firmes abdominales y su esculpido torso. ¿De dónde sacaba tiempo para hacer ejercicio? Sabía que corría todas las mañanas, pero ese cuerpo era imposible de tener sin una rutina más específica.

Li Wei tampoco pudo dejar de mirarlo. Sabía que Jason era la pareja de su amiga y que ella había renunciado a luchar por él, pero era imposible no disfrutar de unas vistas tan maravillosas. Su mirada se deslizaba por cada contorno de sus músculos, sintiendo una mezcla de admiración y una pizca de envidia.

—Como sigas mirándolo de esa manera tendré que arrancarte los ojos —gruñó Amelia en tono de broma, pero con un trasfondo de seriedad.

Li Wei se sonrojó, pero no apartó la vista de Jason. —Deja que al menos me recree la vista. Ya he renunciado a él, pero es imposible no fijarse en Jason ante un cuerpo así —se quejó antes de sumergir su cabeza bajo el agua por un momento, tratando de calmarse.

Mei, desde su posición relajada, abrió los ojos y miró a las dos con una mezcla de exasperación y diversión. —Estad tranquilas, por favor. Es mi hermano —protestó, aunque no pudo evitar sonreír ante la escena.

Jason sonrió al escuchar la conversación. Aunque las mujeres hablaban en voz baja, sus palabras llegaron claramente hasta él. Disfrutaba de la atención y no podía evitar sentirse un poco halagado por los cumplidos velados.

—Veo que estáis disfrutando —dijo Jason con una sonrisa traviesa mientras se acercaba a la piscina.

Amelia le lanzó una mirada de complicidad. —Claro que sí. Aunque con tu llegada, parece que alguien más también está disfrutando —respondió, guiñándole un ojo.

Li Wei, todavía con las mejillas sonrojadas, soltó una risa nerviosa. —Solo estamos apreciando la vista.

—Bueno, espero que no os importe si me uno a vosotras —dijo Jason, dejando caer la toalla sobre una de las sillas y entrando en la piscina con un elegante chapuzón.

Amelia, Mei y Li Wei compartieron una sonrisa. La llegada de Jason no solo añadía un toque de diversión a su momento de relajación, sino que también reforzaba el sentimiento de unidad y camaradería que había surgido entre ellas.

El agua se agitó suavemente alrededor de Jason mientras se acercaba a Amelia por detrás. Con movimientos seguros y gentiles, la rodeó con sus brazos, acariciando delicadamente su cuerpo bajo el agua. Amelia sintió un escalofrío recorrer su piel, una mezcla de placer y conciencia de la presencia de sus amigas.

—Jason, las manos. No es el momento —se quejó Amelia, aunque disfrutaba de sus atenciones. No era justo poner envidiosas a sus dos nuevas amigas con las muestras de afecto de Jason. —Por cierto, Mei tiene una queja sobre la apuesta.

Jason miró hacia Mei sin soltar a Amelia, sus ojos llenos de curiosidad. —Dime, Mei.

Mei sonrió a su hermano, disfrutando del momento de complicidad. —Verás, hemos pensado en dos problemas. El primero es que tú no arriesgas nada en la apuesta. El segundo es que descapitalizaría a "Energreen Solutions" si yo gano.

Jason soltó a Amelia, quien le había echado una mirada muy molesta, y nadó hacia el centro de la piscina. Su cuerpo cortaba el agua con gracia y facilidad, mostrando la fuerza y control que tanto admiraban las mujeres. —Estoy de acuerdo. No me juego nada y dañaría a "Energreen Solutions". Saldrá de mi dinero, no de "Energreen Solutions" si pierdo. ¿Os parece más adecuado?

Las tres asintieron satisfechas. La atmósfera se llenó de una sensación de satisfacción, un paso más hacia su unión.

Jason flotaba en el centro de la piscina, observando a las tres mujeres. —Me alegra que estemos todos de acuerdo. Esta apuesta es importante para todos nosotros, y quiero asegurarme de que sea justa y beneficiosa.

Amelia nadó hasta él, sintiendo una mezcla de orgullo y amor por Jason. —Gracias, Jason. Sabía que lo entenderías.

Jason le salpicó un poco de agua a la cara y se alejó un poco de Amelia, sus movimientos gráciles y juguetones. La risa de Amelia resonó en el aire mientras intentaba alcanzarlo, sus esfuerzos por hundirlo en el agua resultaron en un divertido fracaso, terminando ella misma bajo la superficie. Mei y Li Wei sonreían, disfrutando del espectáculo sin apartarse de los chorros de agua que masajeaban sus cuerpos cansados.

