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Chapter 28 - 028. La llegada de Mei

El domingo por la mañana, la mansión se llenó de una energía anticipada. Amelia se despertó temprano, consciente de que hoy recibirían a Mei y a Li Wei. Jason, igual de emocionado, la apremió a bajar al jardín para su carrera matutina.

Después de la carrera, se ducharon y se vistieron, listos para el día que les esperaba. Bajaron juntos al comedor, donde les esperaba un desayuno ligero antes de salir hacia el aeropuerto.

—¿Lista para conocer a mi hermana? —preguntó Jason, con una sonrisa, mientras se sentaban a la mesa.

Amelia asintió, aunque sentía un ligero nudo de ansiedad en su estómago. —Sí, lista —respondió, devolviendo la sonrisa mientras tomaba un sorbo de café. No quería mostrar su preocupación por la llegada de alguien que deseaba que Jason eligiera a otra mujer.

—Tranquila, Mei no es un monstruo. Seguro que os gustaréis —dijo Jason, notando la intranquilidad en la mirada y sonrisa de Amelia—. Recuerda, ella es mi hermana y tú mi novia. Ella no es quien decide mi pareja.

Amelia jugueteó con la taza, sin saber cómo expresar sus dudas. Mei no sería un monstruo, pero quería a Li Wei como prometida de Jason. Su familia ya lo había presionado para alejarla, incluso destituyéndolo. Si Mei era tan apreciada por Jason, no podía evitar estar asustada. —Tienes razón, pero tu familia... además yo... tu padre... no sé si podré... la empresa... —Amelia resopló, frustrada al no saber cómo organizar sus pensamientos.

—Una cosa a la vez. A ver, ¿mi familia? Ya he demostrado que no me importa su opinión a la hora de defender a mi mujer —sonrió, haciendo una pausa—. ¿Tú? Eres una persona genial. Linda, simpática, trabajadora e inteligente —Jason alargó la mano hasta coger la mano de Amelia—. ¿Mi padre? Me ha despedido de sus empresas. No puede hacer nada más. ¿No podrás? Amelia, eres capaz de afrontar cualquier desafío, incluso ganarte a mi hermana. ¿La empresa? Soy el dueño. Si no puedo darte unas vacaciones, ¿quién puede dártelas?

Amelia estaba muy agradecida por el apoyo de Jason, pero no podía dejar de pensar en todo eso. ¿Cuánto podría aguantar ese castillo sin comenzar a resquebrajarse? Ya lo había hecho el viernes cuando Jason creyó directamente los rumores.

Después del desayuno, se dirigieron al aeropuerto. El viaje fue tranquilo, con Amelia y Jason disfrutando de una conversación relajada sobre los planes para la visita. Amelia intentaba tranquilizarse, recordando que Jason había asegurado que no miraría a otra mujer.

Cuando finalmente llegaron al aeropuerto, la emoción de Jason creció al divisar a Mei y a Li Wei entre la multitud de pasajeros que llegaban.

Jason levantó la mano para llamar su atención, y pronto, las dos jóvenes se acercaron corriendo, con sonrisas radiantes.

—¡Hermano! —exclamó Mei, abrazando a Jason con entusiasmo.

—¡Mei! —respondió Jason, devolviendo el abrazo antes de presentarles a Amelia—. Mei, Li Wei, esta es Amelia.

—Encantada de conocerte, Amelia —dijo Mei, extendiendo la mano con una sonrisa cálida.

—Igualmente —respondió Amelia, sintiendo una mezcla de nerviosismo y determinación. Sabía que debía ganarse a la hermana de Jason para mantener su lugar en su vida—. Espero hayáis tenido un buen vuelo.

—Jason, ¿dónde nos vas a llevar primero? —preguntó Mei, ignorando a Amelia.

—¿Queréis comprar o disfrutar de unas vistas increíbles?

—¿Compras? ¿Vistas? Con tantos sitios para visitar, ¿y decides algo tan vulgar? Amelia, ¿dónde nos llevarías tú? —dijo Mei, dirigiéndose finalmente a ella.

