La oscuridad y humedad que rodeaba el lugar la llenaba de un miedo tan intenso que cada segundo que pasaba, se le iba helando la sangre que recorría su cuerpo como si llevara pequeños trozos de hielo tan finos como agujas, dificultando con el paso de los minutos el ritmo de su corazón que lentamente se iba pausando más y más.
Sus pulmones se llenaban menos de aire, al punto que cada bocanada de aire era difícil de asimilar, razón por la que sentía que su corazón latía a ritmo más pausado y junto con él sus pulmones, no había aire que los llenara…Debía ser por eso que sentía que su cuerpo comenzaba a adormecerse completamente.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero parecía que llevaba días combatiendo con todas las sensaciones que se apoderaron de ella en ese preciso momento, entonces lentamente se permitió entregarse a la oscuridad que no solo lleno su mente sino le recorrió lentamente todo su cuerpo.
Esa caricia que sentía era como un bálsamo a su alma torturada y con un último suspiro abandono lentamente su conciencia esperando que la oscuridad total le diera paz, tranquilidad y la seguridad que había perdido en su vida, por las últimas malas podría decir decisiones que la dejaron sin elección ni ganas de luchar.
Con estos pensamientos arremolinándose en su mente, muchas otras posibilidades y las vagas advertencias que le había hecho su amada abuela. Una única lagrima recorrió lentamente su mejilla sus labios se abrieron como si quisieran tomar un último aliento, pero con esto se entregó completamente a la oscuridad.