El agua reflejaba la luz tenue del atardecer, creando un ambiente relajante y casi mágico en el spa. Jason, con su cuerpo atlético y su actitud juguetona, parecía casi un dios del agua. Amelia emergió del agua, riendo y sacudiéndose el pelo mojado. Con un movimiento ágil, se enganchó a la espalda de Jason, envolviendo sus piernas alrededor de su cintura y gritando triunfante:

—¡Te cogí! —le susurró al oído antes de darle un mordisquito juguetón en el cuello.

Jason sonrió, disfrutando del momento. —Mei es muy competente. Espero que los beneficios obtenidos cuando termine el año fiscal sean impresionantes —comentó, mientras nadaba con Amelia a cuestas, sus movimientos suaves y controlados.

Amelia se aferró a él con más fuerza, su curiosidad despertada. —Por cierto, ¿por qué tengo cinco empresas a mi nombre en Suryavanti?

El rostro de Jason se congeló por un breve instante, una fracción de segundo casi imperceptible. Sin embargo, Mei, siempre observadora, notó la tensión momentánea en su expresión.

—Bueno, en unos meses nos mudaremos de vuelta a Suryavanti. Te prometí libertad para dejarme. Es un regalito de tu madrina y mío. Por cierto, no son cinco, son seis —respondió Jason, revolviéndose para quedar frente a Amelia, sus ojos brillaban con una mezcla de afecto y determinación.

Amelia lo miró, sus ojos llenos de preguntas y una leve preocupación. —Pero... ¿cómo me voy a hacer cargo de ellas desde aquí? Necesito conocerlas y entender su funcionamiento —se quejó, buscando en los ojos de Jason una respuesta más clara, una que pudiera aliviar sus dudas.

Jason acarició su mejilla con ternura, intentando calmar sus inquietudes. —No te preocupes, ahora mismo están en buenas manos. Cuando vayamos a Suryavanti, podrás conocerlas en mayor profundidad. Tengo uno de mis hombres de confianza encargándose de ellas. Cuando lleguemos a Suryavanti, será también tu hombre de confianza —dijo, sus palabras suaves pero firmes.

Antes de que Amelia pudiera formular más preguntas, Jason la atrajo hacia sí, capturando sus labios en un beso apasionado. Sus manos recorrieron la espalda de Amelia, buscando consolarla y, al mismo tiempo, desviar sus pensamientos de las preguntas incómodas. Amelia se entregó al beso, sintiendo cómo las preocupaciones se desvanecían momentáneamente bajo el toque de Jason.

Li Wei y Mei observaban la escena con sonrisas cómplices. La conexión entre Jason y Amelia era innegable, y aunque Mei tenía sus propias reservas y curiosidades, en ese momento decidió dejar que su hermano y su amiga disfrutaran del momento. La luz del atardecer bañaba la piscina con un resplandor dorado, haciendo que todo pareciera un poco más mágico, un poco más perfecto.

—Quizás deberíamos dejarlos un momento —susurró Mei a Li Wei, señalando hacia la otra parte del spa.

Li Wei asintió, sabiendo que Jason y Amelia necesitaban este tiempo juntos. Ambas mujeres se alejaron discretamente, dejando a la pareja sumida en su burbuja de intimidad y afecto.

Mientras el agua cálida los envolvía, Jason y Amelia se aferraron el uno al otro, disfrutando de la tranquilidad del momento. La lucha y las tensiones del día parecían lejanas, reemplazadas por la calidez del amor y la confianza que compartían. En ese momento, bajo la luz dorada del atardecer y rodeados por el murmullo calmante del agua, todo parecía posible.

—¿Por qué tenemos que ir a Suryavanti? —preguntó Amelia, su voz llena de preocupación y anhelo, mientras se separaba ligeramente de Jason. Sus ojos reflejaban la incertidumbre que sentía. —¿No podemos seguir viviendo aquí?

En lugar de responder inmediatamente, Jason solo le acarició la mejilla con ternura y besó suavemente su cuello. Amelia soltó un ligero suspiro; Jason sabía cómo besarla sin ninguna duda, haciendo que se sintiera débil en sus brazos.