Amelia examinó a Mei, notando su tono crítico. Sabía que Jason había elegido esos dos lugares para hacer tiempo, pues había reservado en el restaurante donde se conocieron. —Primero —dijo Amelia, haciendo una señal para que dos de los guardaespaldas se acercaran a coger el equipaje de Mei y Li Wei—. Debemos encargarnos de vuestro equipaje. No vais a ir cargando con él. Segundo, Jason ha reservado en el restaurante más exclusivo de la zona, así que no podemos entretenernos mucho. La opción de ir de compras entiendo es visitar la calle del Marqués, y la opción de las vistas supongo es ir al castillo de Lantia. Ambas opciones son muy buenas. Entre medias se encuentran el museo de arte y el arqueológico; son modestos pero también entretenidos. Yo tenía planeado mañana enseñaros todo eso, pero si queréis, cerca del restaurante está Bravura. Es donde va la jet set de Hesperia y es un pueblo bonito.

Mei la miró evaluándola, pero finalmente asintió, aunque sin mucho entusiasmo. —Suena bien, Amelia. Gracias por la sugerencia.

Jason sonrió, notando el esfuerzo de Amelia por agradar a su hermana. —Perfecto, entonces, vamos a dejar el equipaje y dirigirnos a Bravura. Creo que os gustará.

Con eso, el grupo se dirigió hacia el coche que los esperaba, mientras los guardaespaldas se encargaban del equipaje. Amelia sentía que había superado una pequeña prueba, pero sabía que aún quedaba mucho camino por recorrer para ganarse plenamente la aceptación de Mei.

Jason, Amelia, Mei y Li Wei se subieron en el Maserati, conducido por Jason, mientras los guardaespaldas los seguían en el BMW. El trayecto hacia Bravura se inició con un ambiente ligeramente tenso, donde cada palabra parecía tener un peso especial.

—Así que, Amelia —comenzó Mei, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—, cuéntame un poco más sobre ti. Jason habla maravillas, pero me gustaría conocerte mejor.

Amelia respiró hondo, tratando de mantener la calma. —Bueno, trabajo en la empresa de Jason y he estado muy ocupada ayudando en varios proyectos importantes. Es un desafío, pero lo disfruto mucho.

—Oh, qué interesante —respondió Mei, con un tono neutro—. Li Wei también es muy talentosa. Ha trabajado en algunos de los proyectos tecnológicos más innovadores en Suryavanti. ¿Verdad, Li Wei?

Li Wei sonrió con modestia. —Sí, he tenido la suerte de trabajar en proyectos fascinantes. Pero es genial que estés disfrutando de tu trabajo, Amelia.

—Gracias, Li Wei —dijo Amelia, sintiendo una pequeña oleada de apoyo—. Debe ser increíble trabajar en tecnología. Es un campo en constante evolución.

—Lo es, ciertamente —asintió Li Wei—. Pero estoy segura de que tu trabajo también tiene sus propias recompensas y desafíos.

—Sí, cada día es diferente y siempre hay algo nuevo que aprender —respondió Amelia, tratando de mantener la conversación en un tono positivo.

Mei no parecía dispuesta a dejar la conversación así. —Jason, ¿recuerdas cuando Li Wei y yo organizamos ese evento benéfico en Singapur? Fue un gran éxito, ¿verdad?

—Sí, lo recuerdo —dijo Jason, sin dejar de mirar la carretera—. Hicisteis un trabajo increíble.

—Gracias, hermano. Li Wei fue fundamental en la organización. Es increíblemente eficiente y tiene una gran capacidad para gestionar eventos complicados —continuó Mei, lanzando una mirada significativa a Amelia.

Amelia sintió la insinuación, pero decidió no morder el anzuelo. —Es genial ver a personas tan dedicadas a ayudar a los demás. Me encantaría saber más sobre ese evento y quizás aprender algo para aplicar en nuestros proyectos aquí.

Jason notó la tensión y decidió intervenir. —Amelia también ha estado trabajando muy duro en varios proyectos clave. Ha demostrado ser una gran líder y ha aportado muchas ideas innovadoras a la empresa.

Mei sonrió, pero había un tinte de desdén en su expresión. —Es bueno escuchar eso. Siempre es importante rodearse de personas competentes.

La conversación se mantuvo en ese tono tenso durante el resto del trayecto. Jason trataba de mediar, mientras Amelia hacía su mejor esfuerzo para no dejarse intimidar por las sutiles insinuaciones de Mei. Finalmente, llegaron a Bravura. Tres de los cuatro guardaespaldas se bajaron rápidamente del BMW para hacerse cargo del coche y seguir al grupo, proporcionando la protección necesaria.

—Aquí estamos —dijo Jason, deteniendo el Maserati—. Bravura es realmente un lugar encantador. Estoy seguro de que os encantará.

Mei y Li Wei se bajaron del coche, observando el entorno con interés. Amelia, aunque aún nerviosa, decidió mantener la cabeza en alto y disfrutar del día. Sabía que demostrar su valía no solo a Jason, sino también a su familia, requeriría tiempo y paciencia.