—Jason, no me evites —insistió Amelia tras unos pocos segundos de aturdimiento en sus brazos, sus dedos aferrándose suavemente a los suyos—. Por favor. Además, estamos molestando a Mei y Li Wei.

Jason no solo dejó de besar a su compañera, sino que se separó medio metro de ella, dedicándole una sonrisa cálida. Sus ojos brillaban con un destello de comprensión y resolución.

—Amelia, pertenezco a Suryavanti. Aunque no sea inmediato, algún día debo volver —dijo con una voz suave pero firme, acariciando su mejilla una vez más antes de apartarse.

Mei y Li Wei, que habían estado observando desde una distancia prudente, se acercaron nadando al ver que la pareja parecía haber terminado sus muestras de cariño. La expresión en el rostro de Mei mostraba una mezcla de curiosidad y descontento.

—¿Qué es eso de volver a Suryavanti? ¿Tanto odias a tu hermanita que si ella se queda, tú te vas? ¿Tanto miedo tienes a perder la apuesta? —dijo Mei, su voz cargada de un enfado apenas contenido. Quería quedarse más tiempo en Hesperia. ¿Cómo se atrevía su hermano a pensar en volver ahora a Suryavanti?

Jason la miró con una sonrisa tranquilizadora, sabiendo que sus palabras necesitaban ser cuidadosas para calmar a su hermana. —Tranquila, Mei. Te aseguro que estaremos aquí hasta el año nuevo cristiano. —Le dedicó una amplia sonrisa que buscaba disipar sus temores—. De todas formas, siempre voy para celebrar nuestro año nuevo. ¿No piensas ir para esas fechas junto a Padre?

Mei miró a Li Wei y luego a Amelia antes de fijar de nuevo la vista en Jason. En parte, tenía razón; su padre se enfadaría mucho si ella no acudía a esas celebraciones. El conflicto interno se reflejaba en sus ojos, luchando entre su deseo de quedarse y su deber hacia su familia.

—¿Significa eso que nuestra aventura en Hesperia terminará cuando volvamos para la celebración de año nuevo? —preguntó Mei, su voz llena de desencanto y resignación.

La cara de Mei dejaba traslucir su desencanto por la idea de volver a Suryavanti. Sabía que cuando su padre se enterara de su prolongada estancia en Hesperia, no la dejaría volver a salir del país. Ya estaría designado su compromiso y debería casarse con un hombre elegido por su padre, un destino que siempre había temido.

Li Wei, percibiendo el conflicto interno de su amiga, puso una mano en el hombro de Mei en señal de apoyo. Ambas habían sido muy impulsivas al quedarse en Hesperia, pero sabían que si no retornaban a Suryavanti para año nuevo, deberían decir adiós a sus familias. Li Wei tampoco había considerado aún si, después de regresar a Suryavanti, se vería obligada a un matrimonio concertado y no podría volver a Hesperia.

La atmósfera se volvió tensa y reflexiva. Jason, sintiendo la gravedad del momento, se acercó y les dirigió una mirada comprensiva. —Entiendo vuestras preocupaciones. Ninguno de nosotros quiere dejar Hesperia, pero debemos equilibrar nuestros deseos personales con nuestras responsabilidades familiares. Estaré con vosotras en cada paso del camino —dijo, tratando de transmitir seguridad.

Amelia observó a Jason, Mei y Li Wei. Los tres parecían trastornados, como si ocultaran algo o quizás temerosos de algo. Le gustaría insistir, pero no esperaba recibir respuesta alguna.

La expresión de Jason dejó de ser alegre cuando pensó en los motivos reales para su vuelta. Ya no solo era la venganza contra su hermano y su padre por haberlo sacado del "Grupo Xiting". La advertencia de Inmaculada lo había puesto en guardia. Si ella no iba a poder volver a Hesperia en los próximos meses, quizás años, solo podía suponer que se trataba de algún asunto relacionado con su maestro.

El silencio entre ellos se hizo palpable, cargado de pensamientos no dichos y preocupaciones compartidas. Amelia sintió un nudo en el estómago, consciente de que había algo más profundo en juego. Pero decidió, por ahora, dejar el tema. Sabía que, tarde o temprano, la verdad saldría a la luz.

Mientras tanto, debían mantenerse unidos y fuertes, preparados para enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Con esta determinación en mente, Amelia sonrió débilmente a Jason, Mei y Li Wei, intentando transmitirles algo de esperanza y confianza.