Mei se fijó atentamente en cómo Amelia se situaba a la izquierda de su hermano. —Amelia, ¿acaso en Hesperia no os enseñan el lugar de una pareja?

Amelia miró hacia el suelo, redujo su paso, pero entonces notó un tirón en su mano derecha.

—En Hesperia la mujer camina al lado del hombre. Me parece mucho más civilizado, aunque si es necesario, cuando estemos en Suryavanti, si Amelia se olvida, yo me encargaré de disciplinarla —la respuesta de Jason fue firme y tajante—. Además, ¿sabes lo incómodo que sería hablar al aire sin saber si estáis escuchando?

Mei se detuvo un momento, considerando las palabras de su hermano. —Jason, no se trata solo de costumbres, sino de respeto por nuestras tradiciones.

Amelia sintió la tensión en el aire y decidió intervenir. —Mei, sé mi lugar en Suryavanti. Simplemente, al no estar allí, pensé que también te gustaría andar con tu hermano y no ir las dos un paso por detrás. Mi mentora me ha enseñado bastantes cosas sobre vuestra cultura y me parece fascinante.

Mei había escuchado de pasada que Amelia era la protegida de Inmaculada Montalbán, una mujer respetada y temida en Suryavanti, quien había levantado un gran emporio rivalizando con el de su familia.

—¿Tu madrina es Inmaculada Montalbán? Si es ella, es una mujer insolente. Se atreve a mirar a los ojos a los hombres y no sabe cuál es su lugar. ¿Esa es tu educación? —Las palabras de Mei estaban cargadas de veneno, buscando provocar el enfado de Amelia.

Amelia miró hacia el suelo y apretó la mano de Jason, intentando contener su lengua. —Mi mentora es Inmaculada. En cuanto a mujer insolente, estoy de acuerdo. Desgraciadamente, en un mundo de los negocios, que muchas veces nos está vetado a nosotras, se debe ser insolente al tratar con la competencia. No obstante, en el ámbito familiar, si me termino casando con Jason, sé cuál es mi lugar.

—¿Estás segura? —Mei no podía soportar a Amelia, no había sido aprobada por ella. Debía haber una rendija por la cual meter su puñal.

—Sí, estoy segura. Mi situación ahora mismo en el trabajo es muy delicada, pero por mi deber en la familia, mientras estéis aquí, voy a encargarme personalmente de estar a vuestro lado para complaceros en todo.

—¿Delicada? Eres la novia del dueño. ¿Cómo puedes tener una situación muy delicada? —preguntó con curiosidad sincera Li Wei.

—Precisamente ese es el problema. A pesar de su competencia para el cargo, en Hesperia no funcionan como en Suryavanti, donde la esposa se espera que sea digna de dirigir la empresa familiar cuando falta un miembro masculino para hacerse cargo. Por lo cual está bien visto que los puestos directivos estén ocupados por miembros de la familia. Aquí eso lo consideran trato de favor y suele ser mal visto, incluso en este caso es peor pues, aunque más transigentes con las mujeres, también hay reminiscencias machistas —contestó Jason mientras se acomodaban en una terraza para disfrutar de una bebida.

El ambiente se relajó un poco cuando llegaron las bebidas, y el sol de la mañana hizo que las tensiones disminuyeran. Jason aprovechó para hablar de los planes que tenían para la semana y cómo esperaban que Mei y Li Wei disfrutaran de su estancia.

—Teneis varios lugares interesantes que visitar, y Amelia ha organizado algunas actividades que creo que os gustarán mucho —dijo Jason, tomando un sorbo de su bebida.

Amelia sonrió, intentando dejar atrás las tensiones iniciales. —Sí, espero que os gusten. Me he asegurado de incluir cosas que sean de vuestro interés.

Mei levantó una ceja, aún con algo de desconfianza, pero decidió darle una oportunidad a Amelia. —Veremos, Amelia. Veremos.

Li Wei, más conciliadora, sonrió y dijo: —Estoy segura de que será una semana maravillosa. Gracias por tomarte el tiempo para planear todo esto, Amelia.

—Es un placer —respondió Amelia, sintiendo que, poco a poco, las barreras comenzaban a desmoronarse.

Pero eso solo era la percepción momentánea de Amelia, cuando por fin llegaron al restaurante. Se sentaron en una mesa junto a una ventana, donde podían disfrutar de la vista sobre la bahía mientras esperaban su comida. Mei y Li Wei parecían encantadas con el lugar, mientras Amelia se esforzaba por mantenerse tranquila y segura.

—Este lugar es maravilloso, Jason —dijo Mei, mirando alrededor con aprobación—. ¿Qué nos recomendarías pedir, Amelia?

Amelia sonrió, agradecida por la oportunidad de demostrar su conocimiento. —El chef es conocido por su risotto de langosta. También he oído que el cordero es excelente.

—Ah, ¿de verdad? Li Wei es una gran experta en comida gourmet. Ella siempre sabe qué pedir en los restaurantes más exclusivos —respondió Mei, mirando a Li Wei con admiración.

Li Wei sonrió modestamente. —Oh, no exageres, Mei. Amelia, suena delicioso. Creo que probaré el risotto de langosta.

Amelia asintió, tratando de ignorar la comparación. —Es una buena elección.

Durante la comida, Mei no perdió oportunidad para hacer comentarios que pusieran a Amelia en una posición incómoda.

—Amelia, cuéntanos un poco más sobre tu trabajo en la empresa de Jason. ¿Cómo logras equilibrar tus responsabilidades allí con tu relación personal? —preguntó Mei, fingiendo interés.

Amelia tomó un sorbo de agua antes de responder. —Intento mantener una buena organización y priorizar mis tareas. Jason y yo también nos apoyamos mutuamente en nuestras responsabilidades.

—Eso suena desafiante. Li Wei, tú también tienes una carrera exitosa en el sector tecnológico. ¿Cómo logras equilibrar todo? —preguntó Mei, desviando la atención a su amiga.

Li Wei sonrió. —Es cuestión de encontrar el equilibrio adecuado y tener un buen equipo de apoyo. He tenido la suerte de trabajar con personas muy competentes.

Mei asintió, dirigiendo una mirada significativa a Jason. —Sí, es muy importante tener a alguien que te respalde. Jason, siempre has sido excelente en elegir a las personas adecuadas para tu equipo.

Amelia sintió la indirecta, pero se obligó a mantener la calma. La conversación continuó, y cuando llegó el momento del postre, Mei aprovechó otra oportunidad para incomodarla.

—Amelia, ¿has probado el soufflé de chocolate aquí? Es uno de mis favoritos. Pero no todos saben apreciarlo, es un gusto adquirido, ¿no crees? —dijo Mei, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

Amelia, decidida a no dejarse intimidar, respondió con tranquilidad. —Sí, lo he probado y es delicioso. Aunque entiendo que no todos lo disfruten, es una cuestión de gustos personales.

Mei asintió, aparentemente satisfecha. —Tienes razón. Es interesante cómo los gustos pueden variar tanto entre las personas. Li Wei, ¿cuál es tu postre favorito?

Li Wei, notando la tensión, trató de suavizar la situación. —Me encanta el tiramisú. Siempre es una elección segura.

Jason intervino, intentando cambiar el tono de la conversación. —Bueno, creo que todos hemos hecho excelentes elecciones hoy. Este lugar siempre ofrece lo mejor.

Amelia le lanzó una mirada agradecida a Jason, mientras el camarero servía los postres. Sin embargo, Mei no parecía dispuesta a dejar que el momento pasara tan fácilmente.

—Amelia, ¿cómo ha sido para ti adaptarte a nuestra cultura y tradiciones? Imagino que debe ser bastante diferente a lo que estás acostumbrada —dijo Mei, con una sonrisa aparentemente amable.

Amelia respiró hondo antes de responder. —Ha sido un proceso de aprendizaje, pero estoy haciendo todo lo posible por adaptarme y respetar las tradiciones de Jason y su familia. Me esfuerzo por comprender y seguir las costumbres.

Mei sonrió con una mezcla de condescendencia y aprobación. —Eso es bueno. Es importante que entiendas y respetes nuestra cultura. Li Wei ha sido excelente en adaptarse a las diferencias culturales también, ¿verdad?

Amelia asintió. —Sí, ha sido un desafío, pero creo que es esencial para cualquier relación intercultural. La clave es el respeto mutuo y la voluntad de aprender.

La conversación continuó, con Mei lanzando comentarios sutiles y preguntas incómodas, pero Amelia se mantuvo firme, decidida a demostrar su valía y a no dejarse intimidar por la hermana de Jason.

Cuando finalmente terminaron, Jason pidió la cuenta y se levantaron para irse. Amelia sabía que la semana sería difícil, pero estaba preparada para enfrentar cualquier desafío que Mei le pusiera por delante.